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El dibujo como segundo idioma

La expresión que surge de los trazos fortalece la comunicación de las personas

Dibujar es delinear la propia realidad, es mover la línea para expresar lo que se ve y se siente. Es una de las primeras expresiones del pensamiento, un punto que baila a ritmo de su creador. 

Desde los primeros meses de vida hay una necesidad de expresión aunque la capacidad verbal no esté desarrollada, es por ello que el dibujo se delinea como una actividad orgánica.El dibujo como segundo idioma

EL DIBUJO COMO FORMA DE EXPRESIÓN

Bajo esas ideas, el artista alemán Paul Klee se convirtió en uno de los referentes del dibujo, como artista, pero también como profesor, porque se dio cuenta del potencial del dibujo como una forma de expresión espontánea y natural.

Y es que dibujar es un acto casi innato en el ser humano. Desde los primeros meses de vida hay una necesidad de expresión aunque la capacidad verbal no esté desarrollada, es por ello que el dibujo se delinea como una actividad orgánica, como un temprano testimonio de las ideas y emociones que se tienen sobre sí mismo, pero también sobre el entorno y el mundo, coinciden expertos.

“El dibujo se ha considerado como el equivalente al juego espontáneo según las teorías del desarrollo infantil, inicialmente y a partir del dibujo espontáneo se producen habilidades motoras de manera que en preescolar se les ayuda a los niños con algunas plantillas para que comiencen a colorear sin salirse del contorno como una parte de la maduración de esa habilidad”, relata el experto en psicología clínica, Julio Villegas Olguín.

“Pero también en la psicología clínica se ha considerado al dibujo proyectivo como una de las principales herramientas de trabajo para el procesamiento de las emociones, cuando el niño dibuja y juega proyecta no solo sus emociones, sino ideas que tiene sobre su entorno, sobre su propio universo”.

A través del dibujo proyectivo se puede saber qué idea tiene el pequeño sobre sí mismo, qué siente, qué le interesa, pero también que relevancia tiene cada uno los integrantes de la familia, de sus amigos o conocidos; aunque no son conclusiones definitivas, este tipo de ejercicios pueden dar aproximaciones sobre las emociones y los pensamientos, recalca el experto. 

Pero el ejercicio libre del dibujo, incluso la acción de colorear, provocan el desarrollo de habilidades motrices entre los más pequeños. Aún sin saber leer o escribir, los niños pueden afinar el uso de distintas herramientas, puede aprender a utilizar y dominar el uso de lápiz, o un color, pero también ampliar la experiencia del trazo con la manipulación de distintos materiales y texturas, desde polvos, incluso frijoles, arroz o pastas.

“Trabajar sobre una línea, sobre un límite, ayudará en los procesos de discriminación visual, los niños sí necesitan dibujar sobre trazos ya hechos, para madurar, sin embargo en los procesos creativos es importante también el dibujo libre, pero ese será otro tipo de maduración, otro proceso en el que encontraremos elementos más vinculados a la creatividad, con la combinación de colores, de formas”, resalta Villegas Olguín, también especialista del Instituto Jalisciense de Salud Mental (Salme).

EXPRESIÓN DE LIBERTAD 

Pero las posibilidades del dibujo no puede ser reducidas. Esta práctica no es solo una expresión de la niñez, ni únicamente sirve para producir una evolución psicomotriz, es una forma de comunicación humana que produce múltiples posibilidades creativas y de conocimiento, añade la titular de la Dirección Educativa del Museo Cabañas, Laura Bordes.

“En la primera infancia, esta apuesta gráfica es más bien una escritura no solo del mundo exterior, sino interior en el que se configura subjetivamente el niño y la niña, por eso es muy importante este momento en el que los chicos toman cualquier soporte, incluso sobre su propia piel, para hacer experimentos sensoriales, de movimiento y de expresión”, describe Bordes.

“En la primera infancia, esta apuesta gráfica es más bien una escritura no solo del mundo exterior, sino interior en el que se configura subjetivamente el niño y la niña" Laura Bordes

La práctica del dibujo, incluso de colorear, no debe ser limitada. Los chicos deben tener tiempo suficiente para desarrollar esta habilidad, para divertirse, expresarse y al mismo tiempo mejorar sus capacidades motoras, de pensamiento e imaginación. 

Hay etapas en las que los más pequeños prefieren el dibujo espontáneo, como un acto de libertad y autonomía, que además incita a la imaginación y a la creatividad, pero en otros momentos, se orientará al dibujo más limitado, que quizá tenga que ver con la imitación de formas o con rellenar de color algunas figuras ya establecidas, pero en ambos casos se desarrollan destrezas que ayudan a mejorar distintos aspectos de su vida: desde la cultura visual, la motricidad fina, la creatividad y la imaginación, así como la manera de expresar emociones.

  • Pero cuando los niños empiezan a ser sociales, es decir, cuando entran en contacto con sus pares, en el kínder, por ejemplo, la experiencia empieza a cambiar.

Desde una perspectiva más amplia, más allá de que la producción gráfica sea subjetiva, llega el momento en el que las niñas y niños se desarrollan en un campo más social, cuando ingresan al preescolar, a la primaria, la práctica de la libre expresión a través del dibujo empieza a limitarse, porque se configura un lenguaje común, significados que se entienden en el contexto social más amplio. 

“Los niños empiezan en un plano en el que las representaciones son más moderadas por la educación en un punto consensuado y eso cobra factura a nivel de la creatividad, empieza la construcción más esquemática y similar entre los niños, aunque todavía hay mucho de producción imaginaria.

“Los niños empiezan en un plano en el que las representaciones son más moderadas por la educación en un punto consensuado y eso cobra factura a nivel de la creatividad, empieza la construcción más esquemática y similar entre los niños, aunque todavía hay mucho de producción imaginaria"

“Sin embargo, conforme la educación se hace más estricta y severa -que se da más prioridad a la técnica y no tanto a la expresión gráfica-, los adultos tienen cierta expectativa sobre la técnica, cerca de los 9 o 10 años la producción de los niños es mucho menos espontánea que de los más pequeños, y luego, difícilmente, en edades más adultas no volvemos a entregarnos a la libertad gráfica, nos autocensuramos, por la aparición de la vergüenza o la represión, porque creemos que no dibujamos bien, pero esta idea debería de cambiar”, exhorta Bordes.

La expresión de cada ser humano debe ser libre, debe propiciar nuevas experiencias, espacios de creatividad y para aprender a decir con precisión lo que se cree o se siente, coinciden los expertos.

Ya sea con dibujos espontáneos, proyectivos o limitados con formas ya establecidas, esta práctica debe ser lúdica y ejercerse con plena libertad, por ello se recomienda que los más pequeños estén expuestos a diversos estímulos artísticos, llevarnos a ver exposiciones de distintos artistas plásticos, pero también que conozcan las propuestas visuales y las distintas corrientes artísticas, que se familiaricen con la obra de Paul Klee, de Pablo Picasso, hasta José Clemente Orozco; que se les ofrezcan cómics acordes a sus edades e intereses y que experimenten a partir de sus propias experiencias estéticas, recomienda Bordes.



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