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El beso de Pelé a Gabriel García Márquez

Tributo artístico a Pelé y García Márquez en Bogotá

Pelé besando a García Márquez, por el artista Luis Bueno, en el Centro Cultural Gabriel García Márquez en Bogotá.El beso de Pelé a Gabriel García Márquez

Sonriente, un Gabriel García Márquez en blanco y negro exhibe su perfecta dentadura debajo del bigote y mira de frente al espectador. De espalda, enfundando la camiseta verdeamarela de Brasil, un Pelé a todo color le da un beso en la mejilla. El padre del realismo mágico y O Rei do futebol juntos en una popular imagen de arte callejero que terminó convertida también en la postal de la Feria Internacional del Libro de Bogotá que concluye esta semana, la FILBo, con el gigante sudamericano como el país invitado de honor.

El propio presidente Luiz Inácio Lula da Silva encabezó el desembarco brasileño en Bogotá, con una delegación que incluía escritores como Luciany Aparecida y Ailton Krenak, el primer indígena en pertenecer a la Academia Brasileña de las Letras. Pelé, fallecido a finales de 2022, también se llevó algunos de los focos en la gran cita de la industria editorial. La imagen que todavía da la bienvenida a los visitantes al pabellón de Brasil en la FILBo es parte de la serie Pelé Beijoqueiro –que traduce algo así como Pelé besuquero, o besucón–, del artista y diseñador gráfico Luis Bueno, que ya inundó –con otros acompañantes– las calles de Sao Paulo, y también ha salpicado los muros de otras ciudades como Río de Janeiro, Buenos Aires, Santiago, Londres, Nueva York y París.

La idea para crear esta versión, cuenta el artista, surgió después de que hizo una intervención de Pelé abrazado con Carlos Gardel en la embajada brasileña en Buenos Aires, para celebrar los 200 años de relaciones entre Argentina y Brasil. Dado que la invitación era llevar a su Pelé besucón a una feria del libro, García Márquez –que cumple diez años de muerto–, era la elección obvia para una personalidad colombiana. Cuando apenas estaba terminando el collage en la FILBo, la mañana de la inauguración, ya había personas acercándose a tomar fotos y selfis. Esa escena se repitió todos los días. "Esa es la mejor respuesta de la gente para un artista como yo", apunta por teléfono, ya de regreso en Santos, la ciudad portuaria de Brasil donde vive y donde Pelé se hizo leyenda.

Además de la de Corferias, Bueno estampó otras copias del abrazo entre el futbolista brasileño y el Nobel de literatura colombiano en las paredes del Centro Cultural García Márquez del Fondo de Cultura Económica, en el centro de la capital colombiana, a pocos metros de la Plaza de Bolívar; de la Biblioteca García Márquez en El Tunal; y dentro y fuera del Ibraco, el Instituto de Cultura Brasil Colombia, en el norte de la ciudad. Allí permanecerán indefinidamente como testimonio del buen momento de las relaciones entre los dos países amazónicos.

La historia de Pelé Beijoqueiro, la serie de obras más conocidas del artista callejero, se remonta a 2010, cuando una amiga le mostró la famosa foto en la que el futbolista besa al boxeador Muhammad Ali –enfundado en la camiseta del Cosmos de Nueva York donde acabó su carrera, en la imagen original–. Al día siguiente, Bueno intervino esa imagen con la Mona Lisa en el lugar de Ali, y se dio cuenta de que podía poner a quien quisiera en lugar del boxeador. Esa fue la primera incursión en las calles de São Paulo. Después, Pelé no dejó de repartir besos a Salvador Dalí, los Beatles, Marilyn Monroe, David Bowie y también a otros íconos latinoamericanos como Pablo Neruda, Salvador Allende o El Chavo del Ocho. Uno de los más famosos (y fotografiados) lo muestra junto al Batman de Adam West en Beco do Batman, uno de los lugares más turísticos de São Paulo, conocido por sus paredes con graffitis.

Además de que el admirado Pelé es una figura fundamental en la cultura brasileña del siglo XX, los abrazos, los besos y el contacto físico es algo muy característico de los brasileños, explica Bueno. Ya perdió la cuenta de cuantas personalidades ha puesto al lado de O Rei, pero todavía conserva un cariño especial por esa primera versión en la que lo acompañaba la Mona Lisa.