Aristegui y sus lágrimas de izquierda

Y  mientras en protocolo se aplaude y en algunas partes, hasta lloran en mimetización cocodrilo a Benito Pablo Juárez García, el gobierno de México usa como cortina el despido de Carmen Aristegui de MVS, tema del que sostenemos, a la empresa le asiste absoluta razón jurídica. Abrir los espacios, aliados a ratos, para hacer un escarnio, convierte el maniqueísmo de una de las periodistas más importantes de la izquierda mexicana, en un reality show masivo que distrae a los mexicanos del bullyng versus Peña Nieto, en un asunto que es, entre particulares y sin demérito de la libertad de prensa. Las empresas, no sólo las de medios, hacen contratos, tienen cláusulas y están en su derecho de hacer valer las firmas de las partes. Si los contratados no cumplen las letritas, el riesgo es simple: Adiós. No es santo de mi devoción, pero en la semana el editorial más crudo que vi sobre el tema es el que hiciera Pedro Ferriz (https://www.youtube.com/watch?v=Lg0Ys7daVyI). Lo compartimos porque coincidimos en que, los reporteros, los editorialistas, los trabajadores de la comunicación, en nuestra versión de empleados, somos subordinados a la libre empresa y su libre mercado. La regla básica es, que si no tenemos un medio propio, aceptamos rentarnos con quienes sí lo tienen, bajo la norma de humildad de aceptar sus condiciones. No aceptar esa verdad, es una miopía flageladora e inútil. Retomamos el tema, pues en redes y correos recibimos críticas mordaces, algunas verdaderas, otras agresivas sobre quiénes somos y sí, como dicen, somos advenedizos en el medio. Varios, sencillamente se preguntan, si somos “hombres del sistema”. ¿Quién no? Diría alguna vez don Jacobo Zabludovsky. Pero qué les cuento. El debate equis -mi columna- lo escribe alguien quien por azares del destino y la sobrevivencia cursó la educación normal; labor de la que renuncio en 1986, pues vendí la plaza, así, con todas sus letras, para buscar un camino distinto, además, qué culpa tenían los niños del rancho La Loma en Moroleón, Guanajuato. Regreso a Matamoros, diría Javier Villegas, con una mano adelante y otra atrás para sobrevivir vendiendo cobijas. Corrección, eran suéteres y pantalones Sergio Valente – los de moda-. Trabajamos curiosamente, invitación del colega y brody Víctor Villegas en el periódico Y Punto, donde nos pusieron de patitas en la calle porque los patos le quisimos tirar a las escopetas. Se integró una revista, varios nos fuimos a Radio Mexicana de Don Antonio Gallegos y Benjamín López Aguirre. Tras la separación de la sociedad, nos quedamos en Grupo Estrella, renunciamos, nos cobijó don Rafael Romero Contreras en el PM y de ahí en la sagrada norma de la chuleta, vagamos entre el PRI –cuando eran menos distraídos-, el gobierno y las coordinaciones de medios, hasta que Gracias a Dios regresamos al territorio de los medios en 2007. Y en este transitar, no queda claro, igual que a la mayoría de los periodistas con pretensiones serias, que al no ser propietarios, todavía, quien sabe más adelante, nos rentamos y por lo tanto nos aguantamos a las reglas de nuestros amigos editores, en Tamaulipas y fuera de mi amada entidad adoptiva. No es fácil, grillados en unos, renunciados en varios y bay: en otros agradecidos y cobijados. Así que, lo de Carmen, no es más que una cortina pues nos queda claro que tendrá otros espacios, pero esta vez, no en MVS donde mordió la mano. Andrés Manuel tiene amigos y le encontrará espacio. Ahí está don Carlos Slim, dinamitero de quienes se lo ponen enfrente y siempre está bien para él, tener nuevos sicarios. Posdata: Los de nosotros, perdón por hablar en primera persona, es que no había tema… ya el lunes hablaremos del alma de pirata de… alguien que quiere ser gobernador. Y sí, también fui reportero de sociales, quien lo dude, que le pregunte a mi compadre Jorge Pérez. 

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