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Michael Nyman compone una ópera sobre la maleta mexicana de Capa

El compositor se inspira en las fotografías de la Guerra Civil que durante 70 años permanecieron inéditas.

Cuando alrededor de 2010 su amiga Trisha Ziff le convenció para que hiciera la música de su documental “La maleta mexicana”, Michael Nyman apenas conocía de las peripecias de Robert Capa y Gerda Taro.

Negativos de “La maleta mexicana” que muestran fotos inéditas de la Guerra Civil.Michael Nyman compone una ópera sobre la maleta mexicana de Capa

“No sabía nada de la Guerra Civil, nada de los extranjeros que combatieron ahí, nada de la diáspora y el exilio y mucho menos de la generosidad que tuvo el gobierno mexicano de entonces con los que perdieron la guerra en España”, asegura el músico.

Pero entre su pasión por la historia y la fotografía, entró a fondo. Y quedó atrapado en el hilo de desgracias que ha marcado el siglo XX hasta el punto de no quedarse satisfecho sólo con la banda sonora del documental. “Ahora preparo una ópera”, anuncia cuando está a punto de llegar al país donde ambos convivieron durante la guerra como fotógrafos y en el que Taro murió aplastada por un tanque republicano. Fue cerca de “El Escorial”, en un accidente provocado por la confusión de un vuelo rasante por parte de la aviación franquista.

Tenía 26 años. Hasta entonces, ella fue la mitad de Robert Capa. El pseudónimo lo ocupaban dos: la alemana y Endre Ernö Friedmann, su pareja y colega húngaro de procedencia judía, que finalmente firmaría siempre como tal hasta su muerte en 1957.

LA MISTERIOSA MALETA

David Seymour fue el tercero en esta historia que acaba en México. Ahí es donde aparece en la década de los 90 una maleta con cuatro mil negativos correspondientes a los tres reporteros gráficos. Y de ese viaje da cuenta la ópera de Nyman. “En un mundo en que cada vez se reclaman más fronteras, esta es una historia ejemplar”, asegura el músico. Más para un acto generoso, como el que México y el Gobierno de Lázaro Cárdenas demostró con la acogida de los españoles desterrados.

“Que a un país que ha sido capaz de dar tanto con una apertura como aquella se le quieran poner trabas y cerrar el paso, es significativo del tiempo que vivimos”.

Nyman siente ese desprecio hacia México como algo propio. Ha vivido años ahí, un país que el británico considera, según él mismo, “mi hábitat natural”.

Es en la Ciudad de México donde ha mantenido relación con exiliados españoles y descendientes de los mismos: “aquella avalancha ayudó a enriquecer la cultura mexicana. Sigue siendo algo muy presente y muy vivo todavía hoy”, afirma.

Como lo son para él las experiencias que lo han marcado. Aquel balbuciente minimalismo que lo atrapó en Londres hacia los años setenta: “con referentes como Philip Glass o Brian Eno”. La alianza, que ya es historia del cine, entre él y Peter Greenaway para películas tan avasalladoras, inquietantes e inclasificables como “El contrato del dibujante” o “El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante”.

“Están muy presentes dentro de esta gira en que celebramos 40 años juntos con nuestra banda. Son obras en las que la música que hice la siento mucho más propia que en otras como ‘El piano’”, anuncia Nyman. Aquella banda sonora le dio fama mundial, pero aun así la nota mucho más lejana.

“En aquella ocasión pertenecía más a la directora de la película, Jane Campion o incluso al personaje de Holly Hunter, que a mi”, confiesa.

No es que por eso reniegue de inspiraciones en torno a los personajes que retrata. Se trata de un juego que llevó al límite en otra de sus obras maestras como compositor: “Wonderland”, creada para la película de Michael Winterbottom: “aquella fue especial. Retrataba un Londres tan oscuro y frustrado que la música debía marcar en ellos los deseos y los sueños que la realidad les negaba. Así que a cada pieza le di el nombre de uno de los protagonistas”, asegura.

Nyman enfrenta dos aspectos de la naturaleza musical en perpetuo conflicto: “el propio egoísmo de un compositor y la necesidad de crear para compartir”. Nyman ha realizado un viaje vital y artístico alimentado tanto por los orígenes como por la ultra vanguardia. “Desde que comencé a componer, me atrajeron de la misma manera el poder de los barrocos y renacentistas –tanto Bach, Purcell o Francisco de Vitoria y Cabezón- como las obras rompedoras de Pierre Boulez o Stockhausen”, asegura. (EP)





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