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Anna Caballé: “La condición más radical del ser humano es la soledad”

Cuando el género biográfico en España era una excepción, Anna Caballé irrumpió en él con varias obras de referencia. Esta profesora de literatura y crítica literaria preside la asociación feminista Clásicas y Modernas y ha reivindicado a Concepción Arenal, lo que le ha valido el más reciente Premio Nacional de Historia. Caballé ahonda en las raíces de sus especialidades con serenidad y sentido común. Entona una voz templada para una transformación profunda

Anna Caballe´ (Hospitalet de Llobregat, 1954) dice que se ha dedicado a las biografi´as por- que aprende lentamente. Con eso se puede interpretar que explora sus grandes y pequen~os saberes degusta´ndolos, no acumula´ndolos sin digestio´n, como hacen los ton- tos que se creen muy listos. Cuando emprende sus trabajos —muchos de ellos de referencia, como sus obras sobre Umbral, Carmen Laforet o ahora Concepcio´n Arenal, u´ltimo Premio Nacional de Historia—, primero se pregunta quie´n, luego por que´ y a eso an~ade siempre una sos- pecha, como una sabuesa policial, dispuesta a descubrir lo que cada uno de ellos oculta. Asi´ es como esta profesora de Literatura Espan~ola de la Universidad de Barcelona se ha convertido en una referencia del ge´nero biogra´fico en Espan~a, pero tambie´n de las categori´as que indagan el yo, como diarios y memorias, o todo lo referente a la autoficcio´n. Tambie´n del feminismo sereno, pero de fuertes y profundas convicciones desde la asociacio´n Cla´sicas y Modernas, que preside, a la que aporta un exquisito sentido comu´n en su constante reivindicacio´n de la igualdad. Una actitud que la ha llevado a escribir obras como Breve historia de la misoginia y El feminismo en Espan~a, aparte de implicarse en proyectos testimoniales como el Premio Contradiction, del que asegura: “Me cambio´ la vida”. Pregunta. En este confinamiento hemos tenido tiempo de fijarnos en maravillas como The Crown, todo un ejemplo de biografi´a moderna que me temo tiene sus rai´ces. ¿Do´nde?

Anna Caballé: “La condición más radical del ser humano es la soledad”

P.. ¿La pregunta clave para un bio´grafo es quie´n?

R. Ma´s que el quie´n, lo que nace primero es un porque´. En el caso de Francisco Umbral me plantee´: “¿Que´ le pasa a este hombre que ha publicado unos 100 libros y habla de su madre una y otra vez, ininterrumpidamente?”. O con Laforet, la pregunta fue: “¿Que´ le pasa a esta mujer que con 25 an~os lo tiene todo, reconocimiento literario, Premio Nadal incluido, y desaparece?”. No solo eso, sino que an~os despue´s, cuando la buscan para cualquier cosa, advierte: “Ha´ganse a la idea de que estoy muerta”.

P. En el caso de Umbral, adema´s, hablaba todo el tiempo de si´ mismo, pero con ma´scara.

R. Si´, si´: Umbral, Umbral y Umbral... La biografi´a empezo´ porque yo propuse hacer un monogra´fico sobre e´l en una revista. A mi´ habi´a cosas que no me encajaban.

P. O sea, ¿comienza usted con una sospecha, una desconfianza?

R. Si´, ante lo que se oculta. Yo le pedi´ una cronologi´a de su vida y, ahi´, comenzaron sus reservas. Era un li´o. En unos sitios deci´an que habi´a nacido en el an~o 1935, en otros en 1937. Si fuera la u´ltima fecha, ¿co´mo se podi´a acordar de la llegada de la guardia mora a Valladolid?

P. ¿Leyo´ e´l mismo el trabajo que usted le dedico´?

R. Nunca lo dijo, pero estoy segura de que si´. Cerro´ filas completamente. No entro´ a hablar de e´l porque seguramente penso´ que eso provocari´a ma´s curiosidad y ma´s ventas. Nadie de su entorno me comento´ ninguna cosa. Pero hace an~os di una conferencia sobre e´l en la Biblioteca Nacional y un primo suyo, Juan Antonio Perele´tegui, me dijo que el libro habi´a impresionado a toda la familia y que e´l lo habi´a visto desde otra perspectiva.

P. En una biografi´a no cabe juzgar ni saldar cuentas. ¿Co´mo se aplica la distancia?

R. No. No es el objetivo. Esa idea de “se van a enterar” hace fracasar muchas obras en el ge´nero. Cuando te puede el prejuicio, mal. La idea es comprender, nada de juzgar.

P. En el caso de Concepcio´n Arenal, una alumna suya china es la que la impulsa al preguntarle cua´nto tiempo necesi- tan en Occidente para darse cuenta de la importancia de algunas personas.

R. Me impresiono´ mucho esa pregunta. Pero, ma´s alla´ de que Arenal fuera importanti´sima para comprenderla desde aqui´, a mi´ me interesaba su idea de la compasio´n.

