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Tiroteo por unos cacahuates en Reynosa, 1918

Los otros dos compañeros, Pedro Garza y Rafael Salinas, se quedaron sentados pensando que todo era una travesura. Hasta momentos después que escucharon las detonaciones de las pistolas, fue que salieron rápidamente a la calle donde se encontraban Ciro y José tirados en el suelo. Así como estaban tirados, se aglomeró la gente quienes ayudaron a separarlos y quitarles las armas

Cronista Municipal de Reynosa

Al fondo por la calle Hidalgo se aprecian el cruce con la calle Morelos, donde estaba la Botica la Unión del Sr. Lauro Bolado. En el extremo izquierdo se ve la fachada de la antigua Presidencia Municipal. En esa esquina suroriental del cruce de calles fue atendido Ciro de sus heridas; actualmente la propiedad es ocupada por la institución bancaria Banorte.Tiroteo por unos cacahuates en Reynosa, 1918

Durante la tarde del día 16 de febrero de 1918 se escucharon dos detonaciones de arma de fuego por la calle del Comercio, la actual calle Hidalgo. Faltaban todavía algunos meses para que el revolucionario Juan Andreu Almazán tomara por sorpresa la plaza de Reynosa en ese mismo año. En esos tiempos un número respetable de los pobladores de la villa portaban armas de fuego; y era muy factible que éstas las lucieran en cualquier situación inverosímil.

A la mitad de tarde se encontraba Ciro Velasco, Pedro Garza y Rafael Salinas en el café en una mesa de un restaurante de un hotel, cuando pasaron caminando por la calle Francisco Cantú y Pedro de León. Ciro les habló para que pasaran al interior del hotel.  Francisco Cantú se encaminó hacia el fondo del lugar a tomar agua.

Los tres compañeros de la mesa ya habían terminado de tomarse el café y estaban comiendo cacahuates, que vendían en bolsas. Fue en ese momento que llegó el gendarme municipal José Garza, parándose afuera de la ventana del restaurante. Los seis paisanos se conocían; todos estaban casados y eran originarios de la jurisdicción de Reynosa.  Solamente Ciro tenía su domicilio fuera de la villa, en el Rancho Los Sáenz, el resto vivían en el poblado.

El restaurante y el hotel es muy probable que hayan sido de Norberto Moreno, quién es registrado en las Secciones de Estadística y Tesorería del Archivo Histórico de Reynosa (AHR), primero como propietario de una casa de huéspedes y después como dueño de un restaurante y hotel entre los años 1919 y 1923. Éste es anterior a los hoteles conocidos a finales de la década de 1920 en Reynosa: el “Hotel Monterrey” de Gerardo M. Gutiérrez y el “América” de José S. García. El edificio que fungió como Hotel Monterrey ya existía cuando llegó el Ejército Constitucionalista de Lucio Blanco a Reynosa el 10 de mayo de 1913; pero era utilizado como oficinas del gobierno federal en ese entonces.

Las versiones del pleito

Son varias las versiones de como había comenzado el pleito entre Ciro y el gendarme municipal, pues cada uno de los presentes en ese momento declararon cosas parecidas, pero no idénticas, de acuerdo con las declaraciones en el documento de la Sección de Juzgados en el AHR. Tal vez la más precisa sea la de Pedro Garza quien estaba sentado junto a Ciro.

Cuando llegó el empleado municipal, Garza le dijo: “oiga cuñado, no quiere cacahuates;” entonces se dirigió a Ciro: “tú Ciro dispara con una bolsa de cacahuates.” Ciro Velasco respondió que “solamente que le diera una hermana.” A esto José le pidió que lo tratara de buen modo.

Ciro continuó insultando al gendarme diciéndole esta frase: “si no te gusta, anda hazle esto a tu madre, pronunciando una mala palabra.” Entonces José Garza le contestó que saliera a decírselo a la calle. Ciro Velasco salió inmediatamente a confrontarlo.

Los otros dos compañeros, Pedro Garza y Rafael Salinas, se quedaron sentados pensando que todo era una travesura. Hasta momentos después que escucharon las detonaciones de las pistolas, fue que salieron rápidamente a la calle donde se encontraban Ciro y José tirados en el suelo. Así como estaban tirados, se aglomeró la gente quienes ayudaron a separarlos y quitarles las armas, entre ellos estaba el teniente Sáenz.

Según en la versión de Ciro Velasco, el gendarme José Garza le había pedido una bolsa de cacahuates y que en forma de broma le había contestado con una mala palabra, la cual se la devolvió Garza en los mismos términos. Ya afuera, Garza desenfundó la pistola por lo que tuvo que sacarla al mismo tiempo.

En la versión de José Garza, él mismo le había pedido a Ciro “que si no podría pagar por él una bolsa de cacahuates.” Al insulto de Ciro le había respondido “vas a ser tú dos veces a la tuya y sal para afuera.” Ciro ya venía con pistola en mano, por lo que el gendarme sacó la que portaba, amartillando uno y otro las armas.

La averiguación

A las cuatro de la tarde del día 16 de febrero de 1918, el comandante de la Policía Urbana, Enrique Ochoa se presentó ante el alcalde 1º Propietario en turno, Demetrio Velasco Garza; informaba que en la vía pública había sucedido un pleito a tiros entre el gendarme José Garza y Ciro Velasco, enfrente de la cantina de Salvador Guevara. Los dos individuos tenían heridas de bala, habiendo disparado tan solo dos veces. 

