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Cumpliendo un gran sueño

Con el sentimiento a flor de piel y una profunda tristeza, la familia Garza Faz comparte con Nosotros parte de sus proyectos y planes, en una entrevista donde hablan desde el corazón, comparten momentos de la vida del gran hombre que fue Don Rigoberto Garza Cantú; y de cómo honrarán su memoria con la Fundación que abren para recibir a los niños que sufren quemaduras en accidentes.

La conversación inicia con una firme promesa de la señora Sonia Faz, quien se muestra confiada en continuar el legado de su esposo, y dice que, de la mano de sus hijos, seguirá trabajando por las familias más vulnerables de Reynosa.

Cumpliendo un gran sueño

“La unión que mi marido nos enseñó a tener ha sido un factor fundamental para poder sobrellevar estos días (después de su muerte). Y en este camino que nos ha tocado recorrer, me siento muy orgullosa de cada uno de mis hijos porque no me han dejado sola. Porque cada uno en nuestra familia tiene su función para que podamos caminar y estoy segura de que Rigo en donde está, está feliz y muy contento de ver que cada uno de sus hijos no le está fallando y estoy segura no le van a fallar”, señala Sonia Faz de Garza.

Y recuerda cuando nació Rigo, su primer hijo, le llamaban el milagro del hospital, ya que las enfermeras estuvieron presentes cuando Don Rigo estuvo tres meses inconsciente a causa del accidente. Era sorprendente que 8 años después su paciente estaba recibiendo a su hijo.

En cuanto al legado que Don Rigoberto Garza Cantú les dejó como padre, los hermanos reflexionan.

Es Rigoberto Garza quien primero se anima a hablar:

“Yo no recuerdo que mi papá haya acudido a algún fin de cursos de nosotros cuando estudiábamos; un día le pregunté por qué y me contestó: “hijo, yo no quiero que el que yo acuda a algún fin de cursos vaya a generar que algunos compañeros tuyos te vayan a molestar con algún comentario sobre mi problema físico”. Ese fue nuestro maestro, nuestro mejor amigo, nuestro padre, un hombre con un corazón impresionante y nosotros nos sentimos muy orgullosos de él, que siempre fue un hombre protector, un maestro, que siempre nos dio los consejos que nosotros necesitamos. Somos testigos que fue un hombre muy recto y muy fuerte de carácter, pero yo creo que eso funcionó, somos hombres de trabajo, somos personas que queremos que a Reynosa y sus familias les vaya bien, y lo vuelvo a repetir, en cada ocasión que me ha tocado peregrinas por las colonias populares, a pesar de que mi papá fue alcalde hace más de 20 años, es una persona recordada como una persona honrada, como gente de trabajo y al igual que él, queremos ser recordados de la misma forma. Es un gran compromiso trabajar como él nos lo enseñó y allá vamos, y ese es un trabajo de mi hermana Sonia, de mi hermana Elizabeth, de Armando, de Javier, y siguiendo los consejos de mi madre, quien encabeza la familia y que sabe que no la vamos a dejar nunca sola, eso fue algo que se lo hemos prometido mis hermanos y yo, y es otra forma de honrar a mi papá y recordarlo con mucho cariño.

Mi papa falleció un jueves 23 de abril y el viernes 24 de abril, cuando lo estábamos velando, me llamó un gran amigo de todos mis tíos y de mi padre, Don Jaime Rodríguez Inurrigarro y me comentó: ‘a tu papá le sirvió mucho ser presidente municipal, para muchas cosas que necesitaba superar y salir adelante’. Yo menciono esto agradeciendo a todas las personas que votaron por él en la elección del domingo 8 de noviembre de 1992. Para mi padre fue el poder reencontrarse con la ciudadanía”.

Enseguida, José Armando Garza, sin dudar, apunta:

