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Fotografía y aficiones en la era de internet

La muestra ‘The hobbyst’ explora la relación entre la cultura del ‘hobby’ y la imagen desde los años 60 hasta hoy

Todo el mundo en cierta medida tiene una pasión, ya sea escondida o pública.

¿Está acabando internet con los pasatiempos o por el contrario los fomenta?Fotografía y aficiones en la era de internet

¿Qué pasa cuando los artistas incorporan sus aficiones a su práctica profesional? ¿Cómo definiríamos un hobby en una era donde la noción de lo privado y lo público ha sido trastocada debido a la irrupción de internet? ¿Está acabando la red con los pasatiempos o por el contrario los fomenta? ¿Cómo describe el aficionado sus pasiones fotográficamente?

Estas son las preguntas que se plantea “The hobbyst”, la primera gran exposición dedicada a explorar la relación entre la cultura del hobby y la fotografía en una cultura cada vez más visual y mediatizada. “Todo partió de unos fanzines realizados por Pierre Hourquet, comisario de la exposición, sobre los aficiones de jóvenes fotógrafos”, cuenta Anna Planas, también comisaria de la muestra.

Así comenzaron a explorar cuáles eran las aficiones de distintos artistas, entre ellos Gordon Matta-Clark, quien en 1971 abrió su restaurante FOOD como una oportunidad para vivir su fascinación por la comida como un proceso artístico o Mike Mandel, quien retrataba a fotógrafos famosos adoptando poses deportivas para incluirlas en su Baseball Fotographer Trading Cards como una parodia de las entonces muy populares tarjetas de béisbol americanas.

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LA FOTOGRAFÍA COMO HOBBY

La fotografía es tratada en la muestra tanto como un hobby como un medio para documentar los hobbies ajenos. Concebida de forma histórica, parte de la avanzada hippie y los movimientos contraculturales de los sesenta, pasando por la moda del “hazlo tu mismo” consolidada en los ochenta, hasta llegar a nuestros días.

Se sirve de obras que incluyen a nombres de la fotografía como a Diane Arbus, Bruce Davidson, Alec Soth, Mike Mandel, Gordon Matta- Ckark, Ari Marcopoulos, Alberto García Alix y Ricardo Cases, entre otros. Dividida en cinco salas, comienza por la parte contemporánea donde se plantea el rol que tienen los hobbies a la hora de construir nuestra identidad. Cómo las horas que uno dedica a ellos nos definen como individuos y cómo el auge de las redes sociales ha ido un poco más allá ensalzando la importancia de la auto-representación. “Internet no sólo ha cambiado la forma en que presentamos nuestra imagen, sino que nos sirve para crear espacios o comunidades con gente que comparte los mismos intereses. El juego del intercambio entre lo público y lo privado, el trabajo y el juego, la creatividad y el consumo, se encuentran en el mismo terreno gracias a internet y tiene un gran impacto en la manera en que pasamos nuestro tiempo libre, ya que le dedicamos mucho tiempo”, continúa Planas.

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MÁS ALLÁ DE UN HOBBY

La exposición también explora el terreno en el que se desarrollan las aficiones y dedica una sala a explorar cómo la gente crea espacios en sus casas o en el exterior para practicarlos. Se plantea cómo la industria del turismo y el consumismo saca partido de ello y cómo nuestro tiempo libre está intervenido por la publicidad. “La asignación en términos de género, étnicos y de clase social dentro del mundo del ocio se consolida en la fotografía publicitaria”, escribe Olivia Baeriswyl en el original catálogo que acompaña a la exposición. “Las escenas orquestadas influyen en nuestra descripción del hobby y actúan como una interfaz de comunicación que controla cómo nos vemos dentro de este”.

Cuando a finales de los sesenta las barreras entre el trabajo y el tiempo libre se fueron diluyendo tanto como definiendo, los artistas comenzaron a adoptar prácticas de la emergente cultura del “hazlo tú mismo” y a integrar técnicas amateurs en sus obras.

“Una parte de la exposición está dedicada a cómo las ideologías de los hippies promovieron un concepto social alternativo destinado a reforzar al individuo para ser autónomo de la autoridad institucional”, destaca Planas. Fueron los hackers de entonces, dispuestos a cuestionarse los sistemas establecidos y a modificarlos, junto con la emergente comunidad de informáticos, los precursores de los sistemas de redes sociales que se han instalado de una forma tan pronunciada en nuestras vidas en un espacio de dos generaciones. 




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