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La sombra de Paco de Lucía es alargada

Casi una década después de su muerte, la huella del genio flamenco se hace presente

En febrero se cumplirán nueve años de la desaparición de Paco de Lucía, fallecido en febrero de 2014 en Playa del Carmen (México). El valor de su obra y la influencia que ha tenido no se discute: la guitarra flamenca sigue evolucionando con sus aportaciones y las de sus compañeros de generación, junto con las de los guitarristas que los han sucedido en, al menos, dos generaciones posteriores. El eco de Paco de Lucía se revela en muchos de sus protagonistas con formas muy diversas y de manera más o menos explícita, como puede suceder en estas dos grabaciones publicadas recientemente.

Retrato promocional del artista Niño Josele.La sombra de Paco de Lucía es alargada

Niño Josele no ha cesado desde entonces de ejercer su liderazgo para enriquecer el lenguaje de su instrumento, a través de encuentros y confluencias con otros músicos, especialmente del mundo del jazz. Ahí quedan sus aportaciones a la obra colectiva Miles Español. New Sketches of Spain (2009) o su trabajo junto al pianista Chano Domínguez (Dúo, 2014). Existen también en su trayectoria discográfica dos regresos a la guitarra más flamenca, como fueron La venta del alma (2009) y, especialmente, el celebrado El mar de mi ventana (2012), con colaboraciones, entre otras, de su paisano Tomatito y de Paco de Lucía.

La huella del genio se hace perceptible en más de un momento de este Galaxias. Con Chick Corea, un inevitable punto de conexión, aborda el primer corte, registrado antes de la desaparición del músico estadounidense: una rumba en la que la guitarra suena decididamente flamenca y se inserta con naturalidad en las secuencias de moog del pianista. De forma inmediata, encontramos la bulería ‘La vida’, con un aire que termina evocando al maestro de Algeciras. A continuación, otra rumba, ‘La graciosa’, junto a la flauta de Jorge Pardo, abunda en similares sensaciones: picados muy ordenados, pese a su velocidad, junto a arpegios de una clara belleza. Lo mismo que ocurre con las bulerías en las que acompaña el flamenco cante de Rosario La Tremendita.

El disco no esconde su proyección internacional, que se enriquece con la participación del salsero panameño Rubén Blades, a quien acompaña en el tema ‘No pasa nada’, dedicada “a nuestro amigo Paco”. Otra colaboración que refuerza la transversalidad de la obra y su mestizaje es la del arpista colombiano Edmar Castañeda, con quien viaja al terreno de los verdiales en el tema ‘Caballo andaluz’. Un gozoso intercambio con una cierta melancolía final. El guitarrista se reserva apenas un corte para su toque en solitario, la composición ‘Te recuerdo’, dedicada a su padre: un espacio en el que predomina el lirismo y el sentimiento. Un remanso de paz en una grabación dominada por la alegría y la positividad. No en vano, nos encontramos con tres rumbas y tres bulerías, estructuras rítmicas reconocidamente festivas. Desde su posición de líder y exhibiendo madurez, se podría decir que, en su nuevo trabajo, Niño Josele se da un homenaje disfrutón rodeado de grandes músicos y amigos.

El recuerdo a Paco de Lucía no falta tampoco en el debut discográfico de Niño Seve (Córdoba, 1982), Luna de la Judería (La Droguería Music). Aparece de manera explícita en el segundo corte, una bulería por soleá en la que, realmente, llora la guitarra evocándolo, una interpretación que se corona con el cante desgarrado de Duquende, otro artista que también giró con el maestro. Ese es solo uno de los temas de un trabajo que, de alguna manera, resume la obra y trayectoria de un artista que, desde sus inicios, llamó la atención por su virtuosismo en la guitarra flamenca de concierto. 

 

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