‘Leamos en serio, leamos por siempre’
Aunque este mensaje es para todo aquel que guste leerlo, va especialmente dirigido a un público específico: Parejas que están por convertirse en padres o que tienen hijos pequeños.
Hace tiempo puse en mi Facebook una antigua (bueno, no tanto) fotografía que encontré en el baúl de los recuerdos. Aparezco yo, de un año de edad, sentado en un sofá, con un libro entre las piernas y mi mano parece ir siguiendo las letras, como si estuviera leyendo. A un lado se alcanza a ver mi padre, que era quien principalmente se encargaba de proporcionarme ese tipo de “juguetes”, aunque mi madre también solía hacerlo.
Como comentario a la publicación, escribí lo siguiente: “A todos mis alumnos, ex-alumnos y amigos que participan en la noble tarea de traer chamacos a este mundo: No les pongan una tablet en las manos; póngales un libro. Y ya si de pasadita ustedes también lo leen, mucho que mejor”.
La publicación generó bastantes “likes”, pero espero que además haya podido generar alguna reflexión en esos jóvenes a los que dirigí mi comentario y a los que dirijo ahora este mensaje. Porque ustedes, muchachos, tienen en sus manos (o están por tener) arcilla moldeable y, en gran parte, de ustedes dependerá la forma que esa arcilla llegue a tomar. Los mexicanos tenemos la fama de que no nos gusta leer. Yo quisiera tratar de ofrecer algunos argumentos con la intención de convencerlos de que dediquen tiempo y esfuerzo a sembrar en sus hijos el gusto por leer, porque eso no es algo con lo que nacemos o no, es algo que se siembra en nosotros, y si esa semilla se siembra desde la más tierna infancia, dará mejor cosecha. Así que entonces, aquí van mis argumentos, que no son míos, sino resultado de estudios que los han comprobado.
La lectura ofrece beneficios en el desarrollo intelectual y emocional (nos habilita para un manejo más efectivo y productivo de nuestras emociones ante diferentes situaciones); incrementa el vocabulario y mejora la ortografía y la redacción, proveyéndonos así de habilidades de comunicación que en las empresas son altamente valoradas; incrementa el acervo cultural y la creatividad. El leer también habilita a las personas para tomar mejores decisiones e incrementar su capacidad para reflexionar y resolver problemas.
Hace un tiempo, la directora de Asuntos Corporativos del Consejo de Comunicación en México expresó lo siguiente: “En los momentos que vive este país, de una violencia exacerbada, indiscriminada y sin sentido, es muy importante retomar la importancia de la lectura para darle un giro a ello. El fomentar y desarrollar en niños y jóvenes el amor por la lectura, además de proveerles una visión más positiva sobre su futuro, les permitirá tomar mejores decisiones en temas como: participar o no de las drogas, pandillerismo o delincuencia, incurrir en relaciones sexuales tempranas con el resultado de embarazos no deseados, y otros temas igualmente relevantes para la calidad de su vida futura”.
Así que ahí tienen. Creo que uno solo de esos argumentos debiera bastar para convencernos de la importancia de fomentar el gusto por la lectura en nuestros hijos. Lo mejor es que si lo hacemos, todos esos beneficios estarán disponibles para ellos.
Ahora, ¿Qué hacer? ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Número uno: Esconda la Tablet. Número dos: Léales un cuento todas las noches. Número tres: Lea también usted. Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra. Número cuatro: Disciplínese. No lo haga solo por un tiempo, mientras le dura la euforia. Esta debe ser una labor permanente, constante.
Hace tiempo desarrollé un proyecto al que llamé como el nombre de este mensaje (no pierdo la esperanza de que finalmente le llegue a interesar a algún gobierno o a alguna asociación). Su objetivo era implementar programas que, de manera amena y divertida, despertaran en los niños el gusto por la lectura. En ese proyecto, como parte de la justificación, incluía todos los beneficios que he mencionado, y terminaba diciendo: “El objetivo de este proyecto es que los niños logren ‘leer en serio’, lo cual es mucho más que una lectura obligada y sin sentido; es leer comprendiendo y analizando lo leído y dándole una aplicación personal que encamine la vida hacia mejores destinos. El objetivo es que logren ‘leer por siempre’, haciendo de éste, un hábito permanente que ellos deseen realizar por iniciativa propia”.
No sé si este proyecto quedará como uno más de mis “sueños guajiros”. Pero lo mejor es que para ustedes, en su propio proyecto familiar, con ese pequeño o pequeña que Dios y la vida les han confiado, en sus manos está hacerlo o no. Yo solo les dejo la invitación: Anímenlos y ayúdenlos a leer en serio, anímenlos y ayúdenlos a leer por siempre. n
jesus_tarrega@yahoo.com.mx
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