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La fama de tirana malvada de Agripina

La historiadora Emma Southon destaca la ambición política de la madre de Nerón

Fue hermana de Calígula, esposa de su tío Claudio y madre de Nerón. Agripina la Menor (15-59 d.C.), hija del general Germánico y de la intrigadora Agripina La Mayor, fue la mujer que más cerca del poder estuvo en el imperio romano en una era llena de incestos, de complots con asesinatos varios y con locuras y todo tipo de depravaciones, según contaron los historiadores Tácito y Suetonio en los Anales y Vidas de los doce Césares, respectivamente. Agripina quedó siempre retratada como una asesina —mató a su esposo— y mujer malvada —intrigó contra su hermano— en esta orgía de sexo, sangre y muertes y así es como llegó a la cultura popular de la mano de series como Yo, Claudio,en los setenta.

Busto de Agripina, del siglo I d.C.La fama de tirana malvada de Agripina

Sin embargo, ahora una nueva biografía de la historiadora británica Emma Southon, Agripina. La primera emperatriz de Roma (Pasado y Presente) muestra otro perfil. “También fue una gran diplomática y política. Si se le hubiera permitido gobernar en su propio nombre, creo que habría dirigido bien Roma y se le hubiera recordado como un buen emperador igual que hoy se recuerda a Marco Aurelio”, afirma.

Southon no es una investigadora al uso. Tiene un podcast llamado History is sexy y su libro está plagado de referencias a la cultura actual con anotaciones sobre los príncipes Guillermo y Kate Middleton, así como otras celebridades británicas de la música o el cine. Así es como traza un nuevo retrato de Agripina, más humano, y como el de una mujer que “en realidad, tuvo una vida muy frustrante”, ya que, como a cualquier otra romana, le pusieron muchos obstáculos para participar en la administración diaria del imperio.

Para la historiadora y divulgadora, la mala prensa de Agripina como tirana “procede de autores que quedaron consternados por sus acciones como mujer política. Las mujeres que actuaron en política eran consideradas monstruos por los hombres. Tácito, por ejemplo, la retrata como un símbolo de corrupción y depravación de la familia julio-claudia y de ahí viene la caracterización de malvada”. Además, insiste la historiadora, la presencia femenina en Roma acabó en buena parte silenciada por la historia, ya que “solo aparece en los textos cuando tiene algún tipo de relación con un hombre poderoso, y siempre es por las acciones de ellos. Es posible contar la historia de Roma sin hacer ninguna mención más allá de los hombres, y muchos lo hacen así, pero las mujeres siempre estuvieron allí y siempre lucharon y hablaron”.

Agripina, aunque sólo vivió 44 años, tuvo una existencia extraordinaria y llena de vicisitudes. La casaron a los 13 años con un hombre décadas mayor que ella, fue princesa, su hermano Calígula, con quien se afirma que tuvo relaciones sexuales, la envió al exilio —así o con la muerte se atajaban las disputas—, mataron a toda su familia y, cuando regresó, consiguió que se cambiara la ley para casarse con su tío Claudio. Después se rebelaría contra todos para que su hijo Nerón fuera proclamado emperador. “Tuvo muchos altibajos, pero también mucho instinto de supervivencia y nunca permitió que la humillaran. Eso es muy inspirador”, reconoce Southon.

Al final, su ambición le pasó factura. Nerón acabó enviando a varios sicarios para que la mataran. Así se pagaba en Roma. Durante la escritura de este ensayo, Southon siempre tuvo presentes dos referencias: “Quién habla y por qué, esa es la única cuestión”, frase de Chris Kraus, autora de la novela I love Dick —después convertida en serie de televisión— y Las mujeres han peleado siempre, el título de un ensayo de la escritora Kameron Hurley. “Resumen lo que creo que es importante a la hora de contar historias sobre las mujeres romanas. Se valora a los romanos como un pináculo de la cultura y la civilización, pero hay que recordar que esta cultura era a menudo bastante horrible. Cada mujer que intentó tener poder acabó brutalmente asesinada y eso no es algo para valorar”, apunta la historiadora.

Poco tiene que ver la vida de Agripina con la de otras mujeres con cierto poder en esta época como Livia, la esposa de Tiberio, o Mesalina, la tercera mujer de Claudio. La primera ejerció su poder a través del mecenazgo y con la crianza de los hijos, y la segunda estaba más interesada en los dramas domésticos de la elite romana que en las cuestiones políticas. Agripina, por su parte, quiso alzar su voz. Fundó la actual ciudad de Colonia en Alemania para mantener su posición y esparcir la cultura romana en la región del Rin y, aunque no tuviera todo el poder decisorio, quiso estar sentada en las reuniones con embajadores y diplomáticos. Y, según añade la historiadora, la época en la que estuvo casada con Claudio fue la más próspera y pacífica de Roma.




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