“Kapuscinski sufriría mucho en Twitter”
El periodista polaco Artur Domoslawski recorre América Latina para escribir crónicas, como en su día hizo el mentor al que le dedicó una polémica biografía
Vivimos en la incomprensión. Artur Domoslawski escribió una biografía bellísima, Kapuscinski Non Fiction, sobre la vida y la obra del reportero polaco, el periodista más grande.
En definitiva, que era humano. Los seguidores de Kapuscinski acusaron al aprendiz de haberle sometido a un ajuste de cuentas después de muerto (el reportero falleció en 2007 a los 74 años).
En realidad, era una declaración de amor de 500 páginas, pero no todo el mundo lo entendió así. Domoslawski, al margen de esto, acaba de publicar una biografía sobre Zygmunt Bauman y ha desarrollado una carrera de reportero y escritor especializado en Latinoamérica. A menudo sus entrevistados le preguntan de dónde viene y cuando responde que de Polonia, lo miran como si acabara de llegar de la luna.
ENTREVISTA
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Pregunta. ¿Qué representa para usted la llegada de un político de izquierdas como Gustavo Petro a la Presidencia de Colombia?
Respuesta. A un intelectual colombiano le dije una vez que Kapuscinski era de izquierda. Y me contestó: “Bueno, pero fue demócrata”. Para mucha gente en Colombia ser de izquierda era ser de las FARC. En Perú ser de izquierda era ser de Sendero Luminoso. Ahora eso cambió.
P. Usted lo conoció como senador de la República. Ahora regresó al país para cubrir la campaña con la que se ha convertido en presidente. ¿Qué diferencias ve entre un Petro y otro?
R. Su forma de hablar hoy es más cautelosa, de estadista, de líder de todos aunque sabemos que no todos lo reconocen y muchos lo odian, siguen con su petrofobia. La Presidencia es una conclusión de todo su activismo desde que tenía 17 años, cuando era miembro del M-19. Creo que su llegada es lógica y justa. Es obvio que va a poder cambiar poco. Las resistencias a los cambios sociales y culturales son muy fuertes y duraderas. Ese proceso lleva mucho tiempo. Este país necesitaba un cambio más que cualquier otro de América Latina.
P. Cubrió la llegada de Chávez y Lula al poder. Después la región se volvió más conservadora, seguramente por el fracaso estrepitoso que fue el chavismo y la mala fama que le dio a los otros dirigentes de izquierda. ¿Hacia dónde va ahora América Latina?
R. Con Petro, Boric en Chile y Lula en Brasil, si gana, se puede construir un eje progresista muy prometedor. Aunque siempre con una gran dificultad. Boric llegó con el viento a favor y ahora todo eso parece tambalearse. Las ventanas de cambio en la región son muy estrechas. Es necesario que los lideres progresistas tengan prisa.
P. ¿Cómo surge su interés por un lugar tan remoto de su lugar de origen?
R. Por la literatura y la música. Quién sabe si también gracias a aquella chica latinoamericana que conocí en la escuela secundaria. Luego, en la vida profesional, fue Kapuscinski el que fortaleció esta pasión mía. En Polonia, durante la dictadura comunista, había mucha información de Nicaragua, Cuba, y también de dictaduras militares anticomunistas. En el 89, con la transición, América Latina desapareció por completo, pero a mí me fascinaba. Polonia y América Latina tienen cuentas muy fuertes con el pasado: tuvimos dictaduras con un color ideológico reverso. Nosotros, una roja. Aquí, negras. Con este tema empecé mis aventuras latinoamericanas.
P. Sus libros han sido poco traducidos al español (La muerte en Amazonia, sobre los crímenes de grandes multinacionales en Brasil, Peru y Ecuador; y Los excluidos).
R. Todos estos temas los cubren periodistas locales, o españoles o americanos. ¿Por qué traducir a un polaco?
P. ¿Una mirada distinta?
R. Claro, nosotros retratamos una región periférica desde otra también periférica. Entonces, ¿por qué nos traducen tan poco?
P. Esa es la grandeza de Kapuscinski, abrirse paso desde ahí. Perdone que lo mencione tan pronto.
R. Él tuvo esta suerte, pero los de mi generación no tanto.
P. ¿Por qué?
R. Fue el mejor y único. Con su talento literario llegó a los ojos de las editoriales. En España se vendió mucho, se hinchaba cuando decía que en España triunfó. En el mundo anglosajón, mucho menos.