Regreso a la edad de las tinieblas
En su nuevo libro, Ignacio Ramonet reflexiona sobre el fin del sueño americano a partir de las teorías complotistas que desembocaron en el asalto al Capitolio
Cuando el 6 de enero de 2021 una turba furiosa invadió el Capitolio de Washington, la reacción generalizada fue de estupefacción. Los atavíos carnavalescos de algunos asaltantes provocaban hilaridad, pero su objetivo no era ninguna broma: impedir que el ganador de las elecciones, Joe Biden, fuera proclamado presidente; un ataque al corazón del Estado más poderoso del mundo que abrió la veda a réplicas como la que tuvo lugar el domingo en el Congreso de Brasil, invadido por miles de bolsonaristas radicales.
Trump no cesaba de repetir que había ganado las elecciones y denunciar sin pruebas un supuesto fraude masivo, pero su excusa de mal perdedor no habría encontrado ningún eco si no hubiese caído sobre el terreno abonado de una población intoxicada durante años por una sobredosis de mentiras.
El último libro de Ignacio Ramonet, La era del conspiracionismo. Trump, el culto a la mentira y el asalto al Capitolio, sienta en el diván a la sociedad estadounidense y analiza cómo se ha ido deslizando por la pendiente de la paranoia hasta llegar al borde del enfrentamiento civil. El eslogan “es la economía, estúpido” de la campaña de Clinton contra Bush padre, en 1992, podría cambiarse ahora por “es la frustración, estúpido” para explicar por qué millones de ciudadanos desclasados y empobrecidos respaldaron a un Trump cuya política fiscal beneficiaba a potentados como él y perjudicaba a la mayoría.
Para que eso fuera posible tuvo que producirse lo que el exdirector de Le Monde Diplomatique y presidente de su edición en español llama “el fin del sueño americano”: la debacle económica de la clase trabajadora blanca, a la que durante el siglo XX se identificó con el prototipo del americano emprendedor y exitoso. Es cierto que los cascotes de la caída de Lehman Brothers golpearon con más dureza a afroamericanos o latinos, pero estos no tenían la sensación de haber sido despojados de lo que siempre creyeron suyo. Para Ramonet (ciudadano del mundo nacido en Redondela, Pontevedra, sociólogo y semiólogo, doctor en Ciencias Sociales por la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París) la epidemia de antidepresivos y opiáceos que arrasa Estados Unidos es fruto de la falta de escrúpulos de las farmacéuticas, pero también síntoma de un profundo malestar social. La “discriminación positiva” en favor de minorías ha servido de coartada para alimentar el sentimiento identitario de unos trabajadores blancos que atribuyen su caída en desgracia a su condición étnica y no a la creciente desigualdad e interpretan el “Make America Great Again” de Trump como una promesa de volver a los buenos viejos tiempos.
Sobre este trasfondo han irrumpido las redes sociales como canales privilegiados de transmisión de la información. Lejos de multiplicar las interacciones sociales, sus algoritmos crean públicos fragmentados, propician que los usuarios solo reciban mensajes que reafirman sus prejuicios, generan círculos cerrados sin contraste con el exterior. Si antes toda la sociedad estaba expuesta al bombardeo de los mass media, ahora cada grupo se retroalimenta de sus propias fuentes, muchas veces tóxicas.