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La odisea de la criolla que fundó el primer colegio público para niñas de México

Una novela histórica de la debutante Margari Alonso cuenta la vida de María Azlor, que dejó su vida de opulencia por los hábitos para levantar un centro educativo que incluía a las clases desfavorecidas

Retrato de María Azlor (1730-1732), en el museo Soumaya de Ciudad de México.La odisea de la criolla que fundó el primer colegio público para niñas de México

María Ignacia Azlor y Echeverz es más conocida en México, mientras que en España se ignora que fue una criolla de descendencia navarra (por parte de madre) y aragonesa, nacida en 1715, que pertenecía a una de las familias más ricas del virreinato de la Nueva España. Lo sobresaliente de su vida fue que renunció a la opulencia y comodidades para tomar los hábitos con el fin de dedicarse a la educación de las niñas, incluidas indígenas, con la fundación de la primera escuela pública femenina, de carácter religioso, en México.

Para conseguirlo, Azlor tuvo que atravesar el océano Atlántico dos veces, la primera para dejar en orden sus asuntos con su familia en España y luego hizo el tornaviaje con 11 mujeres que se unieron a su causa.

La navarra Margari Alonso, licenciada en Derecho, debuta como escritora con esta entretenida novela histórica, María Azlor. Una vida entre las dos Españas (Círculo Rojo), repleta de datos, personajes (todos a los que se refiere existieron) y hechos, refrendados por las numerosas notas de la edición. La idea del libro surgió de un manuscrito de finales del siglo XVIII que encontró en la Biblioteca Nacional de España sobre una docena de mujeres que había viajado desde Tudela (Navarra) a América para fundar un colegio en México. Tirando del hilo encontró más documentos, como los pasajes de embarque de aquellas mujeres.

La información Alonso que ha reunido para su libro procede de una investigación de años en la Biblioteca Nacional de México, el Archivo de Indias, en iglesias... De su biografiada destaca que "quería sustituir la caridad por la educación, que las niñas pobres tuvieran acceso a la formación, era una adelantada a los tiempos de la Ilustración".

La aventurera vida de Azlor lleva la narración del libro por Ciudad de México, La Habana, Cádiz, Sevilla, Madrid, Tudela... por los caminos polvorientos que atravesaban España y en los navíos de la Carrera de Indias. En el texto se destacan los obstáculos que algunos personajes pusieron a sus deseos, incluidos algunos familiares, que veían una empresa disparatada y querían a María bien casada. Visto que era imposible disuadirla, al menos intentaron convencerla de que su obra la levantara en España y no en México. De alguna manera, asegura la autora, Azlor quería devolver a América las riquezas que el Nuevo Mundo le había dado a su familia.

La determinación de Azlor se afianza tras perder a sus padres y casarse su hermana. Con solo 21 años se embarca en Veracruz, en mayo de 1737, rumbo a España, con los riesgos, entre otros, de ataques piratas. Este es el relato principal del libro, ese agotador viaje, con fallecidos por el camino, para una joven que apenas había salido de la hacienda familiar. El navío llega a Cádiz a finales de agosto de ese año, desde donde ella se traslada en carruaje, leguas y leguas, hasta Tudela.

En la localidad navarra ingresa en un convento en el que pasa ¡10 años! en una humilde celda. Azlor escribe al rey Fernando VI para garantizar la viabilidad del futuro colegio-convento, que financiará con sus minas, cabezas de ganado, joyas, piedras preciosas y dinero (al que se unió el que aportó la reina, Bárbara de Braganza). La lentitud burocrática motivó que la real cédula que autorizaba su obra no llegase hasta abril de 1752. El monarca ordenaba que se le diera "todo el favor, ayuda y auxilio que para ello se necesitare".

Ahora faltaba, nada menos, que regresar a América, acompañada de 11 religiosas con las que logró sintonía para su proyecto. En junio de 1753 partieron desde Cádiz; en el caso de la protagonista, volvía a hacerse a la mar 16 años después. En tierras mexicanas tampoco hallaron un camino de rosas, con los recelos del obispado.

Por fin, en junio de 1754 comenzaron las obras del colegio-convento, con celdas para las religiosas, enfermería, baños, aulas y viviendas para las alumnas. En noviembre se hizo realidad el centro educativo para niñas de diferentes clases sociales y colores. María Azlor disfrutó de su logro hasta 1767, cuando falleció a los 52 años. Una iniciativa que continuó y se extendió a otros lugares de América. Quedó además su intento, como dice Margari Alonso, de "cambiar el papel de la mujer en la sociedad del virreinato".

 

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