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Hegemonía hip hop

Algunos de sus creadores aparecen en la lista ´Forbes´ y su historia se enseña en Harvard. La moda lo usa como inspiración y los próximos Juegos Olímpicos contarán con una competición de ´breakdance´. El rap domina la cultura popular del siglo XXI

Hegemonía hip hop

A las cuatro de la tarde del 9 de agosto de 2024, en La Concorde, París, en el marco de los Juegos Olímpicos que tendrán lugar en la capital francesa, sucederá un acontecimiento nunca visto. Por primera vez, una subcultura musical tendrá un medallista olímpico.

BREAKDANCE

El breakdance, elemento troncal en lo que desde hace exactamente 50 años conocemos como hip hop, hará su debut en unos Juegos. Dos categorías, masculina y femenina, y un sistema de puntuación basado en tres elementos: cuerpo, mente y alma. Suena hasta poético.

Lo que los hippies no han logrado con el yoga, ni los mods con la ingesta de anfetaminas, ni siquiera los heavies con el lanzamiento de litronas, lo conseguirá el hip hop, la que es desde hace más de una década cultura dominante en el panorama internacional, una fuerza descomunal que ha arrasado con la música, la moda, los negocios o la publicidad. Y ahora también con el deporte, y no a través de un jugador de baloncesto que salta a la cancha con pantalones dos tallas más grandes de lo que se le supone, sino entrando por la puerta grande en el olimpo. Y de forma literal. Desde hace un buen rato todo es hip hop, y lo que no es hip hop, viene del hip hop o va hacia el hip hop.

  • "La lucha con los medios ha sido siempre enorme y desigual", apunta el rapero y divulgador Frank T. "Yo, por ejemplo, he estado explicando una y otra vez qué es el hip hop, contando lo de Kool Herc en aquella fiesta del Bronx hace justo 50 años. Al final, el titular es que hay hip hop, hay raperos, hay gente que baila break. Ha habido momentos en que se pensó que esto era algo transitorio. Sucedió en 2000, y en 2010... Mira, aquí sigue, vivo y con fuerza. Si en 1996 hablamos ya de esto, en 2023 seguimos. Y no va a parar".

El proceso de conversión del hip hop en cultura dominante ha sido lento y con altibajos. Se ha convertido en hegemónico siempre desde la constante sospecha, incluso desde el desdén.

Del mismo modo que el rock tuvo que esperar más de dos décadas para lograr hacerse con el control de las industrias, que, en un principio, no solo fueron impermeables a su existencia, sino que en algunos casos lucharon por destruirlo, el hip hop se ha hecho con el control total haciéndose con el mando de negociados como la moda, que ha pasado de pagar a artistas del género para que no vistieran su ropa a convertir a Kanye West —antes de su deriva oligofrénica y antisemita— en uno de los mayores activos de una firma como Adidas o a Pharrell Williams en director creativo de la madre de todas las firmas de lujo, Louis Vuitton; Williams sucede en el puesto a Virgil Abloh, el finado diseñador y dj que llegó al puesto desde Off-White, firma de streetwear de la que Vuitton es hoy propietaria del 60%.

La única diferencia es que, en el esquema capitalista actual, su dominación es incluso mayor y más marcial que la que el rock empezó a ejercer desde que se crearon los primeros artistas prefabricados, capaces de vender a la vez rebeldía y bebidas carbonatadas.

"Yo creo que, más por los méritos del hip hop, ha sido por los deméritos de otros estilos", apunta Frank T. "Para mí, ha habido momentos mucho mejores del hip hop que se hace ahora, pero entonces igual era complicado competir con Blur, Oasis... Esas bandas ya no existen. Por eso se ha convertido el hip hop en número uno. Nos han dejado pasillo. Hemos seguido y hemos dado de comer a muchos otros estilos. El reguetón, por ejemplo, es algo que viene del hip hop, tiene pequeñas reminiscencias nuestras. Si el rap como música y el hip hop como movimiento se han hecho tan relevantes es también porque lo otro se ha ido".

"Nadie iba a pensar que un tipo como yo, que no había apenas estudiado, estaría en Harvard enseñando historia del hip hop. Aquí hay dos elementos disruptivos: mi presencia y lo que vine a enseñar, un estilo como el hip hop, en las antípodas de lo que sería la Ivy League".

