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Paul Tighe, el mensajero digital de Dios

La irrupción papal en Twitter se debe, entre otros artífices, a su entusiasta labor.

En el maletín del obispo Paul Tighe no puede faltar nunca su iPad. “Se ha convertido en mi televisión, mi radio, mi despertador, pero, sobre todo, en ¡mi Biblia!”, cuenta este prelado irlandés de 59 años que fue invitado a la última edición del Web Summit, la mayor cumbre sobre tecnología del mundo, celebrada en Lisboa. “Tengo que reconocerlo, las plataformas móviles han enriquecido mi vida”. Tighe se confiesa sentado en una especie de cabina ubicada en mitad de una enorme sala de conferencias. 

Paul Tighe, el mensajero digital de Dios

Hoy trabaja como secretario adjunto del Consejo de Cultura del Vaticano y es uno de los mayores expertos en comunicación de la Santa Sede. Se mueve como pez en el agua en este ambiente de millennials avezados que han triunfado con sus -negocios digitales. La conferencia que ha dado ha cosechado una gran acogida. El tema: acercar el mensaje de Dios a través de las redes sociales. “Me encanta estar con la gente, compartir palabras de esperanza, pero tampoco quiero bombardear a nadie”, dice Tighe. Viste un traje de chaqueta oscuro y alzacuellos blanco, del que cuelgan un enorme crucifijo y su acreditación al Web Summit. “Debemos entender este mundo para saber movernos dentro de él”. 

Su facilidad para conectar con los jóvenes le viene de su etapa como profesor de teología en la Universidad de Dublín. “Me encantaba dar clase. De hecho, yo no decidí dedicarme a la comunicación”. En 2004 fue destinado como director de la oficina de medios de la diócesis de la capital irlandesa. En 2007 recibió la llamada de Roma. Benedicto XVI lo nombró secretario del Consejo de Comunicación Social del Vaticano. En 2012 Tighe formó parte del equipo que convenció al entonces Papa en funciones de la importancia de abrirse una cuenta en Twitter. Han pasado cinco años y el actual papa Francisco ha superado los 35 millones de seguidores en esta red social. “Teníamos que mejorar la comunicación del Santo Pontífice, hacerla más directa y cercana. Está claro que él no puede responder a cada tuit. Los mensajes que se publican se sacan de sus discursos”, cuenta. “Pero lo bueno es que otras comunidades católicas pueden extender el mensaje”, explica entusiasmado, como si aún estuviera en lo alto del escenario impartiendo la charla de esa mañana.

Una de las tareas que más le ha gustado desde que llegó al “equipo del Vaticano” (como él prefiere llamar al Gobierno pontificio del que forma parte) ha sido la de viajar por todo el mundo para enseñar a los diferentes cuerpos eclesiásticos la importancia de las redes sociales y la necesidad de adaptar el lenguaje religioso al siglo XXI. Su red social favorita es Skype. “Me permite conectar directamente con las personas”, dice. “Me acuerdo de lo difícil que era hace 30 años comunicarse con Roma desde Irlanda. ¿Cómo no vamos a valorar estas ventajas divinas?”. En lo que no está muy puesto es en teléfonos móviles. “Tengo un Samsung muy primitivo. Para las cosas más modernas ya me manejo con el iPad”. (EPS)




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