“Tengo un recuerdo muy gracioso de mi papá en el rancho San Isidro, cerca del ejido Santo Niño, municipio de Reynosa, y tenia un compañero de toda la vida desde que tenía 10 años, se llamaba Alberto Guerrero, mejor conocido como “el Prieto Azabache”; en las temporadas de cosecha él le manejaba todos los tráileres que llevaban la cosecha a la reciba y mi papá manejaba la máquina trilladora hasta que se nos enfermó. En una de esas le pide Don Rigo a “el Prieto” que no se vaya por la brecha porque “por la lluvia te puedes quedar atascado”, le dijo, y pues no hizo caso, fue y se atascó. Batallaron mucho para sacar ese camión y traía al “Prieto Azabache” muy regañado. En eso, para bien de “el Prieto” pasa una señora con una camioneta con redilas preguntando: “oiga señor, ¿no vende marranos?”. Y contesta mi papá: “pues nada más me queda uno pero está muy trompudo”. Y la señora contesta: “como quiera lo veo, es que ando buscando y no encuentro”. Don Rigo le dice: “Pues si quiere verlo ahí está abajo, apretando una tuerca de la máquina”. La señora entre risas le dice: “No´mbre, ese está muy flaco, ese no me va a servir”. Siempre mi padre buscaba ver las cosas de la mejor manera. “El Prieto” era nuestro compañero, nos llevaba a la escuela, era aparte de trabajar con mi papá; era un amigo que estaba al pendiente siempre. Cuando se dio cuenta que mi papá estaba enfermo fue al hospital y estuvo meses enteros, rezando o pidiendo que mi papá se aliviara”.

Recordando estos buenos momentos y anécdotas, Rigo comenta: “En un viaje que hicimos por Europa mi madre, mi padre y yo,en el año 2000, llegamos a una tienda de antigüedades donde estaba un cuadro muy bonito, como en la tienda solo hablaban inglés, me pide mi padre que le traduzca la conversación y pregunte el costo del cuadro; el vendedor me pregunta que qué le había pasado a mi papá, yo le explico que trabajando en un rancho, había tenido un accidente en los años veintes, me interrumpe y me dice el vendedor entre lágrimas: “lo mismo le pasó a mi padre; dile a tu papá que no le voy a vender el cuadro, que se lo regalo”. 

Finalmente nos lo dio en una cantidad muy módica ante la insistencia de mi padre por pagarlo.

En ese viaje estábamos en un crucero y nos sentaron a la hora de la cena con una familia de rusos, quienes volteaba a ver mucho a mi padre; de momento nos sentimos un poco incómodos, pero mi padre pidió una de las mejores botellas para obsequiárselas, lo que inició una buena conversación. Fue un gesto muy noble de humildad, era la manera de mi papá de ver las cosas”.

Caminando hacia nuestro objetivo

La familia Garza Faz cumple uno de los más ansiados sueños de Don Rigo a sólo unos meses de su partida, que es abrir una fundación que ayude a los niños que sufren de quemaduras por accidentes.

Elizabeth Garza comenta que el objetivo principal de la fundación es ayudar. Esta fundación busca demostrarle a los niños que hayan sufrido accidentes de quemaduras que sí se puede seguir. Y que mejor ejemplo que la vida de Don Rigo Garza, que después de ese trágico accidente todo lo que logró en su vida personal y profesional. Hoy, la fundación busca dar a niños los recursos necesarios para continuar una vida normal con oportunidades de sobresalir.

Elizabeth recuerda que su padre sufrió ese accidente antes de conocer a su mamá, pero después de su convalecencia y lucha, siguió su vida, se casó, cumplió muchos de sus sueños, tuvo sus cinco hijos y alcanzó grandes logros profesionales.

“Yo considero que a mi papá, después de sus primeros años de luchar y aceptar lo que le había sucedido, retomó fuerzas para alcanzar sus metas.

A los niños que tengan que acudir a la fundación queremos que sepan eso, que por algo Dios los dejó y si eso les sucedió, no es un obstáculo para perderse o darse por vencidos, que por algo los dejó continuar su vida en este mundo y que con más fuerza y de la mano de Dios pueden seguir adelante”.

“La fundación es una prueba que nosotros quisiéramos transmitir y compartir a todas las familias de Reynosa, de que no se necesita un puesto de elección popular o estar dentro del servicio público para servir a tu ciudad.

Toda la familia hemos trabajado durante décadas, hoy Reynosa tiene un Parque Cultural que está construido en un terreno de 20 hectáreas que fue donado por nuestra familia. Tenemos un sueño de mi papá, que fue el Tecnológico de Reynosa, el cual fue construido con el apoyo de mi papá y un grupo de empresarios y está erigido en un terreno de 20 hectáreas que también donó nuestra familia; y hay una escuela por mencionarte una que otras cuantas, con el nombre de mi abuelo paterno José María Garza Zamora, que está construida en un terreno que donó nuestra familia en la colonia Jarachina. Comento y menciono esto con mucho respeto, porque es una prueba de que  debemos comprometernos con nuestra ciudad para devolverle un poquito de lo mucho que nos ha brindado.

