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Unas puntas de 54.000 años

Centenares de pequeñas piedras halladas en una cueva del sur de Francia habitada por humanos modernos

La historia de los primeros encuentros entre neandertales y humanos modernos podría depender de centenares de piedrecitas halladas en una gruta del sur de Francia. Talladas con mimo, estas piedras de sílex serían puntas de flechas, según los autores del descubrimiento. Datadas hace unos 54.000 años, se trataría del ejemplo más antiguo de su uso en Europa occidental. Entre los estudiosos de la evolución humana hay consenso en que el arco y la flecha fue una tecnología que dio una ventaja competitiva a los humanos modernos sobre los neandertales. De confirmarse, supondría que los sapiens llegaron a los dominios de los neanderthalensis milenios antes de lo que se creía. Pero la duda se extiende entre otros científicos.

En la gruta Mandrin se han encontrado varios centenares de artefactos de sílex.Unas puntas de 54.000 años

Desde hace unos 300.000 años, los territorios europeos fueron el dominio de los neandertales, que se extinguieron hace unos 40.000 años arrinconados, según parece, en la península Ibérica. Aunque es un tema debatido, para los científicos, estos humanos habrían sucumbido en un proceso en el que la expansión de otros humanos, los modernos, fue clave. Durante ese periodo, los sapiens salieron de África por Suez y se expandieron por el resto del mundo, llegando al occidente europeo en la parte final del Paleolítico medio. Las pistas más seguras se encuentran en Alemania e Italia hace entre 48.000 y 45.000 años. Apoyar el vuelco a esta historia en un único diente es, al menos, comprometido.

Pero los mismos investigadores que encontraron el diente de leche hallaron en la misma capa de terreno unos 1.500 artefactos de piedra. Hechas en su mayoría de sílex o pedernal, hay hojas cortantes, lascas afiladas por ambos lados y un extremo romo y centenares de pequeñas puntas de forma triangular. Para ellos, debían ser puntas de flechas. Eso implicaría que aquellos humanos usaban arcos y flechas para cazar, una tecnología con la que los neandertales no contaban y que dio una ventaja competitiva a los sapiens. Las estudiaron con todo detalle, llegando a montarlas en nuevas flechas (ver imagen) y disparándolas sobre animales para ver su desgaste y compararlas con las de la gruta.

La investigadora de la Universidad de Aix-Marsella (Francia) y primera autora del estudio, Laure Metz, explica la relevancia de analizar estas piezas: “Al estudiar las puntas y todos los demás artefactos descubiertos en la cueva Mandrin, enriquecemos profundamente nuestro conocimiento de estas tecnologías en Europa y nos permite hacer retroceder la era del tiro con arco en Europa en más de 40.000 años”, dice la también científica de la Universidad de Connecticut (Estados Unidos). La comparación con lo encontrado en otras capas que se corresponden con la ocupación neandertal permite saber también qué armas usaban ellos. “El estudio muestra que los neandertales no desarrollaron armas propulsadas mecánicamente y continuaron usando sus armas tradicionales basadas en el uso de enormes puntas en forma de lanza que empujaban o arrojaban con la mano”, completa Metz.

El autor sénior de esta investigación Ludovic Slimak, investigador de la Universidad de Toulouse-Jean Jaurès (Francia), destaca en un correo la importancia de las flechas que han encontrado: “El arco ofrece una ventaja competitiva fundamental a las poblaciones familiarizadas con esta tecnología” Entre sus argumentos recuerda que los arcos y otros sistemas de propulsión como las azagayas permiten cazar a distancia con gran precisión a gran velocidad y mayor eficiencia. “La lista es muy larga y aporta una gran diferencia con poblaciones que solo usaban lanzas pesadas lanzadas a mano, como los neandertales”, añade. Estos necesitarían un contacto cercano con sus presas, algo que complica la caza y la hace mucho más peligrosa. “Los arcos ofrecen un acceso seguro, fácil y casi infinito a las proteínas. Y esto debe haber tenido un impacto directo también en cuántas personas puedes alimentar y, por lo tanto, a cuántos niños puedes asegurar la subsistencia de manera segura”, termina Slimak.

Joseba Ríos Garaizar es experto en industria lítica de los humanos antiguos, antes en el CENIEH y ahora en el Museo Arqueológico de Bilbao. Es decir, estudia sus herramientas y armas de piedra, en particular las marcas que deja su uso en ellas. Para él, la hipótesis que plantea este trabajo es muy sugerente, pero cree que van demasiado lejos. “Está claro que algunas de las puntas tienen marcas de impacto, pero no todas. Pudieron formar parte de un arma propulsada, pero que fueran flechas es mucho decir”, asegura. Otra duda que le plantea este trabajo es la datación de las puntas. Para fechar el estrato donde las encontraron, así como al diente de leche, recurrieron al hollín de las hogueras acumulado en las paredes del refugio.

 La gruta Mandrin ha sido habitada durante milenios, pero no de forma continua. Así que se alternan capas de tizne con el carbonato cálcico depositado como el de las estalagmitas. Como si fueran anillos de los árboles, esto les permitió estimar que tenían 54.000 años.

 

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