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El dibujo del cómic es casi matemático’

El dibujante Max se inspira en el genio de vanguardia Marcel Duchamp para dar forma a su obra más experimental

El año 1913, Marcel Duchamp cortó tres hilos de un metro de longitud y los dejó caer, desde una altura de un metro, sobre tres lienzos. Los fijó después con barniz, respetando la forma en que cada uno de ellos había caído. La idea era explorar hasta qué punto el azar condiciona el mundo del arte y sobre todo, hasta qué punto el azar de cada uno es, en cierto sentido, una expresión de su subconsciente.

El dibujante Max.El dibujo del cómic es casi matemático’


El año 1913, Marcel Duchamp cortó tres hilos de un metro de longitud y los dejó caer, desde una altura de un metro, sobre tres lienzos. Los fijó después con barniz, respetando la forma en que cada uno de ellos había caído. La idea era explorar hasta qué punto el azar condiciona el mundo del arte y sobre todo, hasta qué punto el azar de cada uno es, en cierto sentido, una expresión de su subconsciente.

UN SIGLO Y CINCO AÑOS DESPUÉS

Max, el artista que ganó el primer Premio Nacional de Cómic en 2007, sigue sus pasos en la obra “Rey Carbón”, en la que no pretendía explicar una historia, sino jugar a superponer sus propios “hilos”. Estos, narrativos, sin más intención que la de superponerlos para ver qué ocurre: un personaje pintado de negro, solitario y otro completamente blanco, aburrido y sin sentido, algunos cuervos condenados a ser devorados y una pared sobre la que dibujar desde una más que posible prehistoria de casi todo, el momento (y el espacio) en el que aún no se ha hecho nada. Y en el que no se dice nada.

CONTEXTO
“El dibujo en el cómic es casi matemático: tienes un guión y debes seguirlo. A veces comparo la creación de un cómic con la construcción de una casa. Primero debes asegurar los cimientos, luego puedes empezar a edificar y finalmente le das color y decides dónde pones cada cosa”: Max

El dibujante cita a Duchamp pero también a Tom McCarthy, escritor amante de la deconstrucción (es el autor de la novela, informe y fluir de tiempo impreso Satin Island), para insistir en el carácter experimental de la obra, que parte de la fábula de Plinio que explica cómo debió surgir el dibujo.
“Cuenta Plinio en su fábula que la primera pintura fue el dibujo del contorno de la sombra que proyectaba en la pared una persona”, relata Max.
El cómic, dice, tiene tendencia a ser convencional. Hay poca experimentación y cuando la hay, es algo muy minoritario.

EL DESCUBRIMIENTO DEL DIBUJO

En “Rey Carbón” se podría decir que no pasa nada y pasa todo. Podría ser una historia sobre el descubrimiento del dibujo y por extensión, el arte, como herramienta de comunicación. Hay un personaje, el tal Rey Carbón, que vive solo en una especie de cueva y que un buen día se encuentra con otro personaje (nariz larga, fondo blanco que parece perdido) y que esta simplemente ahí, como la realidad. Comparten un cuervo a la brasa que cocina el propio Rey Carbón y este acaba como el personaje de la fábula de Plinio, dibujando el contorno de la sombra de su invitado en la pared. A partir de ahí, todo es pasión por esa suerte de poder recién descubierto. Y así, dejando caer sus hilos (narrativos) al azar, Max parece estar dibujándose a sí mismo. De hecho, eso es lo que ocurre. Al dejar las cosas al azar, lo que pasa es que Max se comunica consigo mismo.
“El dibujo es comunicación. Yo seguiría dibujando aunque no hubiese nadie ahí fuera. Me seguiría comunicando conmigo mismo”, confiesa el artista. Y lanza una crítica a la manera en que se “enseña” el dibujo. “A los niños se les hace creer que deben dibujar bien. El acento está puesto en la belleza y se equivocan. El dibujo no debe ser bonito, no debe estar bien hecho, debe decirte algo”, asegura.

El año 1913, Marcel Duchamp cortó tres hilos de un metro de longitud y los dejó caer, desde una altura de un metro, sobre tres lienzos. Los fijó después con barniz, respetando la forma en que cada uno de ellos había caído. La idea era explorar hasta qué punto el azar condiciona el mundo del arte y sobre todo, hasta qué punto el azar de cada uno es, en cierto sentido, una expresión de su subconsciente.

UN SIGLO Y CINCO AÑOS DESPUÉS

Max, el artista que ganó el primer Premio Nacional de Cómic en 2007, sigue sus pasos en la obra “Rey Carbón”, en la que no pretendía explicar una historia, sino jugar a superponer sus propios “hilos”. Estos, narrativos, sin más intención que la de superponerlos para ver qué ocurre: un personaje pintado de negro, solitario y otro completamente blanco, aburrido y sin sentido, algunos cuervos condenados a ser devorados y una pared sobre la que dibujar desde una más que posible prehistoria de casi todo, el momento (y el espacio) en el que aún no se ha hecho nada. Y en el que no se dice nada.

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 Una de las páginas de “Rey Carbón”.

CONTEXTO

“El dibujo en el cómic es casi matemático: tienes un guión y debes seguirlo. A veces comparo la creación de un cómic con la construcción de una casa. Primero debes asegurar los cimientos, luego puedes empezar a edificar y finalmente le das color y decides dónde pones cada cosa”: Max

El dibujante cita a Duchamp pero también a Tom McCarthy, escritor amante de la deconstrucción (es el autor de la novela, informe y fluir de tiempo impreso Satin Island), para insistir en el carácter experimental de la obra, que parte de la fábula de Plinio que explica cómo debió surgir el dibujo.

“Cuenta Plinio en su fábula que la primera pintura fue el dibujo del contorno de la sombra que proyectaba en la pared una persona”, relata Max.

El cómic, dice, tiene tendencia a ser convencional. Hay poca experimentación y cuando la hay, es algo muy minoritario.

EL DESCUBRIMIENTO DEL DIBUJO

En “Rey Carbón” se podría decir que no pasa nada y pasa todo. Podría ser una historia sobre el descubrimiento del dibujo y por extensión, el arte, como herramienta de comunicación. Hay un personaje, el tal Rey Carbón, que vive solo en una especie de cueva y que un buen día se encuentra con otro personaje (nariz larga, fondo blanco que parece perdido) y que esta simplemente ahí, como la realidad. Comparten un cuervo a la brasa que cocina el propio Rey Carbón y este acaba como el personaje de la fábula de Plinio, dibujando el contorno de la sombra de su invitado en la pared. A partir de ahí, todo es pasión por esa suerte de poder recién descubierto. Y así, dejando caer sus hilos (narrativos) al azar, Max parece estar dibujándose a sí mismo. De hecho, eso es lo que ocurre. Al dejar las cosas al azar, lo que pasa es que Max se comunica consigo mismo.

“El dibujo es comunicación. Yo seguiría dibujando aunque no hubiese nadie ahí fuera. Me seguiría comunicando conmigo mismo”, confiesa el artista. Y lanza una crítica a la manera en que se “enseña” el dibujo. “A los niños se les hace creer que deben dibujar bien. El acento está puesto en la belleza y se equivocan. El dibujo no debe ser bonito, no debe estar bien hecho, debe decirte algo”, asegura.




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