Una historia alucinante

Ciudad de México

Midsommar: El Terror No Espera La Noche recuerda inevitablemente a la ópera prima del director Ari Aster, El Legado del Diablo (2018). 

Las tensiones familiares, la confabulación de un antiguo culto o la presencia de runas que premonizan el destino de los personajes son apenas algunos elementos que comparten ambas obras. 

DE HORROR

Pero si en la primera película se asomaba el horror en la oscuridad y en pequeñas casas de juguete, en su nueva lo turbio aparece a plena luz del día y en espacios abiertos.

La película sigue a Dani (Florence Pugh), quien atraviesa una tragedia familiar: el suicidio de su hermana y la muerte de sus padres. Busca consuelo en su novio Christian (Jack Reynor), sin saber que es un patán que quiere deshacer la relación. 

Por recomendación de un amigo, la pareja y varios compañeros viajan a Suecia para convivir por una semana en una comuna con tradiciones poco ortodoxas. 

DESLUMBRANTE

Ahí atienden la celebración del solsticio de verano, que por la latitud en que se encuentran implica que la noche apenas dura un par de horas, hasta que Dani empieza a sentirse asfixiada y a desconfiar de los motivos de la invitación.

Con Midsommar..., Aster se consolida como un realizador de una deslumbrante habilidad estilística. El director filma los rituales y los símbolos de esta comuna con tal detalle que resultan incómodos en más de un sentido. 

Lo incandescente de la iluminación, las simetrías de la arquitectura, o la forma en que los rostros y los cuerpos se desfiguran ante las alucinaciones en que viajan los protagonistas permiten imágenes tan hipnóticas como fascinantes.