buscar noticiasbuscar noticias

Los dilemas de la seducción

Estamos inmersos en una profunda renegociación de género y quizá haya que buscar un nuevo término que refleje mejor unas relaciones físicas y emocionales entre hombres y mujeres mбs equilibradas y libres

Es pronto aún para vaticinar las consecuencias estructurales del movimiento MeToo, pero una de las cuestiones que parece preocupar a algunos es el futuro de la seducción entre los sexos. ¿Cómo seducir en un mundo donde hay que ir haciendo explícito lo que uno desea y no en cada momento de un encuentro íntimo? ¿Cómo seducir en la transparencia cuando la seducción, tal y como la conocemos hasta ahora, se basa en la ambigüedad? Del latín seducere,conducir a otra parte, las tres acepciones de seducir que presenta el Diccionario de la RAE ayudan a entender el singular cóctel semántico y cultural que esconde la palabra y, con ella, el acto de seducir: “1. tr. Persuadir a alguien con argucias o halagos para algo, frecuentemente malo. 2. tr. Atraer físicamente a alguien con el propósito de obtener de él una relación sexual. 3. tr. Embargar o cautivar el ánimo a alguien”.

Los dilemas de la seducción

Esto lleva a preguntarse si la cuestión del consentimiento a un avance sexual se resuelve con un sí explícito por parte de la mujer. Pues es posible consentir a una actividad sexual no querida o deseada, como explican las psicólogas Lucia F. O’Sullivan y Elizabeth R. Allgeier. Ese consentimiento, sería, nuevamente, el resultado de expectativas sociales y de género, incluida la anticipación de una reacción contrariada o violenta por parte del varón de no producirse ese consentimiento o, desde la perspectiva del varón, la expectativa de que debe consumar una acción sexual por él iniciada. Al calor del movimiento MeToo, hay quienes reivindican la importancia de explorar abiertamente todas las zonas grises que resultan de este guion asimétrico y ambiguo aún imperante, en el que el placer sexual de las mujeres ocupa un papel secundario, sus expresiones de resistencia o consentimiento pueden ser fingidas con el fin de adaptarse a aquel y, por otra parte, el varón carga con el peso visible de la iniciativa.

No es casualidad que en los últimos años un gran número de estudios sobre sexualidad y consentimiento —generalmente, desde una perspectiva feminista— se hayan generado en la órbita anglosajona, donde también se inició el movimiento MeToo. Y que, al mismo tiempo, algunas de las reacciones de reivindicación masculinista más visibles hayan surgido en el mismo entorno cultural: desde el inusitado éxito del psicólogo canadiense Jordan Peterson, quien denuncia el “asalto contra la masculinidad” que cree distinguir en la actualidad, hasta el renovado interés por la llamada comunidad de seducción (Seduction Community), una red informal de grupos físicos y virtuales.



DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD