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El regreso de ‘El Eternauta’, la obra maestra del cómic argentino más adorada y comentada

Una nueva edición, avalada por los herederos y que busca ser lo más fiel posible a la original de los años cincuenta, recupera la novela gráfica de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López

Hacía frío aquella madrugada. Pero en el dibujo se ve que el hombre había dejado la ventana abierta. Le gustaba escribir así: con vista a las estrellas y el movimiento de la pluma sobre el papel como único ruido de fondo, como explica él mismo en el cómic. Esa noche, sin embargo, su soledad apenas duró cinco viñetas. En la sexta, se materializa una silueta en la silla delante de él. Y unos cuantos trazos más tarde, el extraño invitado aparecido de la nada se presenta: “Podría darte centenares de nombres. Y no te mentiría: todos han sido míos. Pero quizás el que te resulte más comprensible sea […] El Eternauta”. Lo que sigue pertenece a la historia. Del tebeo. De la ciencia-ficción. De Argentina. Y, seguramente, de toda la cultura popular.

El regreso de ‘El Eternauta’, la obra maestra del cómic argentino más adorada y comentada

La última novedad aspira, eso sí, a suponer un punto y aparte: se ha publicado una edición de la novela gráfica, lanzada por Planeta y avalada por los herederos, calificada de “definitiva”. ¿En qué sentido? Al novato le bastará saber que se trata de un libro de 350 páginas, en blanco y negro, que recoge la versión más fiel hasta la fecha de aquel relato por entregas que lanzó la revista Hora Cero entre 1957 y 1959. “La intención es que sea la mejor edición posible en cuanto a calidad de reproducción y experiencia de lectura: diseño, tamaño del libro, etc.”, explica Pablo Sapia, responsable de la restauración de imágenes. A la vez, el experto ofrece más datos para el apasionado: quedan aquí arreglados cambios y eliminaciones que sufrió la reedición de 1961 y que se fueron reproduciendo a menudo desde entonces. Y, además, todo se basa en el material original, a excepción de 36 páginas “que permanecen perdidas”.

“El formato apaisado del tomo es totalmente anacrónico, y creo que eso le aporta algo más a la experiencia. Con solo ojearlo, todo respira a aquella época. Pero con el avance de las páginas, de pronto, caes en la cuenta de que el argumento tiene una actualidad inquietante”, defiende Martín Oesterheld, nieto del guionista de El Eternauta. Puede que el retrato de las mujeres en la obra no haya envejecido muy bien. Y tal vez, como apunta Sapia, parte del público de hoy considere “excesiva la cantidad de texto por página”. Sin embargo, en todo lo demás, el paso del tiempo no ha dañado en absoluto al cómic. La inquietud, el asombro y la fortaleza que transmitió entonces quedan intactos. El talento de sus dos autores sigue maravillando. Y las ideas de fondo golpean hoy igual que hace 65 años.

“Una historia que antes solo podía representarse en los escenarios de Hollywood, protagonizada por superhéroes, sucede en una ciudad de Sudamérica [Buenos Aires] y los protagonistas son personas como tú y yo”, resume Marina López, hija del fallecido dibujante. “La resistencia del hombre común enfrentado a esta nueva y trágica realidad, que intenta elevar su espíritu a la altura de las circunstancias, es algo que vemos en series, películas y novelas actuales. La diferencia es que la fuerza para resistir emerge del grupo en su conjunto”, agrega Martín Oesterheld. Porque, tras la épica de El Eternauta, se esconde una epopeya profundamente humana: los que luchan tienen nombres, dudas e inseguridades. Juan Salvo, el fundidor Franco o el joven Pablo. Nadie puede ganar solo, ni siquiera el inteligentísimo Favalli. Y los propios invasores desde el espacio, en realidad, se muestran como víctimas de órdenes y fuerzas mayores.

Inevitable, pues, que la obra se terminara leyendo como una rebelión contra la dictadura. Como un grito dibujado por la unión del pueblo. O una oda al poder del ciudadano común. Y otras muchas visiones más o menos certeras o interesadas. Las primeras cinco viñetas de ‘El Eternauta’, de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, editado por Planeta.

 

 

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