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Los árboles se están muriendo cada vez antes

El aumento de la temperatura y las sequías reducen la esperanza de vida de los bosques del planeta

Llega el verano al hemisferio norte y con él los incendios que asolan los bosques en España, Estados Unidos y otras zonas del planeta. Pero el fuego no es el único enemigo de los árboles. Hay otra amenaza que los está matando más lentamente. Empezó a finales del siglo XVIII, con la llamada Revolución Industrial y sus crecientes emisiones de efecto invernadero. Su acumulación en la atmósfera está calentando el planeta y sus consecuencias se están notando ahora: hay selvas donde la esperanza de vida forestal se ha reducido a la mitad. Y en otras, los eventos de mortandad provocados por las sequías, se han multiplicado en la última década.

En el nordeste de Australia, donde sobreviven especies endémicas desde hace miles y miles de años, la tasa de mortalidad de los árboles se ha multiplicado por dos.Los árboles se están muriendo cada vez antes

La causa última de la muerte no es fácil de establecer. A la larga vida de los árboles, que complica su seguimiento, se le une la complicación de su lenta muerte. Lo cuenta el ecólogo forestal de la Universidad de Oxford y principal autor del estudio de Nature, David Bauman: “Ser árbol es ser lento, esta estrategia evolutiva les ha permitido sobrevivir a los cambios en el entorno, también los extremos. La muerte viene de una interacción de factores que le afectaron en el pasado. Un año puede ser una sequía y después viene un patógeno o una ola de calor”.

En los bosques húmedos de Australia, la amplitud del daño y las zonas donde está siendo más acusado da pistas sobre el culpable. Los investigadores han observado que el riesgo de mortalidad es mayor en las áreas más secas y, en el caso de las parcelas de bosque húmedo, en sus márgenes más secos. Es decir, todo apunta a cambios en las condiciones climáticas provocadas por el calentamiento global. “Cuanto más aumenta la temperatura, mayor presión sobre la dinámica de evapotranspiración, las hojas de los árboles evaporan más agua de la que sus raíces pueden captar. Pero su tiempo de respuesta es lento y hay que disponer de décadas de datos para detectar esta mortalidad”, comenta Bauman. Para este científico es difícil saber si este aumento de la tasa de mortalidad está sucediendo en otras regiones del planeta, “pero el motor que está detrás de ella, el déficit de presión del vapor, sí ha aumentado en los demás bosques húmedos del resto del globo”, concluye.

El científico del Ecophyslab de la Universidad de Florida y uno de los impulsores de la Red Internacional sobre la Mortalidad Arbórea William Hammond coincide con Bauman: “Aún no estamos seguros todavía de que la mortalidad de los árboles no esté aumentando en todos los bosques del planeta. Por ejemplo, ha subido en la Amazonía, Europa y América del Norte, pero se ha observado una tendencia contraria en la cuenca del Congo en un estudio reciente en el que he participado”, cuenta en un correo.

Lo que sí parecen universales son los episodios de gran mortandad. A diferencia de la mortalidad anual de árboles, una ratio que generalmente está variando entre el 1% y el 4%, Hammond lideró una investigación publicada en abril que muestra el carácter global de lo que llama pulsos de mortalidad. “Estos eventos suponen desviaciones significativas de aquellas ratios producidas en un único año, con al menos un 15% de muertes y a veces mucho más”, cuenta. El trabajo, basado en observaciones en más de 1.800 parcelas todo el planeta, desde el bosque mediterráneo al nivel del mar hasta los alpinos, ha descubierto una especie de huella o marca característica de las sequías más intensas. “Este es el conjunto de condiciones (aire seco, suelos secos, elevada temperatura, elevado déficit de presión del vapor...) que hemos asociado con los eventos de mortandad de los últimos años en el planeta”, detalla Hammond. Que esta marca aparezca en bosques y selvas de todos los biomas de la Tierra “demuestra el papel evidente del calor en lo que se ha venido a llamar mortalidad inducida por la sequía”.



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