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Hitler se alimentaba del público como una estrella pop

El historiador Thomas Weber analiza en su nuevo libro la etapa clave en la formación del líder nazi en Múnich de 1919 a 1923

El narcisismo de Hitler y su deseo insaciable de recibir cada vez más atención, son factores clave en la construcción y el desarrollo de la Alemania nazi y en su consiguiente ruina.

Adolf Hitler, en 1925, simulando un discurso.Hitler se alimentaba del público como una estrella pop

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En su nuevo libro, Weber hace un paseo por un camino que Hitler empieza vestido de manera estrafalaria, medio muerto de hambre y medrando en partidos insignificantes.

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‘DE ADOLF A HITLER’

En este apasionante libro, Weber rastrea ese período decisivo, cuestionando con una amplia documentación los mitos y mentiras que sembró interesadamente sobre su pasado el propio Hitler en “Mi lucha”. Para el investigador alemán, “el camino de Damasco, la epifanía de Hitler, no tuvieron lugar en su época de Viena antes de la Primera Guerra Mundial, ni durante esta, ni al final, sino después, ya en Múnich. Weber detalla incluso el día: el 9 de julio de 1919. “Fue de lejos el día más importante de su metamorfosis, el instante de la transformación política y la radicalización de Hitler, el día en que de verdad todo cambió para él”. Ese día se ratificó el Tratado de Versalles y Hitler, como muchos alemanes, cayó en la cuenta de que habían perdido realmente la guerra —hasta entonces lo veían como un empate— y lo que les iba a acarrear.

Según Weber, Hitler se había movido hasta ese momento de manera algo vaga y errática, incluso coqueteando con las ideas de izquierdas sin saber a dónde se dirigía. “A partir de entonces se obsesionó con cuáles habían sido las causas de la derrota de Alemania y en pensar de qué manera se podía impedir que la nación volviera a encontrarse en una situación de debilidad semejante. Empezó a buscar ideas que le sirvieran y las que encontró las mantuvo hasta el día de su muerte”.

El libro de Weber es un paseo tremendo por un camino que Hitler empieza sobre las adoquinadas calles de Múnich vestido de manera estrafalaria, medio muerto de hambre y medrando en partidos insignificantes y que llega hasta las ruinas de la Cancilleria del Reich y de toda Alemania tras pasar frente a los hornos de Auschwitz. “No es un camino recto, pero sí menos tortuoso de lo que muchos creen”.

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NARCISISTA FUNCIONAL

En el Múnich de 1919 y los años inmediatamente siguientes, Hitler encontró ideas y oportunidades. De las primeras se sirvió, tomadas de diferentes sitios, dice Weber “como de un buffet, creando su propio plato combinado”. Las testó con el público, “pasando de ser un narcisista fracasado a un narcisista funcional” y las que mejor funcionaban las llevó más allá. Eso no significa, puntualiza el historiador, que se dejara llevar sólo por el aplauso. Tenía ideas fijas, más ancladas, “su meollo” de todo o nada y otras más flexibles. Su antisemitismo, por ejemplo, era más radical en privado que en público y sólo lo fue aumentando ante las audiencias al ver que le respondían.

Las oportunidades, como se detalla en el libro, las aprovechó. ¿Tuvo suerte? “Él habría hablado de destino, pero claro, la suerte desempeñó un papel muy importante y la coincidencia de sucesos. Sin embargo, uno de los talentos de Hitler fue saber responder a las crisis inesperadas. Cuando aparecían crisis que parecían destruirlo las convertía en un éxito atronador”.

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¿QUÉ IMPRESIÓN PRODUCIRÍA HITLER HOY EN DÍA?

“El de entonces bastante anacrónica, algo fuera de lugar como esas películas antiguas que la primera vez nos parecieron trepidantes pero han quedado lentas. Pero si de lo que se trata es de juzgar cómo sería un Hitler de hoy, que aprovechara las oportunidades que le brinda nuestro mundo, como las redes sociales, podría gustar mucho. Sin duda encajaría. Es aterrador pensarlo”, reflexiona Weber. 




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