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Canciones a la intemperie

De la italiana Maria Mazzotta a la saharaui Aziza Brahim, varios nombres pujantes de las músicas del mundo se inspiran en el mar y en los desiertos en sus nuevos discos

Retrato promocional de Aziza Brahim.Canciones a la intemperie

Canciones que navegan procelosos mares, canciones de tierra adentro, canciones transoceánicas, canciones de desiertos y costas. En definitiva, canciones a la intemperie. Maria Mazzotta es salentina, del tacón de la bota italiana. Su voz es poderosa y seductora. Con ella, con la batería, las percusiones y la electrónica de Cristiano Della Monica, y también con las guitarras eléctricas de Ernesto Nobili, ha facturado Onde, un álbum que es el relato del movimiento continuo, de un tránsito hacia espacios sonoros diversos, partiendo del folclore que le es más próximo. Piezas propias, canciones tradicionales y tributos a otros autores conforman un disco que comienza a golpe de psicodelia y posrock con la canción tradicional ´La Furtuna´, sobre los peligros de un mar que puede convertirse en un cementerio de esperanzas frustradas, y termina con ´Matonna te lu mare´, de Giuseppe Massimo Marangio, una oración de un pescador a la Virgen de las aguas para volver a casa sano y salvo.

El mar atraviesa Onde, bien como metáfora de estados de ánimo, bien como resaca que arroja ecos de otros territorios. Bombino, el Jimi Hendrix de Níger, pone su guitarra al servicio de ´Sula nu puei stare´, y el trompetista Volker Goetze, bien conocido por sus aventuras africanas, sopla en ´Canto e sogno´. Y el homenaje de Mazzotta a la siciliana Rosa Balistreri (1927-1990), a través de la desgarradora ´Terra ca nun sentí´, es apabullante. El nuevo arreglo de ´Libro d´amore´, pieza que la cantante registró con el chelista albanés Redi Hasa en 2017, es otra muestra de un trabajo tan contemporáneo como brillante.

Si el gran cantante portugués José Afonso estuviese vivo y tuviera 24 años, firmaría sin duda las canciones que configuran Vou ficar neste quadrado, primer álbum de la lisboeta Ana Lua Caiano. Probablemente lo harían también Sergio Godinho y Fausto, miembros igualmente de ese popular club de notables cantautores portugueses de los años sesenta y setenta del siglo XX. Ana Lua, que estudió piano desde los seis años, prácticamente se ocupa ella sola de los sintetizadores, la batería, las percusiones, las grabaciones de campo, los bucles... Toda una panoplia instrumental para reformular el folclore, que no el fado, de las tierras del interior de Portugal. Electrónica, música concreta, retazos de reguetón y de otras mal llamadas músicas urbanas para una apuesta que suena tan familiar como experimental, tan cercana como mundana. Vou ficar neste quadrado, repleto de gozosas polifonías, es una arrebatadora onda expansiva que arranca en una primera recreación revolucionaria del folclore, pasa por Laurie Anderson y Björk y llega hasta la mismísima actualidad. Todo eso, sin caer en el pastiche.

Entrenada en esta tarea creativa a través de dos EP, Caiano ha llegado a su estreno en disco grande con la pasión de la principiante y la experiencia de quien tiene las cosas muy claras. Canciones como ´O bicho anda por aí´ y ´Cansada´ no ocultan que fueron escritas durante el confinamiento, y piezas como ´Os meus sapatos não tocam nos teus´ muestran un vigor electrizante. Pulso, texturas e incluso ese tejido electrónico confeccionado con fallos (o glitches) se conjugan con mucho talento con cánones, armonías y coros de músicas que vienen, en buena parte, de la tradición oral.