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´La reina del baile´: una ficción contemporánea sin desapego ni agresividad sobre la desorientación de una treinteañera

La escritora argentina Camila Fabbri analiza como si fuera una naturalista el comportamiento de la protagonista de esta novela breve y redonda

Retrato de la escritora argentina Camila Fabbri.´La reina del baile´: una ficción contemporánea sin desapego ni agresividad sobre la desorientación de una treinteañera

El sistema de apareamiento de la mayoría de especies animales es bien sencillo: una mezcla concreta de azar y feromonas resultan en roce y después procreación. Sin el peso de la autoconsciencia, no hay belleza, en esta unión, pero tampoco sufrimiento. Y Paulina, la protagonista de Camila Fabbri en La reina del baile (finalista del Premio Herralde de Novela) lo envidia y lo compadece.

La escena resultará familiar al lector habituado a ficciones contemporáneas: Paulina es una mujer en la treintena, acabada de separar de un hombre insustancial, con la angustia de la maternidad y las clínicas de congelación de óvulos al acecho, un trabajo aburrido de oficina y fotocopias, una sola amiga histriónica, un padre derrotado y una madre que hace lo que puede. Le cuesta encontrar un sentido palpitando en el núcleo de algo de lo que le rodea, pero en lugar de caer en una espiral nihilista, ella acepta que la forma sustituya al fondo de las cosas: "Felipe era mi novio, yo era su novia, vivíamos en el mismo domicilio. Sospecho que esa reunión de elementos quería decir que nos habíamos enamorado, que tal vez eso que hacíamos era vivir el romance de nuestras vidas y que todo lo que viniera después sería ridículo". Fragmentos como este podrían hacernos acusar a la novela de frívola, pero la mirada de Fabbri resiste el adjetivo. Hay desapego y agresividad en la desorientación de los personajes, pero también la voluntad firme de encontrar textura en detalles a priori insignificantes.

La novela, breve y redonda, trenza dos hilos temporales, ambos en primera persona. Por una parte, en pasado, los días de ruptura y posterior deriva, en los que la protagonista deambula acompañada de Gallardo, el perro que su ex ha abandonado con ella. De la otra, el relato en presente de un accidente de coche. Una Paulina en el limbo de la muerte pero sorprendentemente consciente, se observa ensangrentada dentro de su Peugeot 307, donde también hay (vivos) el perro y una adolescente desconocida. Se requiere un escenario así de exagerado, parece decirnos la autora, para que las personas de su alrededor pausen sus vidas pequeñas y presten atención, a ella en concreto y a lo trágico en general. Y es curioso que, aunque Fabbri no cuente con un corpus muy extenso, el choque sea ya un tópico en su literatura: sus dos libros de relatos se titulan Los accidentes y Estamos a salvo.

La prosa de Fabbri es abrupta (viene del mundo del teatro y el cine) y podría parecer incluso seca, pero no lo llega a ser por la habilidad con que filtra la trascendencia. Aunque en alguna ocasión explica innecesariamente ideas que ya ha circunvalado con imágenes —"este mundo es tan hondo y tan un disparate que nada hace real sentido"—, hay en La reina del baile una voluntad firme de no ceder ni a la futilidad ni a la desesperanza. Y esto afecta a la filosofía que late en el fondo de la novela, pero también al estilo, que es sarcástico y cercano pero también fino y elegante.

La protagonista respeta a su enemigo —la soledad, el cinismo— y es por esto que su tono es más extrañado que vacilón. Se mira a sí misma del mismo modo que a los animales que no dejan de aparecer en la novela. Ellos procrean, obedecen y siempre están: "Ahí afuera Gallardo les gruñe a las gallinas flacas, que lo miran sin ningún interés. Lo llamo, el perro viene. Lo llamo, el perro viene. Lo llamo, el perro viene. Cosas que solamente pueden ocurrir con las mascotas y que no deberíamos naturalizar tanto". Como una documentalista que se acerca poco a poco para estudiar un comportamiento desconocido, Camila Fabbri no romantiza la ingenuidad animal, sino que, mediante la literatura, trata de comprender este espacio de belleza y sufrimiento que la separa de ella.



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