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La vida detrás de la literatura

Maggie O’Farrell trasciende en ‘Hamnet’ el componente legendario de la biografía de los grandes escritores poniendo en primer plano a la esposa de Shakespeare

Son muchos los libros que recrean biografías de escritoras y escritores sobresalientes. Los suelen escribir otros escritores y escritoras que, redundando en el aura legendaria de Cervantes o Virginia Woolf, nos proporcionan claves sobre sus propios referentes, sus lecturas y su oficio de escribir. Hablar de nuestras genealogías culturales constituye una fórmula magistral para formarnos literaria y vitalmente, aunque confesar influencias, a menudo, apunta más hacia la expresión de un deseo que a una marca estilística reconocible. Lo maravilloso y muy meritorio de Hamnet es que Maggie O’Farrell vivifica a Shakespeare, el gran “monstruo de la naturaleza” del canon universal —siempre desde una perspectiva anglosajona—, colocando en primer plano la domesticidad y utilizando como foco narrativo prioritario la figura de su esposa, aquí llamada Agnes.

La escritora Maggie O’Farrell, retratada en Barcelona en 2019.La vida detrás de la literatura

Pese a estos temas universales de elevado peso atómico, lo más importante en esta preciosa narración discurre en los espacios interiores, cocinas y alcobas, o en los exteriores del trabajo, huertos medicinales y emplazamientos de las colmenas. Lugares donde se vive, se copula, se come, se enferma, se sana o se muere. ­O’Farrell lleva a cabo una impresionante labor de documentación que sustenta la sensorialidad de su registro estilístico y su combinación sabia del realismo truculento —no escatima la textura de la muerte que es cadáver— con un realismo de premoniciones y casi conjuros que, a ratos, evoca el realismo mágico. Agnes, la esposa de ese escritor al que nunca se cita por su nombre —importa menos la fama que la cotidianidad, el canon que los alimentos—, es el contrapunto fantástico del hombre que escribe dramas y tragedias, y se va a vivir a un Londres insalubre. Agnes me ha hecho recordar la Blimunda del Memorial del convento, una Blimunda menos infalible, más vulnerable y contemporánea.



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