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El final creativo de Van Gogh: un pintor compulsivo que murió entre sus cipreses

En sus dos últimos meses de vida, en los que mostró su obsesión por este tipo de árbol, realizó 124 obras. Dos de los museos más importantes del mundo ofrecen exposiciones que retratan la etapa creativa postrera del artista

En los dos últimos meses de su vida, Vincent van Gogh (1853-1890) realizó 74 cuadros y unos 50 dibujos durante su estancia en la localidad francesa de Auvers-sur-Oise. 

´Campos de trigos con nubarrones´, 1890, Van Gogh. Cortesía del Museo del pintor en Ámsterdam.El final creativo de Van Gogh: un pintor compulsivo que murió entre sus cipreses

Fue en esta etapa cuando también centró parte de su atención en los cipreses. Ese árbol "con forma de obelisco egipcio", como lo definió en una carta a su hermano Theo, que en el universo católico remite a camposantos y en el Mediterráneo a paisajes de postal, se convirtió en una obsesión sobre la que pronto se abatieron las sombras.

Falleció el día 29, a los 37 años, y este periodo ha sido estudiado a fondo desde el punto de vista de su psicosis y el corte de su oreja, ocurrido un poco antes. 

Ahora coinciden en el tiempo, aunque no en el lugar, dos exposiciones que se centran en la obra que produjo en ese tiempo. En el museo del artista en Ámsterdam se reúnen por primera vez lienzos de sus días en la ciudad francesa y en el Met de Nueva York las telas en las que imprimió su obsesión por los cipreses. Dos maneras de recordar su trágico final.

No se había dedicado una retrospectiva a una etapa crucial iniciada con esperanza en un enclave visitado por pintores como Corot, Cezanne o Pissarro, que acaba en tragedia. Titulada sin rodeos Van Gogh en Auvers: sus últimos meses, el museo del artista en Ámsterdam reúne por primera vez hasta el 3 de septiembre unos lienzos con casas, flores, paisajes y algunas efigies concluidos en un frenesí creativo truncado por un tiro en los mismos campos que tanto le habían inspirado. 

El esfuerzo ha sido posible con la colaboración del Museo d´Orsay, de París, que recogerá el testigo el próximo octubre.

Van Gogh llegó a Auvers en mayo de 1890 procedente del hospital psiquiátrico de Saint-Rémy-de-Provence, al sur de Francia. Mientras estuvo internado, los periodos buenos se alternaron con crisis terribles en las que intentó envenenarse en dos ocasiones.

Al mismo tiempo, su obra empieza a despegar entre los críticos. "Uno de ellos, Albert Aurier, le puso por las nubes diciendo que era el heredero de los maestros antiguos holandeses", señala Wouter van der Veen, investigador experto en el artista.

Aurier publicó su artículo en enero de 1890 en la revista Mercure de France y se refiere a la obra de Van Gogh en estos términos: "La vehemente pasión de sus dibujos y colorido no basta para explicar su profundo, complejo y distintivo arte". 

DA LAS GRACIAS

El pintor le dio las gracias en una carta, adquirida por su museo en 2019, donde asegura que encuentra sus propios cuadros "renovados, mejor de lo que son en realidad, más valiosos y con más sentido", tras haber leído la reseña.

Después de hablar con Theo, su hermano y principal valedor, y cuando ya se siente mejor, Van Gogh se pone en manos del doctor Paul-Ferdinand Gachet, especializado en enfermedades nerviosas.

  • El médico era también mecenas y pintor aficionado, y a su casa en Auvers acudían artistas que luego formaron parte del Impresionismo. Al viajero holandés le gusta la localidad y, muy recuperado, juega con tonos azules y verdes y pinta mucho y muy deprisa. "Se formó una comunidad creativa en la que había europeos, estadounidenses y hasta un cubano, y Van Gogh quiere demostrar su valía en ese entorno.

El grabador español Nicolás Martínez de Valdivieso almorzó varias veces con él en su hospedaje, la Posada Ravoux", sigue explicando el experto.

Su buen ánimo se refleja en las primeras obras abordadas, que alternan las vistas de la localidad, castaños en flor y barcazas en el río Oise, con retratos como el de Adeline Ravoux, la hija del dueño del establecimiento. 

