El mundo real
Hace algunos días mi hijo compartió, en plan de vacile, un meme que andaba circulando por internet...
Hace algunos días mi hijo compartió, en plan de vacile, un meme que andaba circulando por internet. Se veía en la imagen a una persona en el suelo, y con letras grandes decía en la parte inferior: “Me caí y no me puedo levantar”. Pero después de “me caí” decía con letras pequeñitas: “en la trampa de creer que un título universitario garantizaría mi futuro financiero”.
Mi experiencia
Por supuesto, cada caso es diferente, pero me gustaría compartirle a mi hijo, y a todos aquellos jóvenes que están por terminar sus estudios, un poquito de lo que fue mi experiencia laboral (me acabo de jubilar) y de todas aquellas cosas que encontré en el mundo real del trabajo y que requirieron de todo mi esfuerzo y grandeza de ánimo para salir adelante.
Mi primer trabajo fue en el gobierno del estado, en donde mi inexperiencia y exceso de confianza casi me hicieron perder mi libertad, pero de eso hablaré en el próximo mensaje.
Después de ser un alto funcionario de gobierno, con todas las comodidades posibles de un puesto así, tuve que empezar desde abajo en un banco, como cajero ambulante, recorriendo las calles bajo el agobiante sol de Tampico para recolectar los depósitos de clientes.
Más de la sección
Después trabajé en una planta petroquímica. Ahí era tanto el trabajo, que a veces, después de estar ahí todo el día y salir ya en la noche, me llevaba trabajo a la casa, cenaba, me dormía un rato y me levantaba a las 3 de la mañana para terminar el trabajo que había que entregar el siguiente día (bueno, ya ese mismo día).
Siguiente trabajo, una empresa de telecomunicaciones. Ahí tuve un jefe durísimo, de modales bastante rudos. A veces, después de una discusión con él, me iba a encerrar un rato a mi carro para tratar de controlarme y no explotar y mandar todo al cuerno.
Vino después un proyecto en sociedad con unos amigos que terminó con la amistad y nos dejó completamente endeudados. Tardé varios años en salir de ese problema financiero.
Siguieron algunos proyectos familiares en los que depositamos – como lo dije en mi mensaje “La Princesa y el Tunante” – todos nuestros sueños, todas nuestras ilusiones y también todos nuestros ahorros, y los proyectos no resultaron ser lo que esperábamos. Adiós a los ahorros (mas no a los sueños ni a las ilusiones).
Estuve después en una empresa local con muchas dificultades financieras y, como gerente de Finanzas que era, cada semana era un parto, un estrés tremendo, el completar para la nómina y los proveedores.
Finalmente, volví a la administración pública, en donde, después de ocho años de trabajo, un buen día me dijeron que ya no tenía trabajo, así, sin más ni más.
Impartí cursos en empresas, en ocasiones, capacitando a los turnos nocturnos de maquiladoras. Salía a veces a medianoche y venía por la carretera orando, con miedo a causa de la inseguridad que, entonces, estaba desbordada (más).
A la par de todas estas actividades, ejercí la docencia en diferentes momentos e instituciones, con las muchas exigencias y sacrificio de tiempo que implica la labor de un maestro.
Con dignidad
Así que, hijos (reales y putativos), como pueden ver, el mundo real del trabajo algunas veces puede llegar a ser como ir empujando una roca cuesta arriba. Por supuesto, cada trabajo tuvo también sus cosas buenas, pero en esta ocasión me quise enfocar en los retos, por lo que ya decía al principio.
No les deseo nada de esto, o tal vez sí – al menos algunas cosas – porque es de las experiencias difíciles de las que uno sale más fortalecido, y la vida muchas veces nos enseña de esa manera. Recordando una frase de mi conferencia de Longanimidad: “Pedí fuerzas, y recibí dificultades para hacerme fuerte. Pedí sabiduría, y recibí problemas para resolver. Pedí coraje, y recibí obstáculos qué superar. No recibí nada de lo que pedí…pero recibí todo lo que necesitaba”. Ya sabiendo todo lo anterior, espero que nadie “se caiga” en la ya citada trampa. Y si ya cayó, levántese, sacúdase y prepárese para enfrentar el mundo real con dignidad.
Que Dios bendiga su esfuerzo y sus ganas para que, aunado a su preparación académica – a su título – les permita tener un excelente futuro financiero que, en gran parte, de ustedes dependerá.