El productor 9th Grade es uno de los mayores divulgadores del género, su historia y su éxito en Estados Unidos. Da clases de hip hop en varias universidades, y ha logrado que esta cultura se haya asentado como un elemento tan digno de ser intelectualizado como todas las que la precedieron. Porque la hegemonía es tanto que Jay-Z o Drake aparezcan en las listas de Forbes como que estudiantes de Carolina del Norte o Madrid estudien un género convertido en asignatura.

En España, el primero que escribió una tesis doctoral sobre el hip hop fue Francisco Reyes, Paco King, actual docente en la Complutense y nombre clave para entender lo que ha sido este género en España, donde aterrizó en 1984.

"Esto surge como un juego de niños, niños que recitaban. Se añadieron otros elementos, como el grafiti o el breakdance, y todos esos elementos formaron una cultura visualmente muy atractiva", recuerda Reyes.

"Al final, los medios dijeron que vale, adelante con eso, y como los medios lo cogieron, el hip hop pudo salir del Bronx. A España nos llegó a través del 1, 2, 3 y de algunas pelis que estrenaron. Todo sonaba increíble. Se bailaba break en programas como Tocata, estaba en los anuncios, se vendían cosas rapeando. Pero en 1987, a los medios les dio por el acid house. Pensé que estábamos jodidos, pero un año después, ya volvió a escucharse rap. Y entre 1989 y 1992 fue la puta locura. Vanilla Ice, MC Hammer, grafitis por todas partes, chavales bailando break en cada portal... Ahí fue cuando en España se metieron Nach o El Chojin. Ahora veo ese momento como clave para el desarrollo de todo esto, pero entonces estábamos muy cabreados con MC Hammer, Vanilla Ice y toda esa mierda. Lola Flores rapeaba, Leticia Sabater rapeaba. Estaba El príncipe de Bel-Air por todas partes. Es curioso, pero creo que hasta el que más tarde fue el más auténtico se enganchó con todo esto".

Con la presentación por parte del hip hop de sus primeros Big Mac y su primera bebida light, se sentaron las bases de un producto masivo capaz de seducir tanto al gran público como a los más auténticos y comprometidos. Vikki Tobak, fotógrafa y divulgadora del género, autora de dos libros visuales sobre cultura hip hop, Contact High: A Visual History of Hip-Hop (fotografías inéditas) y Ice Cold: A Hip-Hop Jewelry History (sobre la relación de la joyería y esta cultura, capaz de introducirse en Tiffany y no precisamente para robar o simplemente desayunar), también coincide en ese arranque de los noventa como el momento clave para la consolidación de un fenómeno transversal.

"Se hizo poderoso, tanto en las comunidades como en los grandes negocios. Se imbuyó de un espíritu emprendedor bestial, salieron marcas de moda como Karl Kani, Cross Colours, April Walker... Se montaron sellos discográficos en Estados Unidos como Roc-A-Fella o Rawkus. Ahora es fenómeno global, pero en un principio fue muy insular, muy de reconocerse por la calle y guiñarse un ojo".

  • El diseñador Philippe Starck define el final del siglo XX como la era en que se logró convertir casi todas las ideas en productos. En ese aspecto el hip hop es paradigmático.

Y no solo por estar en sintonía con los tiempos, sino por jugar con un elemento inherente a su naturaleza desde el minuto uno y que no ha estado presente en casi ninguna otra subcultura de armazón musical surgida en el siglo XX: el espíritu competitivo.

"Todas las disciplinas del hip hop son muy espectaculares. El heavy metal, el pijo o el señor del country no hacen cosas espectaculares, están sentados en el banco bebiéndose un litro. Nosotros estamos pintando trenes, saltando. Y es todo una gran competición, porque eso no puedes hacerlo mal, haces el ridículo. A mí, el grafiti me ayudó a creerme un superhéroe de barrio. De golpe, era el guay porque era grafitero. Todo en el hip hop te obliga a mejorar. Ese afán de mejora cuando tienes tanto tiempo libre siendo un crío, lo aprovechas, progresas rápido y te haces el famoso del portal". Este mismo espíritu, que en su vertiente infantil crea superhéroes de barrio, cuando es trasladado al gran esquema de las cosas del siglo XXI ha redundado en que un tipo como Jay-Z aspire hoy a hacerse con el Tottenham Hotspur, equipo de la Premier League con enorme tradición, aspiraciones europeas y actualmente uno de los que más beneficios generan en Inglaterra. Cuando en 1974 Elton John compró acciones del Watford, otro club inglés, lo hizo porque su padre era seguidor. "Y jamás me dio las gracias", declararía el autor de Candle in the Wind años más tarde.



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