Caballo y ser humano: una simbiosis de seis milenios

Casi no existe reportaje, diario o correspondencia de las dos guerras mundiales, según cuenta el historiador Ulrich Raulff, donde no se lamente la suerte de los caballos: el soldado más curtido, que se obliga a si mismo a la impavidez ante la matanza de hombres, se permite la debilidad de que le conmueva el holocausto de los equinos.

El historiador y periodista Ulrich Raulff.

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HISTORIAS, MUCHAS

Anécdotas como la del célebre abrazo de Nietzsche al cuello del caballo incapaz de arrastrar el carro y cruelmente azotado por el carretero; la de la joven lady inglesa que para desesperación de su madre le dio calabazas al encantador y riquísimo baronet que la cortejaba porque le había visto maltratar a sus caballos, signo indiscutible de miseria espiritual; la tendencia de Napoleón al caerse de su montura, por más que Jacques-Louis David lo retratase como impetuoso jinete; el error de Robespierre al desoír el consejo de Couthon y negarse a cabalgar hacia la convención nacional el día fatídico; el lamento de Kant porque el rey de Prusia se presentase en Königsberg en carruaje y no a lomos de un corcel como le correspondía, pues “el rey no es rey sin su caballo” y Ricardo III, al perder el suyo en el fango de Bosworth Field.

Existen mil historias en torno a este animal que Raulff venera —como sus compatriotas, pues hoy vive un millón de caballos en Alemania y las librerías de las estaciones de ferrocarril ofrecen dos docenas de publicaciones sobre ellos y la equitación—.

El monumento que le levanta es una historia del mundo desde el punto de vista de la simbiosis de hombres y caballos en agricultura, guerra, técnica y tecnología y una lectura llena de encanto para los que sienten simpatía por “un animal que a diferencia del hombre por naturaleza huye” y cuya velocidad es el atributo que despertó el interés de los humanos.

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¿QUIÉN ES ULRICH RAULFF?

Actualmente tiene 68 años. Ha sido jefe de cultura del Frankfurter Allgemeine Zeitung y editor jefe del Süddeutsche. Ha publicado ensayos sobre Marc Bloch, Aby Warburg y Stefan George, pero este libro es la obra de su vida.

“Ha nacido de lo más profundo de mi alma y tiene un trasfondo autobiográfico, porque crecí en el campo, en una granja y mi madre era lo que en alemán llamamos ‘la chica de los caballos’. Hasta los 15 años no hay casi ni una fotografía mía que no esté al lomo de un caballo o más a menudo entre sus patas”, cuenta.

Pese a ese trasfondo, ha evitado lo sentimental. Si acaso peca más bien de cierta frialdad o distancia objetiva.

“Soy de carácter escéptico e irónico, como historiador estoy en la escuela de Warburg y estoy convencido de que la epistemología y la pasión por un tema, la distancia y el pathos, no se excluyen”.

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UN NAUFRAGIO RELINCHANTE

Describe Josep Pla en algún sitio el naufragio de un barco de carga, durante la Primera Guerra Mundial, entre la costa catalana y Mallorca y cómo nadaba entre una relinchante multitud de caballos despavoridos, antes de hundirse.

Una imagen hipnótica: no los marineros muertos, sino los equinos. En efecto, su desgracia parece más impresionante que la de los hombres. Sentimos que están más desvalidos y si su sufrimiento no es más injusto, lo parece porque no pueden quejarse.