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‘La sombra exiliada’, de Norman Manea: la historia de un payaso nómada que sufre y nos hace reír

La obra del autor rumano es una de las más importantes de nuestro tiempo. Su escritura ofrece una suerte de arte poética negativa, opuesta a la literatura cómplice, formulaica y dogmáticamente banal

La obra de Norman Manea es una de las más importantes de nuestro tiempo. Quiero calificar estas palabras. Con “nuestro tiempo” quiero decir desde los principios de la Segunda Guerra Mundial hasta hoy, la era del genocidio y de los crímenes contra la humanidad.

‘La sombra exiliada’, de Norman Manea: la historia de un payaso nómada que sufre y nos hace reír

En cuanto a su estilo, Manea ofrece una suerte de arte poética negativa, opuesta a la literatura cómplice, formulaica y dogmáticamente banal, “sensible a los efectos baratos”. Uno de los personajes de La sombra exiliada, diestramente traducida por Marian Ochoa de Eribe, la expresa así: “Clichés, de todas formas. Faltan las lagunas, el enigma. La ambigüedad. Lo más interesante, lo más incitante”.

El interesante enigma, la ambigüedad incitante están en el corazón de este nuevo libro de Manea. Como ya argüía Walter Benjamin, el pasado que no es reconocido por el presente está amenazado con una irremediable desaparición. “En consecuencia”, escribió Benjamin, “las fotografías no pueden salvar el momento del olvido sólo con la pura representación, sino manteniendo actual el momento representado en cada momento presente”. La sombra exiliada es un conjunto, no de fotografías, sino de fragmentos, piezas sueltas pero relacionadas entre sí que representan ese inefable momento presente. Juzgo que el hecho de que uno de los fragmentos lleve el nombre de este reseñador no invalida la calidad del resto de la obra.

La sombra exiliada es guiada por otra sombra, la de Peter Schlemihl, el célebre personaje de Adelbert von Chamisso que vende su sombra (o su alma) al diablo. Escribiendo en 1813, Chamisso da su justificación a sí mismo y a Manea:

“Y así resulta que todo lo que he reunido y construido está condenado a ser fragmentario. ¡Oh, querido Adelbert, qué queda de todo ese esfuerzo humano!” Los libros de Manea son una suerte de respuesta a la pregunta de Chamisso. Manea es lo opuesto: perspicaz, intransigente, irónico. Sus ficciones y ensayos, desde el hoy clásico El regreso del húligan al lúcido Sobre los payasos: el dictador y el artista, implacablemente obliga al lector a mirar cara a cara nuestras atrocidades e infamias.

Sin embargo, en la obra de Manea hay siempre pequeños destellos de caritas, para emplear un término hoy casi olvidado. Manea desespera de la especie humana, pero no del todo. “Werther se suicidó”, observa Manea, “pero Goethe siguió viviendo”.

La obra de Manea tiene sus raíces en la antigua tradición talmúdica de cuestionar a Dios sobre las desventuras del mundo sin por eso menoscabar su inefable belleza. La pregunta esencial de Elie Wiesel: “¿Cómo se puede vivir con un Dios injusto?”, tiene como respuesta “ironizando la injusticia”. El héroe de Manea es un húligan, un payaso que sufre las brutalidades de nuestro mundo y nos hace al mismo tempo reír. Es también un nómada forzado al exilio, un judío errante que no ha elegido su suerte.

“El término exilio”, nos explica Manea, “retoma el sentido del latín exilium, que significa, literalmente, ‘fuera de este lugar’... El exilio no puede ser idealizado… El exilio deshumaniza”. Sin embargo, y aquí tenemos un ejemplo de la respuesta a Wiesel, “el exilio no es únicamente una desgracia... Es una oportunidad, merece la pena experimentarlo”.

REGÍMENES AUTOCRÁTICOS

Pero no son tan solo los Hitler y Stalin que nos condenan al exilio. “Si los regímenes autocráticos y totalitarios”, dice Manea, “exilian o matan a los que no se ajustan a sus normas, los democráticos, capitalistas, encuentran métodos más insidiosos para aislarlos, marginarlos y neutralizarlos”. Toda autoridad injusta refina un cierto arte para ejercer su oprobio.

“La profesión nos obliga a ser imaginativos”, dice el coronel que detiene sin razón al exiliado.

La maravillosa historia de Peter Schlemihl permite a Manea hilar una vaga trama a través de los fragmentos que componen este libro. Schlemihl es, sin duda, un payaso, pero también un exiliado, un inocente que vende lo que posee para sobrevivir pero luego se obstina en conservar su humanidad, en no convertirse en un Untermensch, un subhumano, como un siglo después, bajo el régimen nazi, serían llamados los judíos, los roma, y otras etnicidades.

  • “La decisión de Peter”, observa Manea, “de no renunciar a su alma resulta más importante que la tontería de vender su sombra. El bienestar es menos importante que la sombra (la identidad), y esta es menos importante que el alma”.

Y agrega: “¿Es la aventura de Schlemihl válida también para el expatriado de una dictadura o de una familia tiránica o de un enclave aislado por la pobreza, el salvajismo, el fanatismo? ¿Abarca el drama de Peter, tal y como es, el de todos los alienados, despojados, excluidos, nómadas expulsados por las tormentas de la Historia de un refugio a otro?”.

En uno de los ensayos de su libro La quinta imposibilidad, Manea anota lo siguiente:

“Si en nuestra lucha contra el mundo, al fin tenemos que tomar el partido del mundo contra nosotros mismos, como aconsejaba Kafka, la plegaria secular de la escritura será el último refugio del rechazo, y también de la resignación.

Después de todo, el sospechoso que reza por medio de la escritura no existe tan solo como una mítica creación de letras profanas girando en el anagramático misterio del mundo, mientras sigue buscando su lugar en el repertorio de curiosidades de tantas irrisorias patrias, sino también es real en su exilio, y en su exilada realidad encarna todas las imposibilidades de su existencia”.

Palabras como estas hacen que Norman Manea sea un escritor extraordinario y también imprescindible.

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La sombra exiliada (novela collage)



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