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¿Hijos perfectos o niños felices?

El intentar que el niño cumpla con el modelo del estudiante perfecto genera frustración tanto en el pequeño como en sus progenitores

La sociedad competitiva y las altas exigencias a las nuevas generaciones de profesionistas, provocan que los padres wpromuevan el perfil del niño perfecto.¿Hijos perfectos o niños felices?

El niño tiene la responsabilidad de estudiar para sacar 100 en el examen de matemáticas, también debe asistir a sus clases de futbol, natación y piano, así como hacer la tarea del curso especial de francés. Este es un ejemplo de alta exigencia a un pequeño, de quien a veces se espera que sea prácticamente perfecto.

Es cierto que los niños pueden ser muy inteligentes, pero tampoco pueden cubrir cada una de las habilidades para que sean brillantes en todo. Entonces inicia la frustración porque no se están cumpliendo las expectativas que se han puesto en este niño.

Los comunicadores de tales exigencias son los padres de familia, por lo que es necesario que ellos ajusten estos deseos de excelencia y ayuden al pequeño a encontrar un balance saludable entre la responsabilidad de la escuela y el esparcimiento.

PADRES EXIGENTES

Muchas veces surgen las competencias entre los papás y los demás o en otras ocasiones se espera que los niños cumplan ciertas metas porque los papás mismos no eran buenos en tal o cual materia y quieren que su pequeño sea diferente.

Esta presión se expresa en el hogar, en el pedir que el estudiante saque 100 o que se compare el desempeño de ese niño con el de otro alumno de su generación. El exigir también puede hacer que los hijos entren en un juego de conveniencia. Por ejemplo, les dicen que si sacan 100 van a lograr que papá o mamá les compren una consola de videojuego.

La sociedad competitiva y las altas exigencias a las nuevas generaciones de profesionistas provocan que los padres promuevan el perfil del niño perfecto.

No es positivo que los estudiantes sólo tengan tiempo de llegar a casa, comer y dormir. El ser niño es, claro, ir a la escuela y hacer las tareas, pero también es reír y jugar.

FRUSTRACIÓN

El intentar que el niño cumpla con el modelo del estudiante perfecto genera frustración tanto en el pequeño como en sus progenitores.

Estos niños se darán cuenta de que no están cumpliendo con las expectativas de mamá y papá y surge la pregunta: “¿entonces qué soy o qué significo para mis papás?”.

Este fenómeno adquiere otra dimensión cuando el hábito de comparar no sólo se da entre el niño y otros compañeros de clase, sino también con los hermanos. Ese hijo que es elogiado tiene el estrés de cumplir las expectativas mientras que los otros hijos oyen cómo presumen a su hermano”.

En los padres, la frustración se genera cuando ven que su pequeño no cumple con todas las exigencias. En realidad los estudiantes pueden tener mayores habilidades en ciertas áreas que en otras.

ENCONTRANDO EL BALANCE

Es importante darle a estos estudiantes un ambiente seguro y si tienen problemas en una materia, hay que identificar el problema sin dar por hecho que el alumno es simplemente tonto.

Es importante el cuidado del lenguaje que se utiliza con los niños. El tacharlos de “burros” o un adjetivo similar no ayuda. Eso sí, el evitar las altas demandas en el desempeño académico tampoco significa que el alumno tiene permiso de faltar con tareas.




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