Patrimonio Nacional cede a Holanda un retrato lleno de hormigas voladoras
Un cuadro de don Juan de Austria cedido para una exposición en el Rijksmuseum contenía insectos vivos entre el marco y el bastidor
Es un retrato anónimo de don Juan de Austria, pintado en 1575 y salió del Monasterio de San Lorenzo del Escorial el pasado 27 de septiembre con rumbo a Ámsterdam. Aterrizó en el Rijksmuseum tras hacer escala el 28 en el Museo del Prado, del que es propiedad y al sacarlo de su caja el 5 de octubre, la correo que lo acompañaba y vigilaba halló que un grupo de hormigas aladas había tomado la parte trasera del cuadro, entre el bastidor y el marco. Aspiró todos aquellos insectos vivos de inmediato y guardó dos, que envió a analizar al Museo del Prado. La obra prestada forma parte de la exposición “La guerra de los 80 años. El nacimiento de los Países Bajos” y los pasajeros inesperados no han dañado la pintura.
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SIN EXPLICACIÓN ALGUNA
Los especialistas no han podido localizar los orígenes del nido, pero aseguran que el cuadro está en perfectas condiciones, porque no son xilófagos. De manera inmediata, la pinacoteca comunicó a Patrimonio Nacional la incidencia y los resultados de la investigación y alertaron al equipo de conservación de esta institución para que revisara el estado de la sala donde reside el cuadro. Debían buscar un foco de contaminación de los insectos. La hipótesis de la caja contaminada queda descartada, al menos para el Prado.
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¿DE QUIÉN SON LAS HORMIGAS?
Sin embargo, un portavoz de Patrimonio Nacional asegura que es imposible que haya hormigas voladoras de origen, porque al preparar el cuadro para su embalaje lo revisaron y no encontraron nada. Además, añaden que se embaló de tal manera que no era posible que entrara nada.
“Las hormigas voladoras no viven más de tres días”, asegura Patrimonio Nacional, que señala que no es posible que partieran desde El Escorial con vida. Lo que no se puede saber es cuándo eclosionaron sus larvas. Tras el percance, los especialistas atendieron la advertencia del museo y revisaron la sala, pero dicen que no detectaron ninguna plaga de hormigas.
La empresa de transportes responsable del envío afirma tajante que en la caja de envío no ha podido entrar ningún insecto.
“La posibilidad de que las larvas provengan de nuestro embalaje son nulas, porque la madera es tratada. Además no pueden acceder del exterior. Nunca nos ha sucedido algo parecido”, comentan.
Según cuentan, nadie de Patrimonio Nacional se ha puesto en contacto con ellos para informarles del hecho. De todas maneras, la empresa de transportes se extraña que un insecto que no es xilófago se aloje en la madera. Y la hipótesis de la larva toma consistencia.
El presidente de Patrimonio Nacional, Alfredo Pérez de Armiñán, aseguró que “el lienzo llevaba anclado al yeso y sujeto por clavos muchos años”. Sin embargo, ese cuadro fue descolgado y enviado a la exposición “El Renacimiento” en Venecia, del Museo Thyssen, en junio de 2017.
La exposición del Rijksmuseum celebra el 450º aniversario del inicio del conflicto de la guerra de Flandes y la obra en cuestión es una de las pocas imágenes que han sobrevivido del hijo natural de Carlos V y la alemana Barbara Blomberg, hermanastro de Felipe II y gran artífice de la victoria de Lepanto. El general y estratega luce sobre su pecho el distintivo de la orden del Toisón de Oro. Un león domesticado aparece a sus pies.
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LOS OTROS JUAN DE AUSTRIA
El retrato —que sigue la tradición de la representación regia— muestra una fórmula similar a la de Alonso Sánchez Coello, al combinar el retrato de la majestad áulica con la profundidad del estudio psicológico del modelo. El resultado es una presencia solemne e imponente y un estudio minucioso de la calidad de la indumentaria y sus complementos.
De hecho, el otro retrato de Juan de Austria —pintado por Sánchez Coello en 1567— pertenece a Patrimonio Nacional y se encuentra en el Monasterio de las Descalzas Reales. En este aparece armado y con una incipiente barba, lo que subraya aún más su pubertad. “Su habilidad en el campo militar se refleja en la energía con que sujeta la espada con su mano izquierda”, puede leerse en el catálogo de la exposición “El retrato en las colecciones reales”, de hace tres años.
En 1632 Velázquez ironizó con la figura de Juan de Austria (1545-1578) al retratar a un bufón y ponerle su nombre. Le coloca un bastón de mando, deja caer las armaduras por el suelo y al fondo, se presenta una batalla naval en alusión a Lepanto. El pintor sevillano propone al espectador un sutil juego para que distinga los límites entre la realidad y la ficción, entre el mito y la historia.