En varios lienzos puede verse, a lo lejos, la iglesia que haría famosa bajo un cielo azul cobalto.

El templo fue construido en el siglo XIII, y en la composición aparece envuelto en reflejos violeta. "A la izquierda del espectador vemos una campesina con una toca parecida a las que llevaban las holandesas de Brabante, donde él había nacido.

El uso del color es llamativo y hay cuadros muy famosos de esta última época y otros poco conocidos, y gran parte están en Estados Unidos", explica Nienke Bakker, conservadora senior de pinturas de la pinacoteca de Ámsterdam. La vista de la iglesia ha sido cedida, junto con otras siete, por el Museo d´Orsay, y destaca el Retrato del doctor Gachet. Sentado y con la cabeza apoyada en un mano, la expresión melancólica del modelo va más allá del ejercicio de estilo. "El pintor quería reflejar ´el alma rota de nuestro tiempo´ y se sentía identificado en sus depresiones con el facultativo, que era viudo", añade.

Esta es una segunda versión que pertenecía a Gachet mismo, cuya familia la legó al Estado francés. La primera versión fue subastada en 1990 en Estados Unidos y adquirida por 82,5 millones de dólares por el hombre de negocios japonés Ryoei Saito. Desde su muerte, se desconoce la identidad de los nuevos dueños.

En Auvers, Van Gogh solo firmó el retrato de la niña Ravoux, y Bakker indica que lo hacía con su nombre por razones prácticas. "Siempre escribían mal su apellido. No parece que quisiera igualarse a maestros como Rembrandt [Van Rijn]".

El ritmo de producción de Van Gogh sería tal entre mayo y junio de 1890, que dejaba un lienzo para que se secara y salía veloz al campo para seguir pintando. Rodeado por los 50 cuadros y cerca de 30 dibujos colgados ahora en Ámsterdam, el experto Van der Veen admite sentirse "en la gloria y un poco abrumado" ante los préstamos de museos y colecciones privadas que han hecho posible la muestra.

Las obras que no pertenecen a la sala holandesa han llegado de Austria, Finlandia, Francia, Suecia, Reino Unido, Suiza y Estados Unidos, y la familia Gachet fue decisiva para conservar buena parte de esta producción.

Durante el funeral del pintor, su cuarto en la pensión Ravoux estaba lleno de cuadros y Theo le dijo a sus conocidos que tomaran los que quisieran. El médico eligió 27, y puede parecer que se aprovechó, "pero mantuvo junta la colección y afianzó la reputación de Vincent porque otros artistas visitaban su casa", asegura.

"Aunque la familia Gachet vendió algunas piezas, no pidió por ellas precios excesivos. Después, legaron 17 al Estado francés, y creo que su aportación a la fama de Van Gogh no se ha valorado bien".

Los cielos abiertos y las mañanas luminosas del principio se van oscureciendo y una visita de Van Gogh a su hermano, en París, será el punto de inflexión que precipitará su final. Fue el 6 de Julio, y Theo y su esposa, Jo Bonger, acababan de tener un hijo.

Theo estaba enfermo (murió apenas seis meses después) y las cosas no le iban bien como marchante de arte. Preocupado por su futuro, encima perdió un socio con el que esperaba establecer un negocio propio. "Vincent no percibía las necesidades de los demás y no entendió esas tensiones.

Es arrastrado por un torbellino emocional y cree que él es el problema porque depende de la ayuda fraterna", sigue el mismo estudioso. Su serie de cuadros panorámicos —hay 10 en la muestra— refleja la rápida caída en la depresión. "Pinta en momentos de gran vida y bullicio, en plena cosecha, pero sus campos están vacíos. Hay también una vista del Ayuntamiento el 14 de julio, la fiesta nacional francesa, y su plaza está desierta".

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'Fields near Auvers-sur-Oise' ('Campos cerca de Auvers-sur-Oise'), Vincent van Gogh, 1890, óleo sobre lienzo, 50 x 101 cm. Museo Belvedere. cm. 

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'Tree Roots' ('Raíces de árbol'), Vincent van Gogh, Auvers-sur-Oise, 1890, óleo sobre lienzo, 50,3 cm x 100,1 cm. 



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