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La “normalidad acelerada” de los festivales de música

Después de dos años bajo mínimos, las citas de varios días con pop y rock regresan con optimismo, pero afrontando retos como la excesiva oferta, la subida de precios y el eclecticismo en el cartel

Ya lo anunciaron cuando estalló la pandemia, hace dos años: “Seremos los últimos en salir de esto”. El virus cambió los planes de todo el sector de los festivales de música de la noche a la mañana y obligó a los organizadores a reinventarse con nuevos formatos. Algunos, para resistir, han tenido que posponer sus ediciones y simplemente, esperar. Muchos de sus trabajadores han tenido que buscar otro empleo y reconvertirse. Según el último Anuario de la Música en Vivo, publicado por la Asociación de Promotores Musicales (APM), la música en directo en España recaudó el año pasado por la venta de entradas 157 millones de euros, un 13% más que en 2020, el año de la “debacle insólita”, cuando el virus provocó una caída del 63% de la facturación.

Actuación de los Crystal Fighters en el SanSan Festival de Benicàssim que se celebró esta Semana Santa.La “normalidad acelerada” de los festivales de música

Y en este momento, tras más de tres años sin pisar grandes recintos, por fin, vuelve la normalidad. Esta es la idea con la que trabajan los equipos de las principales promotoras musicales españolas. Después de todo lo vivido, dicen sentirse en una especie de “calma tensa”. Las autoridades sanitarias ya han eliminado el uso de la mascarilla casi por completo, pero apelan a la responsabilidad individual y se fijan en experiencias recientes como el festival estadounidense Coachella. Además, afrontan otros retos. ¿Cómo recuperar el tiempo y el dinero perdidos después de dos ediciones frustradas? ¿Existirá público para el superávit de festivales de este año? ¿O será necesario sopesar la posibilidad del eclecticismo en la programación (o sea, juntar en una misma cita a una estrella del reguetón con una banda de rock), tendencia que ya se impone en carteles nacionales como el Bilbao BBK Live, que contará con Placebo y J Balvin, y a nivel internacional. Con este contexto, el periodo de grandes festivales en España se inicia este fin de semana (28, 29 y 30 de abril) en Villarrobledo (Albacete), donde se espera que más de 200.000 personas acudan al 25 aniversario del Viña Rock.

“Nos reinventamos con ciclos, pero teníamos muchas limitaciones. En 2021 nos dejaron trabajar y desde octubre hay menos restricciones. Ahora, por fin, estamos de vuelta y tenemos muchas ganas”, señala pletórica Fátima Rodríguez, que lleva 30 años en el mundo de la música y diseña la programación de importantes citas como el Weekend Beach (Torre del Mar, Málaga). Javier Arnáiz, director de Mad Cool (Madrid), que este año durará cinco días y que programará a Florence + The Machine, Metallica o Muse, califica la situación como una “normalidad acelerada”.

“El regreso se está produciendo de golpe porque en este 2022 hay una gran oferta de festivales, giras y conciertos”, asegura Arnáiz, que confirma que en su próxima edición recibirán a 300.000 personas en el recinto ubicado en Valdebebas. Germán Quimasó, director de Sonde3, la empresa que está detrás de festivales como Pirineos Sur (Lanuza, Huesca), Río Babel (Madrid) o SanSan (Benicàssim), también se muestra optimista: “Anímicamente hemos regresado a la prepandemia”. Con la confianza de que lo peor ya ha pasado, atrás quedan las limitaciones de aforo y estar sentados en los conciertos. Ricard Robles, fundador del Sónar (Barcelona), asegura que la expectativa es disfrutar como se hacía en 2019. “Era necesario volver y lo vamos a hacer igual o con más fuerza”. Así lo asegura también Eva Castillo, directora de comunicación de Last Tour, organizadores del BBK Live, quien tampoco oculta sus ganas de sentir otra vez “la energía del directo y de trabajar para anunciar y no para cancelar”.

Todo este optimismo no es casualidad: es fruto de una fidelidad, la que ha demostrado el público de los principales festivales desde marzo de 2020. En algunos casos, hasta el 90% de las personas que tenían su entrada ya comprada la conservó. Iván Méndez, de la compañía organizadora Bring the Noise, aporta datos: “El Resurrection Fest (Viveiro, Lugo) y O Son do Camiño (Santiago de Compostela) las agotaron en su momento y ahora hay más ganas que nunca: la demanda del público es muy fuerte”. Desde Producciones Baltimore, José Manuel Piñeiro está deseando abrir las puertas de sus festivales, marcas emblemáticas como el Low Festival de Benidorm y el Warm Up de Murcia, que programa este fin de semana a Bastille o Izal: “La reactivación de la venta va muy bien, se juntan los fieles que nunca fallan y las ganas de festival. Tenemos mejores cifras que antes de la pandemia”.

El responsable de Mad Cool tiene claro que esta edición servirá para tapar agujeros y seguir adelante con el proyecto: “Para sobrevivir a estos dos años de pérdidas hemos tenido que volver a financiarnos e hipotecarnos”. A pesar del optimismo de la vuelta, los promotores también coinciden en que este año, más que nunca, la gente está más cautelosa y espera hasta el último momento para comprar su entrada, y desde la APM advierten de un cóctel explosivo que tendrá su efecto en un futuro no muy lejano: la incertidumbre y la inflación. “Nos estamos comiendo la subida de precios con patatas y estamos tratando de que el público note lo mínimo este incremento para no darles más inseguridad”, asegura Carol Rodríguez, responsable de la división de festivales de esta asociación.



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