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Quinteto de cuerdas

Desde que me conocieron no me han soltado, y se los agradezco tanto.

Quinteto de cuerdas

Me seguían a todas partes, se metían de colados a mis conferencias aunque no les tocara, se sacaban fotos conmigo a la menor provocación. Ya recientemente, cuando anuncié que me jubilaba, me invitaron una deliciosa cena y, al fallecer mi esposa, sus muestras de cariño se multiplicaron. El día de su velorio, desafiando los riesgos, se fueron manejando de Reynosa a Tampico ya en la noche, llegaron en la madrugada y pasaron todo el día siguiente conmigo; posteriormente han seguido siempre en contacto, me llevaron una noche a tomar una nieve, al parque, etc. etc.

Les presento sus nombres y un poquito de lo que llevan dentro (“ladies first”):

Alba Torres

Esta chamaca es cajeta pura. Líder nata, pero tremenda como ella sola. Chiquita pero picosa. Con decirles que en mis contactos la tengo registrada como “El Diablo”. Me hace bullying que es un contento, me dice que ya estoy viejito (va a decir que eso no es bullying, que es la pura realidad), vaya, tiene una forma muy “sui generis” de mostrarme su cariño, pero por encima de todo eso, no tengo duda de que su cariño por mí es grande, porque así me lo ha demostrado siempre. Yo también te quiero mucho, huerca canija.

Carmen Chávez

La “tiktokera” del grupo. Una güerita de oro que no la ha tenido fácil. Tras la diáfana sonrisa que generalmente porta, se percibe una cierta melancolía porque la vida en ocasiones ha sido dura con ella. Pero como le dije cuando supe que tenía dos trabajos y en uno de ellos entraba a las seis de la mañana, “la vida te va a premiar”. Nunca borres de tu rostro esa hermosa sonrisa, Carmelita, sigue regalando tu alegría a través de tus tik toks y con quienes te rodean, y tarde o temprano, esa alegría volverá a ti multiplicada.

Lupita Espino

Desde la hermana república de Arteaga, Coahuila nos llegó esta espigada morenita. Ella es aquella joven a quien, bajo un seudónimo (Laura) le dediqué un mensaje porque tuvo el admirable gesto de buscar a una persona hasta su domicilio para devolverle la cartera con todo su sueldo que esta había perdido. En ese mensaje, Lupita, te expresé todo lo que me hiciste sentir en esa ocasión. Hoy solo te reitero que me sigo sintiendo orgulloso de ti y que nunca olvides lo que te dije: haz lo que tienes que hacer y, entonces, la felicidad será la que te siga.

Jonathan García

O “el hombre acordeón”. Con ese instrumento arranca alegres notas en un grupo norteño al que pertenece. Por dentro, su corazón a veces emite notas tristes al no poder estar tan cerca de su hija como quisiera, por estar separado de la mamá de la niña. En una ocasión me dijo: “si un día la vida me permite y me da una segunda oportunidad, espero que mi relación sea tan bonita como la de la princesa y el tunante”. Mi querido Jonathan: ya empezaste con lo más importante, que es tener el deseo, ahora solo prepárate para ser el hombre adecuado, porque tu princesa llegará cuando estés listo.

Israel Treviño

Con su cachucha hasta las cejas y sus pantalones rotos, si se pintara unos tatuajes en la cara sí pasaría por miembro de los Mara Salvatrucha (ja ja, no te creas, es broma, Israel). La verdad es que este muchacho es todo corazón. Cuando me ve, me abraza con un gusto y me sigue con una fidelidad que me hace recordar aquella canción de una famosa película infantil, “Yo soy tu amigo fiel”. Israel, espero que la vida me permita seguir contando por muchos años más con tu noble amistad.

Cuando estaba yo en la preparatoria (ya sé, Alba, ya sé, no empieces a aullar) a los alumnos que eran bien “fregones” (inteligentes o sobresalientes en algún aspecto) se les decía que eran “bien cuerdas” (no sé si todavía se usa esa expresión, creo que no). En esta ocasión, yo celebro la vida de este, mi hermoso quinteto de cuerdas. Y digo que lo son, no por las muchas muestras de cariño que han tenido hacia mí, sino porque dentro de esos cinco enormes y bellos corazones hay sueños, hay anhelos, hay luchas, hay deseos por salir adelante y por hacer el bien.

Que Dios los bendiga, mis queridos hijos putativos (para mí, nunca dejaron ni dejarán de serlo). Que sus esfuerzos se vean recompensados y que la misma alegría que han dado a mi vida en estos pocos años, la vida se las regrese multiplicada, y por muchos, muchos años más.



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