El alcalde 1º, Demetrio Velasco, desistió en llevar esta averiguación, debido a que él era el padre legítimo de Ciro. El Código de Procedimientos Penales impedía que atendiera el caso, por lo que la averiguación fue pasada a su suplente Tirso Cepeda.  

Para entonces el gendarme estaba en la Comandancia de Policía y Ciro en la botica de don Lauro E. Bolado, a donde lo habían llevado sus amigos y unos vecinos para que se atendiera la herida. Ahí Rafael Salinas le entregó la pistola a Ciro, que le había recogido en el lugar de la disputa. De la botica, Ciro fue trasladado a la casa de su padre Demetrio Velasco Garza. Esta botica se encontraba en la esquina sureste del cruce de las calles Hidalgo y Morelos, donde se encuentra actualmente el Banco Banorte.

El alcalde 1º suplente, acompañado de los peritos Héctor M. Bedolla y María Rodríguez procedió a reconocer las heridas de los lesionados.  Ciro tenía dos lesiones hechas por arma de fuego. Una era en la tibia de la pierna izquierda, por donde entró el proyectil, saliendo por el peroné de la misma. La bala llevaba una dirección paralela de arriba hacia abajo. 

Ciro presentaba también una “sollamadura” en la palma de la mano derecha, principalmente en los dedos pulgar e índice; tenía una pequeña lesión sobre el dedo pulgar. Tanto el alcalde suplente como los peritos no podían precisar si las heridas eran de gravedad, por no tener los conocimientos médicos necesarios.

El gendarme José Garza mostraba una pequeña lesión superficial en el muslo de la pierna derecha, como a cinco centímetros de la rótula.  La lesión era una raspadura que afectaba solo la dermis. Siendo solamente un rozón de proyectil, el cual le había hecho un agujero y rotura en el calzoncillo y el pantalón. La camisa y camiseta se encontraban rotas del lado derecho desde arriba hasta abajo y “sollamada” en la parte que cubre el pecho del mismo lado, presentando varios rasguños sobre la dermis.

Declara Francisco Cantú

El quinto y último en dar su declaración fue Francisco Cantú, quien se dirigía a tomar agua en el interior del hotel en el momento que sucedió la confrontación. A diferencia de Pedro Garza y Rafael Salinas, Francisco vio cuando los dos contrincantes se agarraron porque salía en ese momento del hotel. En un inicio no pudo intervenir porque traían las armas en la mano y temía que se les fuera un tiro.

Francisco dijo que Ciro salió con la mano puesta en el puño de la pistola, diciéndole Garza que la sacara. Ciro la desenfundó y José inmediatamente hizo lo mismo. Ambos se echaron encima uno de otro con las pistolas amartilladas, poniéndole Garza su pistola a Ciro en el pecho. Éste último agarró el cañón del arma, haciéndola para un lado, pescando en ese momento José el brazo de la mano donde tenía Ciro la pistola.

En el acto, José metió una zancadilla a Ciro Velasco, cayendo los dos al suelo; quedando éste abajo y José arriba.  En ese mismo instante Ciro accionó la pistola, causando con el mismo proyectil el rozón al gendarme e induciéndose él mismo su propia lesión. José disparó un momento después su arma, la cual la tenía agarrada Ciro, dando la bala en la tierra donde quedó incrustada. Los mismos protagonistas no sabían cómo había sucedido los disparos por estar forcejeando. Ambos expresaron que entre ellos no había dificultades y mantenían una amistad de urbanidad. Ciro comentó que no sabía que José Garza fuera policía.

Bando de Policía

En esos años era común que las personas portaran armas en Reynosa, al igual que en otras partes de la frontera. En este caso no está de más ilustrar este punto con los Libros de Infracciones del Bando de Policía y buen Gobierno que resguarda el AHR, sobre los primeros meses del año de 1918.

El 3 de enero de 1918, Ciro Velasco ya había sido infraccionado por haber disparado su arma de fuego dentro de la población, en la cantina de Concepción Villarreal, donde alcanzó una multa de cinco pesos. El 21 de ese mes, el soldado de la Guarnición de la Plaza, Modesto González, había disparado dos veces su arma para detener una riña en vía pública. Al siguiente día, Norberto Moreno fue infraccionado por disparar un tiro en vía pública; este era el supuesto dueño del hotel y restaurante donde ocurrió el evento entre el gendarme y Ciro Velasco el mes siguiente. 

El 18 de febrero de 1918, Rafael Salinas había hecho cuatro disparos con arma de fuego en la casa de la Sra. Genoveva Rodríguez como a las tres de la mañana, destruyendo una lámpara y algunos muebles en el lugar.

Rafael Salinas había estado dos días antes en el restaurante con Ciro Velasco comiendo cacahuates.

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Café y cuartos para huéspedes en la esquina suroccidental del cruce de las calles Hidalgo y Pedro J. Méndez.  En el fondo al cruzar la calle se aprecia el Hotel América inaugurado en el año 1928, diez años después de los hechos de esta historia.



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