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El año de Scorsese contra el mundo

El cineasta neoyorquino marca el año cinematográfico con ‘El irlandés’, producida por Netflix, y por sus críticas contra las películas de superhéroes. Almodóvar y Bong Joon-ho demuestran su vitalidad creativa

¿Que si hay pelea con Netflix?  ¿Que si el cine de superhéroes se come al resto? ¿Que si el León de Venecia es polémico? ¿Que si  en los Oscar puede ganar una obra de plataforma la la estatuilla a mejor película?

Martin Scorsese dirige a Robert De Niro y Joe Pesci en ‘El irlandés’.El año de Scorsese contra el mundo

En The New York Times, el cineasta aseguraba: “En muchas películas de franquicias trabajan auténticos artistas, personas con talento. Sé que, si hubiera nacido y me hubiera educado más tarde, quizá me apasionarían e incluso querría rodar una yo mismo. Pero me eduqué cuando me eduqué, y esa educación incluye un sentido del cine tan alejado del universo Marvel como la Tierra lo está de Alfa Centauri [...]. Para mí, para mis cineastas adorados, el cine consistía en una revelación estética, emocional y espiritual. La clave estaba ahí: era una forma artística. En las películas de Marvel no hay revelación, misterio ni auténtico peligro emocional. No hay ningún riesgo”. Y avisaba sobre el peligro real: el poco espacio que deja el cine de franquicias al resto de las películas en las salas.

Un gran inciso: por una vez, y por desgracia, España está en la vanguardia de la cinematografía mundial. Tal y como está concebida la industria, solo hay hueco para las comedias producidas por las televisiones y el cine de autor más pequeño, que no puede superar un presupuesto de 1,8 millones de euros para acceder a ayudas ministeriales. La clase media del cine, como en la España real, está a punto de desaparecer. Y ahora pasa en el cine mundial.

Volviendo a Scorsese, su artículo aparecía dos meses más tarde de que Joker, de Todd Philips, ganara el León de Oro en el festival de Venencia. Es decir, que una franquicia se llevará el premio gordo de un festival de autor, decisión cuanto menos sorprendente ya que además el jurado lo presidía la argentina Lucrecia Martel. Ese León de Oro provocó numerosos interrogantes: ¿lo merecía? ¿Necesita una película así ganar un festival de clase A? ¿Necesita el certamen veneciano rendir tamaña pleitesía? Lo cierto es que en muchos países, el cartel del filme de Warner no lleva el logotipo del trofeo... ¿no vaya a ser que espante a su público potencial? Para otras películas, ese marchamo sería su puerta de entrada a las salas del resto del mundo, al menos, retornando a Scorsese, en las que les haya dejado hueco un batman. De ahí la deriva hacia las televisiones y las plataformas.

En el eterno bramido mediático que rodea a Netflix, la operación El irlandés guarda numerosos paralelismos con la estrategia usada la temporada pasada con Roma, aunque aumentando la apuesta. En el drama del mexicano Alfonso Cuarón, la plataforma no era la principal productora, pero ayudó al lanzamiento del filme y fue su distribuidora mundial. Con Scorsese, de Netflix sí puso el dinero desde el principio de la producción, tras retirarse Paramount asustada ante un presupuesto de 144 millones de euros, obligatorios por la tecnología necesaria para reconstruir los rostros de unos protagonistas por los que pasan cuatro décadas. En un año de muy buen cine, son aún más interesantes los movimientos soterrados que han provocado grandes terremotos en la industria. Si en Europa aún hay enfrentamientos sobre si Netflix sí o Netflix no, en Hollywood han aceptado a la plataforma en la todopoderosa MPAA, la asociación que engloba a los grandes estudios, las majors: Sony, Universal, Paramount, Warner, Disney... y ahora Netflix. El otro frenesí telúrico: el hambre empresarial de Disney, que ha devorado a Fox, y que en 2020 llegará a cualquier confín del mundo con Disney +, su propia plataforma, con un gran catálogo.



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