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La letra, con fútbol entra

El profesor Víctor Muñiz utiliza el deporte rey como una herramienta didáctica en sus clases de Historia y como elemento de cohesión social

En su primer día como profesor en el colegio La Merced y San Francisco Javier de Burgos, Víctor Muñiz advirtió a los alumnos de primero de bachillerato que en la asignatura de Historia se hablaría, sobre todo, de fútbol.

Víctor Muñiz en el colegio La Merced y San Francisco Javier de Burgos, donde imparte clases. Arriba a la derecha, detalle de las páginas de su cómic didáctico Victorias y derrotas.La letra, con fútbol entra

DOS BANDOS

El anuncio, recuerda, dividió a la clase en dos bandos. Los que se frotaron las manos con la perspectiva de disertar sobre Messi y Cristiano Ronaldo, estrellas indiscutibles de LaLiga Santander en aquella campaña 2013/2014, y los que no entendieron que el gran tema de conversación en la calle o en las casas fuera a entrar en el aula. Con el tiempo, todos vieron que estaban equivocados.

Después de conocer que soldados alemanes e ingleses pararon por un día la I Guerra Mundial para disputar un partido o que un equipo de prisioneros ucranianos desafió al régimen nazi, unos y otros recibieron su lección: ni el fútbol se reduce a los 90 minutos sobre el césped ni se puede subestimar su dimensión social, cultural y política, su imbricación con el devenir del mundo contemporáneo.

A su vez, el entonces docente en prácticas se convenció de su capacidad para usar el deporte más universal como una vía hacia el saber y el desarrollo de una mirada crítica, misión que hoy sigue guiando su vida.

  • A sus 35 años han convivido desde siempre “una pasión, la historia, y una enfermedad, el fútbol”. En la escuela, por ejemplo, ya memorizaba las capitales europeas asociándolas a los escudos de sus principales clubes. 

Luego, en la universidad, se fue de intercambio a Italia y terminó enrolado en la grada del Perugia. Y en el máster de profesorado, como proyecto final, se le ocurrió enseñar Historia Contemporánea a través del balón. 

La idea le valió una matrícula de honor y le sirvió de base para la publicación en mayo de Victorias y derrotas, una novela gráfica financiada por decenas de mecenas y pensada para que otros colegas puedan explicar el pasado a partir de momentos donde el “deporte rey se convierte en un vehículo de lucha o reivindicación”.

ENSEÑANZA MODERNA

Muñiz cree que “el docente del siglo XXI debe ser un vehículo para el conocimiento y estimular al alumno a descubrir el dato”. En el colegio donde trabaja, el mismo donde hizo las prácticas, demuestra cómo aplica ese principio en una clase de Geografía con un grupo de primero de la ESO: en vez de dar una lección magistral sobre los diferentes tipos de mapas y su representación de la realidad, invita a los chavales a comprobar por sus propios medios en una página web que la extensión de Rusia no es mucho mayor que la de Canadá, pese a la perspectiva del mapamundi. 

En otras ocasiones, su filosofía implica convertir el aula en un taller artístico para reproducir con arcilla los amuletos de los faraones o sumergirse en la cultura clásica a través de la simbología del fútbol.

“Muy bien, todos sabemos que la Cibeles es donde el Real Madrid celebra los títulos, pero ¿quién era esa diosa? ¿Por qué son unos leones, y no caballos o burros, los que tiran de su carro?”, ejemplifica sobre la historia de Hipómenes y Atalanta, dos amantes convertidos en león y leona por una diosa que les obligó a tirar de su carro para siempre y sin poder mirarse directamente.

“Muy bien, todos sabemos que la Cibeles es donde el Real Madrid celebra los títulos, pero ¿quién era esa diosa? ¿Por qué son unos leones, y no caballos o burros, los que tiran de su carro?”

La pulsión futbolera incluso le llevó, el lunes 24 de mayo de 2021, a comparecer frente a sus pupilos con la camiseta blanquinegra del Burgos CF. 

Aunque ese caso no se trataba de ninguna estrategia didáctica, sino una sincera muestra de alegría por haber visto culminar la noche antes, en Almendralejo (Extremadura), el regreso del equipo al fútbol profesional, tras 20 años en Segunda B y Tercera División.

Al igual que en Fiebre en las gradas, la novela en la que Nick Hornby explora su obsesión con el Arsenal, Muñiz forjó su educación sentimental en un estadio. 

Paseando alrededor El Plantío, aún recuerda el lugar donde aparcaba el coche su tío, ya fallecido, cuando empezaron a ir juntos a los partidos, sentados en una tribuna de madera. 

También le vienen a la memoria personajes como Claudio, encargado de cambiar manualmente los números del marcador. 

O esa eterna madrugada de 2008 que pasó pegado a la radio junto a una veintena de aficionados, después de varios días de movilización en el feudo burgalés, hasta saber que un grupo empresarios locales, liderados por Juan Carlos Barriocanal, se haría cargo de las deudas de la institución tras el descenso a Tercera.

Esa experiencia de lucha, iniciática para un chaval de veintitantos, hizo que Muñiz creyera aún más en la unión que genera el fútbol y en su poder para lograr “otros fines no meramente deportivos”. 

Años más tarde, en 2015, él fue uno de los impulsores del área social del club de su vida, hoy convertida en la Fundación Burgos CF. Como en el instituto, quiso demostrar que el fútbol puede abrir caminos.



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