“La izquierda en México está muriendo”: Marichuy
La aspirante presidencial indígena propone tumbar las estructuras tradicionales de gobierno y empezar la reconstrucción desde las regiones más pobres del país
María de Jesús Patricio da sorbos rápidos al café soluble que le han servido en una taza de plástico beige.
La aspirante presidencial, a quien todos llaman Marichuy, dice que las bajas temperaturas de la Ciudad de México “dejarán a la vocera sin voz”. Su risa rasposa apenas se escucha, incluso en el salón vacío, de techo alto, en una vieja casona de la colonia Doctores.
El edificio de paredes descarapeladas es la sede capitalina del Concejo Indígena de Gobierno, un organismo que nació en la víspera de las elecciones de 2018 con una meta sin precedentes: llevar por primera vez a una mujer indígena a la silla presidencial. Aquella propuesta ha sido recibida con cientos de burlas e insultos en los espacios anónimos de las redes sociales mexicanas. “Uno de los comentarios que más he escuchado es que las mujeres indígenas nada más sirven para limpiar casas. Es una muestra de lo que vivimos en este país, que siempre ha sido muy racista y muy machista”, comenta la mujer nahua, de 53 años, con una sonrisa burlona.
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Con ese mismo gesto ha respondido a un grupo de periodistas que le piden que cambie su chamarra negra de borrega por un rebozo para tomarle una fotografía. “No traigo rebozo”, responde Patricio.
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DISCRIMINACIÓN SIN FIN
La discriminación es parte de la vida de los indígenas en México, que representan el 10% de la población del país. Nueve de cada diez personas que se identifican como parte de un grupo étnico en México se sienten discriminados por su condición, según una encuesta del Gobierno Federal. Los mayores índices de pobreza y marginación se registran en las comunidades indígenas, de acuerdo con reportes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Las historias de maltrato e injusticia en estas comunidades se repiten año tras año. Una espiral en la que sólo cambian los nombres de las víctimas y los victimarios.
La diferencia en la última década, asegura Patricio, es que los casos se han multiplicado y recrudecido hasta llegar a un nivel insoportable.
“Hay más represión, más muertos, más desaparecidos, más encarcelados y van avanzando con más fuerza los proyectos capitalistas que van destruyendo los territorios y las aguas”, dice esta especialista en medicina tradicional, que también se ha dedicado a la protesta contra la instalación de mineras y plantas industriales en las regiones donde habitan comunidades indígenas. “Cada vez se hace más difícil la existencia de las comunidades. Eso nos hace dar un paso más allá, no dar nada más otra simple declaración”, agrega.
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SU PROPUESTA
Patricio no hace referencia a una serie de estrategias de gobierno publicadas en una página web. Tampoco lleva consigo un pliego de peticiones para leer en voz alta ante sus seguidores. Su propuesta de campaña es la falta de propuestas. Una página en blanco que deberá ser llenada por la “gente organizada desde abajo”, algo que la aspirante repite más de una vez en sus discursos y entrevistas. “No se trata de que yo tenga que decir: ‘así debe funcionar la salud, así tiene que funcionar la educación’. ¿Entonces quién lo va a decir? Pues los que están abajo, los que están sufriendo. Por eso es importante la organización, porque si no hay organización, vamos a seguir en lo mismo”.
Las palabras de Patricio embonarían en cualquier discurso de Andrés Manuel López Obrador, el padre fundador del partido de izquierda Morena y quien se lanzará como candidato presidencial por tercera ocasión en 2018.
El empoderamiento comunitario y el fin de los gobiernos elitistas han sido parte de sus promesas desde su primera campaña en 2006. Patricio, sin embargo, rechaza la comparación.
“Es muy diferente nuestro proceso porque no somos un partido. Somos los pueblos indígenas pensando que si no nos organizamos, nos va a llevar la fregada después del 2018”, apunta. “Es cuando se van a venir con más fuerza todos esos megaproyectos que se están instalando en todos los territorios indígenas y que van a afectar a todos”.
El sueño de Patricio tiene muy pocas posibilidades de concretarse. Para conseguir un registro como candidata presidencial, la aspirante necesita recolectar 866 mil 593 firmas a través de una aplicación para teléfono celular que ha sido criticada por ella y otros aspirantes presidenciales por las fallas técnicas que presenta.
Hasta el momento ha logrado recabar 74 mil 256 firmas, menos del 10% de la meta que concluirá a mediados de febrero. Y aunque tiene como aliados a un grupo de intelectuales mexicanos, incluido Juan Villoro y a los universitarios, esto no ha sido suficiente para superar las cifras de Jaime Rodríguez, el polémico gobernador de Nuevo León o la ex primera dama Margarita Zavala.