EL MENSAJE EN LA BOTELLA

¿Qué recuerdos crearás?
Apenas hace unas horas, se cerró la página final de lo que fue nuestra vida en el 2016. Otro año ha terminado y de él solo quedan recuerdos, algunos felices, tal vez algunos tristes. Pero sean como hayan sido, esos recuerdos han quedado archivados en las páginas del libro de nuestra vida y ahora forman parte de nosotros.
Ahora, el calendario se abre para un nuevo año, con el cual viene la oportunidad de crear las experiencias que, a la postre, se convertirán también en recuerdos a la vuelta de otro año. Me gustaría en esta ocasión hacer un recuento de algunas de las cosas que compartí en estos “mensajes embotellados” durante el año que terminó, invitándote a vivir de tal manera que puedas crear recuerdos agradables a lo largo del año que recién empieza.
Hablé de ser ciegos a la apariencia externa de las personas, a la que a veces le damos más valor que lo que hay en el interior de ellas (“Ojalá todos fuéramos ciegos”). Te invito a que este año aprendas a ver lo que realmente importa, lo que realmente vale: el corazón y sus sentimientos; el alma y sus anhelos. Tal vez te sorprenda lo que equivocado que estabas el prejuzgar a alguien y logres crear bellos recuerdos con ese amigo o amiga que no te habías permitido conocer por prestar más atención a “la envoltura” que al regalo que venía dentro.
Hablé de buscar en nuestro interior para saber quiénes somos realmente, para qué estamos aquí (“La búsqueda”). Te invito a pasar más tiempo a solas contigo mismo. Apaga la televisión, desconéctate un rato de las redes sociales (de veras, no pasa nada si lo haces) y busca hasta encontrar, con qué fin se te dio la oportunidad de ocupar un lugar en el escenario de este gran teatro que es la vida. El encontrar esa respuesta puede ser la diferencia entre una vida trascendente y una vida sin sentido o propósito.
Hablé de recibir los golpes que a veces nos propina la vida para aprender a saltar más alto hasta alcanzar la medida de nuestra creación (“Pelota que no rebota”). Te invito a que cuando la vida te golpee (eventualmente lo hace), lejos de preguntarte “Por qué” (¿Por qué a mí?), te preguntes “Para qué” (¿Para qué Dios o la vida me están haciendo pasar por esta experiencia? ¿Qué necesitan ellos que yo aprenda de esta situación?) Muchas veces esos golpes, aunque dolorosos, son necesarios para encontrar la respuesta a la que me refiero en el párrafo anterior.
Hablé de no reprimir nuestro ser en ese loco afán que a veces tenemos por lograr la aceptación de los demás (“Encajar”). Te invito a respetar tu individualidad y a ser congruente contigo mismo, sin importar las críticas u opiniones de los demás, que a veces solo critican porque consideran que tú estarías obligado a encajar en sus parámetros, condenándote si no lo haces.
Te hablé de tomar dos “Decisiones trascendentes”: Nunca dudar de tu propio valor y luchar por convertirte en la mejor versión de ti mismo, liberar todo tu potencial. Esas dos decisiones te permitirán enfrentar con la seguridad de un guerrero (y no con el temor de un cobarde) las pruebas que te toque pasar y salir airoso, triunfante, sintiendo con cada batalla ganada que, como decía Desiderata, eres una criatura del universo, no menos que los árboles o las estrellas, y tienes derecho a estar aquí.
Hablé de cómo a veces la vida, sin avisar, nos quita aquello que creíamos nuestro (“La oveja pelada”), haciéndonos tambalear hasta nuestros cimientos y afectando precisamente (si lo permitimos) la idea de nuestro propio valor. Te invito a que si eso te llegara a ocurrir en este año, recuerdes que el valor humano no depende del tener, sino del ser.
Y que permitas que esas experiencias, lejos de amargarte, te conviertan en un ser más humilde, más empático, más agradecido, más paciente, atributos todos ellos que te ayudarán a SER una mejor persona.
Finalmente, hablé de cómo también a veces en la vida se desatan las tormentas y nos empapan sus aguas torrenciales (“Una lavadita”). ¿Recuerdas cuál era el paraguas que nos podría proteger en tales momentos? El paraguas de la fe. Mantén viva tu fe en que nunca estarás totalmente solo, y cuando te parezca que hasta Dios te ha abandonado, recuerda su promesa: “Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias” (Isaías 54:7). Si eres padre o madre, sabrás que de vez en cuando tienes que soltar la mano del bebé para que aprenda a caminar y valerse por sí mismo. De la misma manera, Dios a veces nos tiene que soltar para que crezcamos espiritualmente, pero al final, él está ahí, con sus brazos extendidos, esperando para recibirnos en los brazos de su amor.
Así que ahora la pregunta es: ¿Qué recuerdos crearás en el año que inicia? Algunos de esos recuerdos serán creados por circunstancias fuera de tu control, pero si en aquellos que sí lo están tratas de aplicar todo lo anterior: no prejuzgar a la gente, buscar un sentido o propósito para tu existencia, tratar de “saltar” cada vez más alto, ser congruente con tu esencia, no dudar de tu valor, desarrollar todo tu potencial, buscar el ser más que el tener, y enfrentar tus propias tormentas con fe, entonces puedo asegurarte, sin temor a equivocarme, que gran parte de los recuerdos que crearás serán grandiosos, y perdurarán entre tus allegados por mucho tiempo más del que tú estés aquí. Esos recuerdos están ahí, esperando a que les des vida. Adelante, ve por ellos. Feliz 2017 a todos.
jesus_tarrega@yahoo.com.mx
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