Corriendo en Cancún
En las palabras que dirigí en el funeral de mi esposa mencioné que una de las cosas que me habían quedado pendientes con ella había sido el regresar juntos a Cancún
Semanas antes de que falleciera, tratando de animarla, le dije: "Te voy a dejar una tarea. Te voy a pedir que visualices que en noviembre, tú y yo vamos a estar en Cancún". Se le iluminó su carita y me dijo "se me antojan unos mariscos a la orilla del mar", a lo que le respondí "lo vamos a hacer, ya verás". Pero ya no tuvimos esa oportunidad.
Hace unos meses compré una bicicleta elíptica, de esas que traen unos tubos para las manos que se mueven a la par del movimiento de las piernas, creando un movimiento similar al que se hace cuando vas corriendo. En las mañanas, pongo alguna "playlist" en una aplicación de música y hago el ejercicio al ritmo de las canciones que se van reproduciendo.
Una de esas listas que encontré hace poco se llama "Estación de Earth, Wind & Fire" – un grupo musical – en donde pasan música de los 70´s y la empecé a usar para mis ejercicios.
Un día, haciendo el ejercicio con una bella canción que me encantaba, cerré los ojos y me transporté. Con el poder de la imaginación, de pronto, ya no estaba en mi casa sino en la playa de Cancún. Y ella estaba conmigo. Le dije "ven, mi amor, corre conmigo" y así lo hizo. Por un buen rato corrimos y reímos juntos a la orilla del mar. Fue hermoso verla sana, fuerte y feliz. Después de correr un rato llegamos a un restaurante y disfrutamos unos deliciosos mariscos al arrullo de las olas.
He hecho esto varias veces. Una de las que más disfruté fue cuando la canción de fondo era una que nos gustaba a ambos, pues reflejaba la visión que teníamos de recién casados; la canción se llama "Nothing´s gonna change my love for you" (Nada va a cambiar mi amor por ti) y dice:
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"Si tuviera que vivir mi vida sin tenerte cerca, los días serían vacíos, las noches, demasiado largas. Contigo puedo ver claramente, tal vez estuve enamorado antes, pero nunca se sintió así de fuerte. Nuestros sueños son jóvenes y los dos sabemos que ellos nos llevarán a donde queremos estar. Abrázame ahora, tócame ahora, pues no quiero vivir sin ti. Nada va a cambiar mi amor por ti, tienes que saber cuánto te amo. Y puedes estar segura de que nunca te pediré nada más que tu amor. El mundo podrá cambiar mi vida entera, pero nada va a cambiar mi amor por ti.
Si el camino hacia adelante no es fácil, nuestro amor dirigirá el camino como una estrella que nos guía. Yo estaré para ti si me necesitas, no tienes que cambiar nada, te amo tal cual eres. Así que ven y comparte conmigo esta visión, que yo te ayudaré a verla siempre así. Abrázame ahora, tócame ahora, pues no quiero vivir sin ti."
Directo del cielo
Hace días, después de una de estas hermosas correrías, empezó a sonar en el playlist la canción "Stairway yo heaven", que termina diciendo "and she´s buying a stairway to heaven" (y ella está comprando una escalera al cielo). Siguió después una de Christopher Cross, uno de mis cantantes favoritos: "Ride like the wind" (correr como el viento). Después siguió una canción de Earth Wind & Fire que, aunque me precio – o me preciaba – de conocer toda su obra, nunca la había escuchado; se llama "Keep your head to the sky" (mantén tu cabeza en el cielo) y finalmente sonó "Rhiannon", esa canción que, cuando Dianita estaba embarazada, sonó en la radio y la niña en su vientre empezó a brincar y a dar pataditas, motivo por el que decidió ponerle también ese nombre.
Desde la primera canción que menciono, yo sentí como que la princesa estaba tratando de decirme algo. Cuando terminaron las 4 canciones le tomé un "screenshot" al historial y se me humedecieron los ojos, pues me pareció escucharla decir: "Yo estoy construyendo una escalera al cielo, estoy preparando lugar para ti; acá podremos correr como el viento. Mantén tu cabeza en el cielo, sí, mantén el deseo de llegar un día conmigo, pero por ahora permanece ahí, nuestros hijos, y especialmente nuestra nieta, todavía te necesitan".
Ahora, por este medio, me permito contestarle, esperando que esta botella con este mensaje no permanezca flotando en el océano de esta vida, sino que pueda elevarse y llegar hasta esa otra vida en la que ella está y le lleve estas palabras:
Hola, mi amor, Acuso recibo de tu mensaje. Y está bien, seré paciente. Están por cumplirse dos años de tu partida, los dos años más difíciles de mi vida. Mis días – y particularmente mis noches – parecen a veces demasiado largos. Ciertamente, tu partida cambió mi vida entera, pero nada va a cambiar mi amor por ti. Te mando todo mi amor, todo el amor de nuestros hijos que tampoco te olvidan, y el amor de nuestra hermosa nieta, en cuyos ojos brilla la luz de tu inteligencia. Sígueme visitando en mis sueños, como lo has hecho ocasionalmente. Y sígueme regalándome tu presencia todos los días, para que podamos, mientras, seguir corriendo en Cancún.