Libertad para decidir el futuro ante las adversidades
Existe una diferencia radical entre la Voluntad Anticipada y la Eutanasia; el primer concepto trata de las propias decisiones de una personas acerca de su futuro médico, y el segundo es la ejecución u omisión de acciones para acelerar la muerte.
Se trata de provocar de alguna manera la muerte de una persona, sobre todo en personas que tienen padecimientos muy graves, y que incluso pueden caer en coma y por ende en una vida artificial.
Esa medida comúnmente está asociada a la muerte sin sufrimiento físico; los médicos son los responsables de ejecutar la eutanasia, casi siempre con el apoyo de los familiares del enfermo en cuestión. Aunque también hay casos donde el propio paciente pide esa práctica.
La eutanasia despierta todo tipo de debates éticos. Sus defensores en varias partes del mundo aseguran que evita el sufrimiento de la persona y que rechaza la prolongación artificial de la vida que lleva a situaciones que pueden considerarse indignas.
En tanto, la Voluntad Anticipada promueve que la decisión de ser conectado a un respirador artificial, choques de reanimación, maniobras de emergencia, quimioterapia, radioterapia, y algunos otros tratamientos, se apliquen o no a un paciente.
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Esto último es por respeto a la dignidad del enfermo, ya que muchos de esos tratamientos son tan invasivos y drásticos que la persona transforma su aspecto radicalmente, sin que sea la solución definitiva para su enfermedad.
Para muchas personas es mejor terminar sin dolor su existencia, con la firme decisión de culminar la vida con tranquilidad, ya sea en el hospital o en su hogar.