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Artistas sin mecenas: la historia latina que no cuentan los museos de Estados Unidos

Dos nuevos libros hablan de cómo Estados Unidos valora más el arte de Latinoamérica que el de sus propios latinos

Cuando la antropóloga puertorriqueña Arlene Dávila le preguntó recientemente a un comerciante de arte qué entendía él por arte latino en Estados Unidos, este le respondió: “Pienso en el ghetto, en Washington Heights o el Bronx, o en la señora que limpia la casa.” Luego, cuando le preguntó a la curadora de arte Pilar Thompkins Rivas cómo las personas en el mundo del arte entienden a los chicanos, ella le admitió que en ese mercado de élite se les ve “como los hijos de las personas que son sus sirvientes’’.

“Requiem for my border crossing”, de la artista Guadalupe Maravilla.Museo WhitneyArtistas sin mecenas: la historia latina que no cuentan los museos de Estados Unidos

“Estos son artistas que han sido centrales para la vitalidad artística de Estados Unidos, a pesar de que han sido eclipsados de su historia. Son los más ausentes en la mayoría de las colecciones de los museos y en los circuitos de galerías comerciales”, escribe Dávila, profesora en la universidad de Nueva York, en su nuevo libro Latinx Art (Duke University Press, publicado en julio en inglés). Los artistas Latinx, la categoría clave en el libro de Dávila, no son los artistas de Latinoamérica que han migrado con privilegios y el patrocinio de un mecenas a Estados Unidos, y que prefieren identificarse con su país de origen que como latinos. Latinx, en el libro, se refiere a aquellos migrantes latinos que llevan viviendo en EE UU tanto tiempo que no cuentan ya con “privilegio nacional”: no cuentan con el apoyo de sus países de origen, se reconocen como americanos, pero son una minoría discriminada en el país del norte. “Nadie nace Latinx,”, explica Dávila. “Esta es una categoría social que es producto de una socialización, una racialización, pero también de la solidaridad entre ellos”.

Una encuesta publicada en 2018 por la fundación Mellon reveló que, aunque el número de empleados latinos ha aumentado ligeramente en los museos, solo un tres por ciento de ellos están en cargos de liderazgo. Otro estudio publicado hace un año sobre diversidad en los cargos culturales de la ciudad de Nueva York –la capital de los museos– reveló que los latinos, que representan un tercio de la población de la ciudad, tienen solo el 11% de los puestos en el mundo de la cultura. Esta falta de oportunidades se traduce, argumenta Dávila, en falta de representación en el mercado del arte. “El arte Latinx ha tenido históricamente menos apoyo institucional”, escribe.

Más allá de las cifras, que no cuentan toda la historia, en su libro Dávila entrevista a decenas de curadores, mecenas del arte o artistas que revelan los estereotipos tóxicos que persisten en el mercado del arte. Pero también revela cómo estos estereotipos tienen consecuencias económicas en el mercado del arte. Cuando Dávila entrevista a uno de los pocos coleccionistas que se enfocan en arte chicano, este le cuenta que ese arte se vende a un precio muy menor a otros en el mundo del arte contemporáneo con la misma trayectoria: vendió un cuadro del artista chicano Gronk, La Tormenta, a 65.000 dólares, un precio mucho menor a los 250.000 que valdría un cuadro parecido en el mundo del arte contemporáneo si no se tratara de un artista Latino.

El arte de Latinoamérica, en cambio, está mejor posicionado dentro del mercado de Estados Unidos. No solo el de las grandes potencias del arte latinanomericano (como México y Brasil), sino incluso el que viene de pequeñas islas como Cuba. Cuando Dávila entrevistó a un coleccionista cubano, este le explicó que en su gremio no compran el arte de los cubanos que han crecido en Estados Unidos, pero que si el artista vive en la isla, lo compran sin pensarlo. “Ellos quieren comprarse una historia, pero no una historia que viene de Estados Unidos’’, dice Juana Valdes, artista afrocubana-americana en Miami y Nueva York.

 y cuyas obras tratan el tema del racismo en Estados Unidos y el Caribe. Valdes cuenta a  que, entre los coleccionistas que están más interesados en su arte, hay más afroamericanos que coleccionistas latinos. “No creo que el mundo del arte entienda lo que es el arte Latinx”, dijo a Dávila. Para ella, en ese mercado, “arte latinoamericano” es igual a “la versión blanca sudamericana” del arte.=



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