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"Estar cerca de la muerte aguza la mente"

El director teatral británico, Declan Donnellan, uno de los grandes especialistas en Shakespeare, vuelca todo su saber sobre las obras del dramaturgo.

Ver por primera vez una obra de Shakespeare dirigida por Declan Donnellan (Mánchester, 66 años) es entrar en una dimensión desconocida, por mucho que uno la haya visto o leído antes. 

Declan Donnellan.Estar cerca de la muerte aguza la mente

Decimos don, pero en realidad no se trata de magia. Tiene más bien que ver con el hecho de que sus montajes bucean en el mismo lugar donde lo hizo Shakespeare: en lo profundo de sus personajes, de manera que casi se los podría definir como una disección emocional del ser humano, compatible con cualquier época y lugar.

Así puede definirse también el volumen que el director firma a medias con la periodista Arantxa Vela Buendía, Donnellan sobre Shakespeare, que acaba de publicar la editorial Bolchiro, en el que desgrana a modo de conversación todo su saber sobre el legado del dramaturgo inglés, adquirido tras haber dirigido 15 de sus obras, ocho de ellas por duplicado.

La mayoría las ha montado con Cheek by Jowl, la compañía que fundó en Londres en 1981 con el escenógrafo Nick Omerod, pero también como director invitado de agrupaciones como la Royal Shakespeare Company o el Bolshoi de Moscú. El libro no es solo un valioso tratado sobre cómo llevar a escena hoy esos textos, sino una reflexión constante sobre lo que implica “ser humano”, con todos sus desafíos y contradicciones, tanto en la época de Shakespeare como en la actual.

Por eso Shakespeare no se agota nunca para Donnellan. “Estaba fascinado por cómo es la gente. No tiene nada que decir. No quiere enviarnos ningún mensaje para hacernos mejores. Si lo hubiera hecho, me habría aburrido de él hace años.

 No moraliza y, sin embargo, sabe que es imposible tener una mente totalmente abierta. Simplemente nos muestra el paso de la vida y nos invita a mirarlo con asombro junto a él. Puedes aburrirte con una estatua, pero realmente no puedes aburrirte con un jardín. Shakespeare no es como la estatua. Se trata de seres vivos que nacen y mueren”, comenta el director británico en una entrevista por correo electrónico desde Londres, donde sigue planeando nuevos proyectos a la espera de que reabran los teatros para volver a la actividad escénica.

Precisamente uno de sus últimos montajes, The revenger’s tragedy, un texto de Thomas Middleton que dirigió para el Piccolo de Milán, fue el primer espectáculo en anunciar su cancelación en España por el coronavirus. Lo había programado el Centro Dramático Nacional en Madrid del 11 al 14 de marzo y las representaciones fueron suspendidas mucho antes que las demás porque todo el equipo artístico procedía de la región de Italia más afectada por la pandemia. Fue la avanzadilla: poco después se anularían todas las demás en todo el país.

Recordando que Shakespeare aprovechó para escribir varias de sus obras durante los periodos de cierre de los teatros por las numerosas plagas que vivió en su época, en este momento resulta inevitable hacer paralelismos y preguntarle a Donnellan cómo ha vivido él este tiempo de silencio en los escenarios. Si el parón puede haber sido de alguna manera productivo para el teatro. “Estar cerca de la muerte aguza la mente maravillosamente. Creo que la pandemia hará que algunos de nosotros nos sintamos más agradecidos de estar vivos, y el arte celebra la vida, por lo que puede haber un renacimiento”, reflexiona.

Donnellan subraya la diferencia de actitud entre la sociedad actual y la de Shakespeare frente a la muerte y las pandemias, lo cual se refleja también en el teatro y el arte en general. “Los humanos siempre han tenido un problema con la muerte y, a menudo, esta ha llenado a la gente de horror. Pero la manera de enfrentarse a ella ahora ha avivado ese temor con incomodidad y vergüenza. Los funerales son espacios de ansiedad, ya que no sabemos cómo ser o cómo comportarnos, no hay rituales que nos protejan de la vergüenza social. En los días de Shakespeare a menudo había cadáveres sin enterrar sobre el nivel del suelo. Los pobres podrían quedar días afuera antes de ser eliminados. No creo que nuestros antepasados manejaran bien la muerte, pero al menos no pudieron esconderse de ella y negarla como podemos hoy”, opina.



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