“Gabo” devela todos sus secretos
La Universidad de Texas digitaliza el archivo del Nobel colombiano Gabriel García Márquez y pone a disposición de cualquier usuario de la red decenas de miles de manuscritos, fotografías y otros documentos
“El general en su laberinto”. Séptima versión mecanografiada. Página 38. “La prisa sin corazón del reloj hexagonal desbocado hacia pasado mañana a la una y doce minutos de su tarde final”. No, hexagonal no. El reloj es octogonal. Y tampoco es la una y doce, sino la una y siete”.
Son correcciones a mano de Gabriel García Márquez sobre su propio manuscrito. Miles de páginas como esta llenaban el archivo personal del escritor que hace tres años, tras su muerte, compró la Universidad de Texas.
Las dudas más íntimas de García Márquez sobre sus propios textos son accesibles online para aficionados e investigadores.
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EL ARCHIVO
El archivo digitalizado abarca más de 27,000 imágenes de papeles y fotografías. “Mi madre, mi hermano y yo siempre tuvimos el compromiso de que el archivo de mi padre llegara al un público lo más amplio posible.
Este proyecto permite aún mayor acceso al trabajo de mi padre, incluyendo la comunidad global de estudiantes e investigadores”, dijo Rodrigo García, hijo del escritor, en un comunicado de la institución.
La digitalización es una joya poco habitual para estudiosos de literatura, ya que da acceso universal a secretos de edición en las obras maestras de García Márquez que sólo conocía él y menos habitual para autores contemporáneos de este nivel.
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EL PROYECTO
Gracias a este trabajo se puede buscar por palabras clave en los papeles de los cajones del despacho de García Márquez. Pero no sólo eso. El archivo incluye una herramienta llamada Mirador en la que se pueden comparar distintas versiones de los manuscritos. Es decir, leer el libro entero en distintas versiones una al lado de la otra y ver cómo evolucionó su construcción párrafo a párrafo. Se pueden consultar 134 borradores de novelas.
Entre las obras digitalizadas están las diez versiones que hizo de su última obra “En agosto nos vemos”, que nunca llegó a considerar lista para publicar. Los materiales pertenecen a libros protegidos por derechos de autor. La jefa de colecciones digitales del Harry Ransom Center, Liz Gushee, explica en el mismo comunicado que todo se ha hecho con previa autorización de los titulares de los derechos.
“El apoyo de la familia de García Márquez ha hecho posible este importante proyecto”, del que los responsables destacan las nuevas herramientas digitales para buscar y comparar documentos online.
Entre los papeles personales también están digitalizados 22 cuadernos en los que el escritor coleccionaba críticas, comentarios sobre sus obras y entrevistas en prensa.
Las 310 fotos personales publicadas incluyen a personajes como Fidel Castro, pero también fotos de su infancia o de sus abuelos, hasta todos los pasaportes caducados que guardó. Las descripciones se pueden buscar también en español. La clasificación de los materiales en español se ha hecho con ayuda del centro de estudios latinoamericanos Benson, de la Universidad de Texas.
Gabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura, falleció en abril de 2014 a los 87 años de edad. Sus hijos llevaban desde un año antes negociando la venta de su archivo personal al prestigioso Harry Ransom Center, una institución única donde han acabado depositadas colecciones de James Joyce, Jorge Luis Borges, Ernest Hemingway o Samuel Beckett. Tras medio siglo coleccionando, posee más de 40 millones de papeles. Más de 80,000 imágenes se pueden consultar online.
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PENSANDO EN LOS LECTORES
El principal objetivo de este proyecto es la protección de los papeles, cuadernos y fotografías en que García Márquez guardó para si, pero la puesta a disposición del público siempre fue el objetivo final. “Lo adquirimos para hacerlo accesible”, dice Stephen Ennis, director de la institución.
El de García Márquez fue el primer gran archivo completo adquirido por el centro de un autor latinoamericano contemporáneo, en un intento por situar la Universidad de Texas en Austin no sólo como una referencia de la literatura en inglés, sino como un centro de estudios orientado a Latinoamérica.
El archivo fue adquirido por 2.2 millones de dólares y llegó a Austin, Texas, en noviembre de 2014. Literalmente, todo lo que guardaba en su casa de México ocupaba 20 cajas de cartón, incluyendo tres ordenadores personales.
Antes de un año había sido clasificado en 78 cajas de documentos, 43 álbumes de fotos y 22 cuadernos de recortes y notas. En octubre de 2015, el archivo se abrió para investigadores en la sede del Harry Ransom Center en Austin, que recibe unos 10,000 estudiantes al año.
Desde el pasado lunes, por primera vez, cualquiera con una conexión a internet puede abrir los cajones del despacho de Gabriel García Márquez y leer sus papeles, anotaciones, sus cambios y arrepentimientos en obras magistrales y curiosear las fotos personales que guardó con él toda su vida.
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CON ORO NEGRO
El del Harry Ransom Center es un descomunal archivo con más de 42 millones de manuscritos, un millón de libros raros, cinco millones de fotografías y más de 100 mil obras de arte.
Todo esto pertenece a la Universidad de Texas, que es pública. Se nutre en un 43% de fondos del Estado, el resto lo aportan empresas y particulares. Como gran parte del devenir de Texas, que hace hoy de Austin una ciudad rica y pujante, la historia del Harry Ransom Center está indisolublemente unida al oro negro.
El hallazgo de petróleo en sus terrenos en los años 20 cambió la universidad. Aunque no es hasta los 50 cuando aparece quien sabe darle provecho, un visionario llamado Harry Ransom.
Su ambición y olfato le llevaron a fundar el Centro de Investigación de Humanidades que impulsa con la adquisición de tres colecciones: las de Edward Alexander Parsons, Edward Hanley y Norman Bel Geddes.
Hasta 1971 todo es expansión. Los archivos de D. H. Lawrence, Steinbeck y Evelyn Waugh catapultaron a la institución, que es uno de los referentes de la cultura contemporánea al día de hoy.
Gabriel García Márquez y Pablo Neruda en Normandía, Francia. Los escritores tenían una gran amistad.
“Gabo”, trabajando en un borrador de “Cien años de soledad”.
Mecanografiado de Gabriel García Márquez de “El amor en tiempos de cólera”.
Página corregida de “Crónica de una muerte anunciada”.
Primer borrador de su discurso de aceptación del Premio Nobel.