Domingo Cultural

David Antón: “Lo único que necesita uno es amor y un perro”

El escenógrafo mexicano más prolífico del Siglo XXXX, trabaja en su particular templo barroco, un apartamento que comparte con su pareja, el escritor Fernando Vallejo.
  • Por: Pablo de Llano
  • 14 / Diciembre / 2014 -
  • COMPARTIR
David Antón:“Lo único que necesita uno es amor y un perro”

El escenógrafo David Antón (izquierda), en la Ciudad de México.

En una repisa sobre la mesa de dibujo hay una placa con la inscripción All you need is love… and a dog. “Es un regalo de una señora y es muy bonito, porque dice que lo único que necesita uno es amor y un perro”, explica David Antón en su cuarto de trabajo. El escenógrafo mexicano más prolífico del Siglo XX, activo a sus 91 años, vive en un departamento de la Ciudad de México con el escritor colombiano Fernando Vallejo, su pareja desde hace cuatro décadas, y con una cachorra tan vigorosa que de nombre le han puesto Brusca. Vallejo la recogió en la calle en septiembre, tras perseguirla durante unos instantes sin conseguir atraparla, y la han adoptado como sustituta de su anterior perra, Kina,recién fallecida.

Antón no ha dejado de proyectar escenas y diseñar vestuarios desde principios de los cincuenta. Ha hecho ópera, ballet, teatro comercial, teatro clásico, obras pequeñas, grandes, medianas. “Fíjate que no sé exactamente cuántas, pero una barbaridad. Fácil yo creo que unas ochocientas habré hecho”. En un cuaderno tiene apuntados a máquina los títulos y el número de cada año: 1966, 18 obras; 1964, 22. “Imagínate, y mira el 63”. Treinta y una obras. ¿Por qué hacía tantas? “Pues no sé, a mi familia, sin ser rica, nunca le faltó de nada, pero me vi envuelto en el trabajo y ya, una tras otra”. 

Como ejemplo, algunas recogidas en el libro En los andamios del teatro (Escenología; México, 2013), dedicado a su carrera: Panorama desde el puente, de Arthur Miller; Bocetos para Lucrecia Borgia, de Alejandro Jodorowski; La hora española, de Ravel; La vida es sueño, de Calderón de la Barca; La traviata, de Verdi; Doña Flor y sus dos maridos, de Jorge Amado. 

La última que ha hecho es Turandot, de Puccini, en 2013, y tiene en agenda otra con la actriz Silvia Pinal, la Viridiana de Buñuel, y con el director José Luis Ibáñez. Desde que llegaron a esta casa, hace 42 años, él trabaja sentado en el mismo taburete de madera y con la misma mesa. Junto al precepto sobre el amor y los perros hay una fotografía en blanco y negro de una mujer bellísima, sostenida con unas chinchetas contra la pared.

—¡Esa es Greta Garbo, hombre...!

El cuarto es mediano. Hay tres cuadros de Jean Cocteau de formato pequeño y un dibujo a tinta de Kokoschka. Antón muestra una obra del español Josep Renau, con quien entró en contacto de joven dentro del ambiente de los exiliados republicanos. Su influencia lo abocó a la pintura, aunque ya había empezado a pintar desde niño porque a su madre le gustaba el arte. Su padre, emigrante español, era comerciante. En una esquina tiene un lienzo en blanco que aún no se ha animado a pintar, y al otro lado de la habitación hay un antiguo cuadro suyo de un muchacho en calzones. Lo tiene porque el hombre que en su día lo compró dispuso que a su muerte se lo devolviesen al autor.

Vallejo teclea al lado de la puerta de entrada del cuarto de Antón. El espacio de trabajo de uno de los escritores vivos más importantes en lengua española es un recodo en sombra, más o menos amplio, del pasillo de su vivienda. Dice que ahí no le molesta la luz. Usa una lámpara de mesa cuya base es la figura de un camello. “Quién sabe de dónde la trajo David”. La casa tiene dos autores, pero sólo un escenógrafo.

Las paredes del salón están forradas de una tela rosada con motivos florales. “Es como una especie de gobelino”, dice Antón. El suelo está cubierto de alfombras persas. Buena parte de una pared la ocupa un espejo redondo que trajo de Argentina y encuadró en una estructura dorada de forma flamígera que define como “un resplandor de iglesia”. 

DEJA TU COMENTARIO
EL MAÑANA RECOMIENDA