La fundación fue un sueño de mi padre, desgraciadamente y con mucha tristeza por su enfermedad, y después de haber fallecido, es algo que nosotros no pudimos ver que él lo cristalizara, pero a unos meses de que él ya no está con nosotros, que mejor día que el 28 de octubre, fecha de su nacimiento, para arrancar esta fundación. Quién mejor para encabezarla que mi madre, quien fuera su esposa, su compañera, su mejor amiga, de la mano de cada uno de nosotros.

Toda la familia soñamos con cumplir este sueño de mi papá; soñamos y anhelamos que sea un sueño que pueda perdurar por décadas, que podamos nosotros iniciarlo, que lo continúen nuestros hijos, nuestros nietos, y que el nombre de mi padre sea recordado con mucho cariño y con mucho respeto, no solo por nuestra familia, sino por toda la gente querida de Reynosa”, apunta Rigo Garza Faz.

Retoman fuerzas después del adiós

Sonia Faz de Garza, la cabeza de la familia ante la ausencia de Don Rigo Garza, enfatiza: “Para mí y mi familia no ha sido fácil, fueron muchos años los que Rigo estuvo enfermo, pero Dios siempre estuvo con nosotros, siempre estuvo con mis hijos y conmigo, y gracias a ellos ha sido menos difícil enfrentar esta pérdida; mis hijos son mi apoyo”.

Elizabeth Garza, una de sus hijas, agrega: “Definitivamente se queda un gran vacío en la vida de cada uno de nosotros, pero a la vez una fuerza de un gran ejemplo que nos dejó mi padre, de gratitud. A pesar del dolor, seguimos muy unidos y con muchas ganas haciendo lo que él nos enseñó”.

Por su parte, José Armando Garza, quien ha trabajado también en el servicio público, dice sentir un gran vacío ante la ausencia de su señor padre.

“Pues hay un vacío que quedó con la pérdida de nuestro padre; es algo que no fácilmente se puede cubrir, pero nos quedamos muy satisfechos, porque mi padre cumplió sus objetivos, logró sus metas y nos dejó un gran legado, un camino muy trazado y muy recto para nosotros continuarlo. Sabemos que no dejó ningún pendiente en esta vida y eso es una gran satisfacción; estoy seguro que desde el cielo nos está observando y eso le debe de dar una gran tranquilidad”.

En el mismo tono se expresó su otra hija, Sonia Isela Garza, al recordar a su padre.

“Mi padre en tres palabras solucionaba todo, nada lo detenía, fue un ejemplo para mí. A pesar de que en esos tiempos aún se tenía un poco la idea de que la mujer era más para estar en el hogar, fue aceptando la idea de que todos podíamos ser profesionistas e independientes. Él en su interior deseaba que todos fuéramos independientes, nos decía que nada nos debe detener, que podemos lograr todo, con la fe y la voluntad de hacer bien las cosas.

Bueno, pues ¿qué puedo decir de mi padre?, si en su momento todo mundo lo apreció y lo siguen apreciando, dejó muy buenos recuerdos en cada persona que tocó su corazón. Qué tan grande fue y sigue siendo mi padre para nosotros que nos enseñó el valor de la vida, la unión familiar y sobre todo, nos fue preparando para ese proceso tan difícil que es la muerte. Él nos fue preparando día a día durante doce años para que no nos doliera tanto, obviamente si nos duele y nos deja un gran vacío, pero su recuerdo y todo lo que nos enseñó durante su vida sigue presente con nosotros. Nos dio un ejemplo de vida, mucha fortaleza y eso es lo que más apreciamos de nuestro padre, que sabemos está con Dios y que él nos cuida mucho más desde allá arriba”.

Sonia Garza recuerda que una persona le dijo a su padre, en una de sus campañas: “Don Rigo, por algo Dios lo dejó aquí después de su accidente, para ayudar a su pueblo, al que tanto quiere, a Reynosa, Reynosa Díaz y sus alrededores”.

Y para poner punto final, Rigoberto Garza Faz, quien aspira seguir los pasos de Don Rigo, de servir a la gente, al pueblo, cierra con esto:

“La mejor forma de honrar a mi papá, es trabajando como él nos enseñó, con sencillez, con humildad, con transparencia. Y algo de lo que mi mamá fue testigo es que mi papá tuvo una preocupación muy pero muy especial por las familias menos favorecidas de Reynosa, es un trabajo que todos nosotros hemos realizado como familia, desde mis abuelos, mis tíos y mis padres lo estamos hacienda todos juntos. Y hoy prueba de ello es, que no porque mi papá ya no esté con nosotros, no vayamos a cumplir sus sueños”.




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