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Finalmente, levar anclas

Posiblemente habrán notado que mis últimas cuatro columnas describen una especie de “proceso” que puede (debería) ocurrir en la vida de las personas

Primeramente, descubrir que se nos ha dado exactamente lo que necesitamos para lograr tener éxito y ser felices. Después, dejar de compararnos con los demás y concentrarnos en aquello que nos hace únicos. Sigue entonces vencer nuestros miedos, aquellas cosas que nos paralizan para ir tras lo que deseamos. Y por último, recuperar nuestros sueños o definir aquello que me entusiasma o me apasiona y que, al ir tras ello, le daría un profundo sentido a mi existencia.

Finalmente, levar anclas

El paso final

¿Qué nos falta solamente? Dar el paso final, es decir, levar anclas y adentrarnos a la mar con toda la fe de que, al luchar, Dios y la vida nos ayudarán a alcanzar el destino que buscamos.

Parece fácil, pero a veces éste puede ser el paso más difícil. A veces hacemos planes y diseñamos estrategias, pero nunca nos atrevemos a pasar de la planeación a la acción. Se requiere audacia y se requiere fe. Colón no sabía si lo que él asumía era correcto, pero tenía audacia y tenía fe, y eso le ayudó a vencer el miedo de caer en ese horrible precipicio que la gente creía que había al terminar el mar. Así que levó anclas, con el feliz resultado que ya conocemos.

Entonces, no esperemos a querer tener todas las respuestas en la mano. Muchas veces tendremos que dar algunos pasos en la oscuridad antes de empezar a ver la luz.

Cuando los judíos estaban ya para llegar a la tierra prometida, uno de los últimos obstáculos era cruzar el Jordán, un río caudaloso. Dios les dio la instrucción de que los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza se empezaran a introducir al agua. Solo después de que hubieron hecho esto, las aguas del río se abrieron y todos pudieron pasar en seco. Seguramente a los sacerdotes les dio miedo tener que meterse al agua sin saber lo que iba a pasar. Si por ellos fuera, seguramente hubieran pedido que primero se abriera el río para después pasar. Nuestra naturaleza es así. A veces quisiéramos primero tener la seguridad, para después “aventarnos”. Pero Dios no actúa así. Él, primero pone a prueba nuestra fe. Él, primero quiere ver qué tanto creemos en nosotros mismos y hasta dónde estamos dispuestos a llegar, para ver si somos dignos de obtener la recompensa que buscamos. Solo entonces, Él entra en acción y completa el milagro.

Arriesgar y luchar

Constantemente les repito a mis alumnos esta frase: “Los barcos en el puerto están seguros, pero no se hicieron para eso”. Si ustedes quieren quedarse anclados en el puerto, efectivamente, nunca correrán ningún peligro, nunca saldrán lastimados, nunca correrán un riesgo, nunca perderán. Estarán seguros. Pero no fueron hechos para eso. Fueron hechos para levar anclas y adentrarse a la mar, enfrentar las tormentas y los peligros, para que puedan saber todo lo que son capaces de hacer y de alcanzar. Y a final de cuentas, no hay mayor peligro en la vida, que nunca arriesgarse a nada. 

Así que, como dice Sean Covey en Los 7 Hábitos, deja de esperar la perfección, la inspiración, tener permiso, que te den el visto bueno, que alguien cambie, que aparezca la persona ideal, un horóscopo más favorable, que cambie el gobierno, que desaparezcan los peligros,  que desaparezcan los temores, que alguien te descubra, el resto de las instrucciones, que el león se acueste con el cordero, un lápiz con punta…Amigo…EMPIEZA YA! Leva anclas y lánzate a perseguir tus sueños. Arriésgate y lucha, para que puedas alcanzar el éxito y disfrutar de la felicidad que mereces.

Una de las mejores definiciones de éxito que he leído es la siguiente: “El éxito es despertar por la mañana, quien quiera que seas, donde quiera que estés, joven o viejo, y saltar de la cama porque hay algo que te gusta hacer, en lo que crees, para lo que eres bueno. Algo que es más grande que tú y que difícilmente puedes esperar para retomarlo hoy”. De todo corazón te deseo que alcances esa clase de éxito, porque es entonces, solo entonces, cuando la vida vale la pena.



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