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Elcano no dijo toda la verdad

La novela ‘Nadie lo sabe’ cuestiona el relato oficial de la primera vuelta al mundo y lo convierte en un apasionante ‘thriller’

En el Museo Naval de Madrid, la Armada ha colocado en un lugar destacado una de las joyas de la cartografía mundial, el mapamundi de Juan de la Cosa (96 centímetros de ancho por 183 de largo). Se trata de la primera carta ?declarada secreta por los Reyes Católicos? donde se dibujaba una visión global del mundo conocido. Sin embargo, este impresionante documento trazado en el 1500 adolece de un gigantesco agujero negro: el océano Pacífico, una extensión azul de 155 millones de kilómetros cuadrados y de más de 25.000 islas y donde hasta esa fecha nadie se había adentrado. El valor de la primera vuelta al mundo reside en que sus dos protagonistas, el portugués Fernando de Magallanes y el español Juan Sebastián Elcano, buscaron un paso que permitiese conectar el Atlántico con el Pacífico y descubrir así qué había más allá de los límites del mapa.

Un grabado de la nao ‘Victoria’ fechado hacia 1580, con los retratos en medallón de Fernando de Magallanes (arriba a la izquierda) y Juan Sebastián Elcano.Elcano no dijo toda la verdad

¿Quién se merece los honores de una hazaña semejante? Indudablemente, los dos. Sin embargo, en el primer relato que se hace de la vuelta, el que escribe el italiano Antonio de Pigafetta, superviviente de la expedición, Elcano no es nombrado. ¿Por qué? ¿Cómo se puede eliminar el nombre del marino vasco sin cuya determinación todo hubiera acabado en un rotundo fracaso? Este es uno de los grandes misterios ?hay muchos más? de esta gesta de la que solo 18 hombres ?comenzaron 239? pudieron dar fe. La excelente novela Nadie lo sabe, del periodista Tony Gratacós (Barcelona, 54 años), ofrece una posible respuesta: Elcano pidió no ser mencionado para honrar la memoria de Magallanes, tenido durante un tiempo por presunto espía portugués.

La obra parte de un hecho histórico irrefutable: la nao San Antonio, a punto de cruzar el estrecho de Magallanes, el momento más importante de la expedición, el paso entre los dos océanos, lo que todos temían que no pudiese conseguirse, se subleva y decide retornar a Sevilla. ¿Por qué? Gratacós deja volar su imaginación: porque era la que almacenaba la mayor parte de las provisiones que aseguraban el éxito de la aventura española y porque la comandaban espías portugueses que querían avisar a su rey de que estaba a punto de saltar por los aires el monopolio luso sobre las preciadas especias.

Portugal siempre se ha arrogado el éxito de la primera vuelta al mundo ?Italia, el descubrimiento de América?, a pesar de que es incontestable que hizo todo lo humanamente posible para que fracasase. De hecho, Elcano tuvo que dar un enorme rodeo para evitar recalar en las costas africanas y asiáticas, repletas de bases lusas, para no ser apresado.

Los reinos de España y Portugal eran en el siglo XVI los más importantes del globo y se dividieron el mundo en dos mitades en el Tratado de Tordesillas de 1495. Ese inmenso poder los convirtió en enemigos irreconciliables en cualquier parte, lo que les llevó a emplear por razones de Estado los métodos necesarios —a veces inconfesables? para lograr la derrota del enemigo. El protagonista de la novela de Gratacós se llama Diego de Soto, un joven licenciado que comienza a trabajar para el cronista real Pedro Mártir de Anglería. Y Soto, inocente aprendiz, se ve envuelto en esta intriga internacional jalonada de muertes y de misterios que escapan a su entender. Pero poco a poco, como en los thrillers, va comprendiendo…

Se puede argumentar que, en contra del relato de Gratacós, aunque los personajes sean reales, las situaciones no lo son. Pero no es una novela histórica, sino una historia hecha novela, al estilo de un Richelieu luchando contra los Tres mosqueteros, al capitán Alatriste peleando con los Tercios o a Edmundo Dantés huyendo del castillo de If. Pura invención, pero invención bien contada.

Nadie lo sabe es una novela de espías, de soplones de capa y espada, de grandes fiestas en palacios sevillanos, de sangre, de religiosos recogidos en conventos de Valladolid que guardan oscuros secretos, de apartadas alquerías andaluzas, de amistad, de luchas silenciosas de poder, de amor… Y de imaginación. “Hay quien juzgará que la novela se toma demasiadas licencias”, escribe el autor, con los hechos acontecidos sobre la expedición. Nunca se podrá demostrar lo que ocurrió realmente al otro lado del mundo, pero lo escrito aquí no resulta del todo inverosímil si atendemos al contexto histórico. Recuerden que la historia la escriben siempre los que regresan”. Porque lo que sucedió realmente, nadie lo sabe.



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