“Igual es ma´s difi´cil ser tu´ que la sen~ora de... No a todo el mundo le atrae una relacio´n igualitaria. Es un proceso evolutivo”

P. Ma´s en el mundo de hoy, rodeados de halcones que nos invitan a sacarnos los ojos.

R. Fue una forma de entrar en ella, sus estudios son muy sesudos, no sabi´a co´mo hincarle el diente. Estableci´ un vi´nculo con Martha Nussbaum, que ha estudiado mucho la compasio´n como pensadora e´tica. No creo que conociera su existen- cia, pero Arenal hizo de eso el eje de su pensamiento. Ahi´ se me abrio´ el mundo. En toda su obra mantiene la misma li´nea de pensamiento. Ella defiende la empati´a mucho antes de conocer la palabra. No podemos mejorar como sociedad si no somos capaces de entender el lugar del otro: asi´ se llega a la convivencia y al acuerdo. Tiene desventajas, pero mu´ltiples ventajas.

P. ¿A lo largo de cua´nto tiempo se mete usted en la vida de una persona? ¿Llega a cansarse?

R. Yo nunca me canso de ellos, se cansan las editoriales. Pero es verdad que llega un momento en que te colonizan la cabeza: empiezas a pensar que´ hubieran hecho ellos en determinadas circunstancias y no tu´. Es que los bio´grafos tenemos vidas tan poco interesantes que debemos meternos en las de los dema´s.

P. Bueno, usted, cuando estudiaba en la universidad, dice que llego´ a sentirse rara por eso mismo.

R. Yo me senti´ rara, si´. Lei´a biografi´as de Zweig y Ludwig. Mi padre me las regalaba en vez de libros infantiles. Cuando estaba enferma me pasaba la de Mari´a Antonieta, de Zweig, por ejemplo. Yo teni´a 12 o 13 an~os... Al llegar a la universidad nunca nadie me cito´ una biografi´a, un diario, unas cartas. Al acabar la carrera pense´: aqui´ pasa algo. Fue la pregunta para empezar a meterme en este campo. A mi´, me definio´. P. En su obra hay una atencio´n tambie´n por la misoginia y por las mujeres ocultas. Virginia Woolf nos explica en Una habitacio´n propia por que´ las mujeres han tenido poco peso en la creacio´n. ¿Que´ supusieron esas lecturas para usted?

R. Si hablamos de lecturas que me marcaron en ese sentido, antes fueron las memorias de Simone de Beauvoir, a mediados de los an~os setenta. Yo nunca habi´a lei´do a una mujer tan inteligente. Y despue´s, otra cosa que me marco´ fue organizar con Joana Bonet el Premio Contradiction: memorias de mujeres que nos contaban sus historias. Llegaron cerca de 2.000, yo ahi´ bordee´ la depresio´n. Lei´ muchas historias que me conmovieron sin tomar la distancia suficiente: sobre todo en lo que se refiere a la soledad y a la insatisfaccio´n. No tome´ las precauciones oportunas, como hace un me´dico con sus pacientes. Hice mi´as esas historias y empece´ a darle vueltas a de do´nde viene ese sentimiento de frustracio´n e infelicidad en las mujeres tan poderoso que todo lo contagia y que hasta me contamino´ a mi´.

P. Ahondando en ese aspecto de la sole- dad, el confinamiento lo ha agudizado. ¿Cree que para bien?

R. En mi caso, pues no hubo transicio´n con el confinamiento. De pronto me converti´ en una estatua de sal: mi agenda se desmorono´ de golpe: no ma´s viajes, no ma´s proyectos, no ma´s cenas con amigos... ¿No ma´s vida? Estos tres meses han supuesto un aprendizaje, no de la soledad, a mi´ la soledad me parece una experiencia saludable y necesaria. De hecho, no consigo dejar de tener, desde que era pequen~a, la conciencia de mi soledad en el mundo. Pero si´ ha resultado esto un aprendizaje de que´ se puede esperar del futuro como sociedad. Recuerdo los primeros di´as, el miedo en todas las miradas, el silencio de las ciudades, la obediencia, la para´lisis. La covid-19 nos enfrento´ a una experiencia relativamente nueva y es que ante la gravedad de un hecho las soluciones que puedas aportar desde tu pequen~o mundo no son suficientes, necesitas del concurso de los dema´s.

P. Usted tiene hijos. ¿Su conciencia de soledad influyo´ tambie´n para que los educara de otra manera?

R. Tengo un chico de 25 y una chica de 23. Los he tratado de educar de manera distinta a como me educaron a mi´. Yo soy muy ingenua, por eso me dedico a la biografi´a, por- que he aprendido muy lentamente.

La experiencia ma´s importante de mi vida fue la maternidad, aunque mi madre no me la recomendaba: para ella los hijos fueron una carga. Por un lado me deci´a una cosa y por otro me animaba a no ser convencional.

Es que por eso es tan complicada esta historia. Para mi´, la palabra de mi madre era palabra de Dios, aunque se contradijera.

Yo lo asumi´a. Llegue´ a tener hijos casi por accidente, a los 40 an~os. Y queri´a. 

P. Ese examen de conciencia que se hizo usted respecto al feminismo, ¿cree que se ha realizado de manera correcta en el a´mbito colectivo?

R. La sociedad espan~ola desde los an~os noventa ha cambiado muchi´si- mo en ese aspecto. Para bien.

P. ¿Ma´s que en los setenta?

R. El entusiasmo aquel se perdio´, pero se consiguio´ mucho. Cayo´ en los ochenta y el feminismo se abrio´ a muchas corrientes. La base, las reivindicaciones elementales se consiguieron. Pero ese impulso no se supo canalizar bien. A partir de los noventa se plantean las relaciones de igualdad. Y, sobre todo, acabar con el paternalismo.

P. El problema se plantea con quienes lo consideran una amenaza. Y transforman esa relacio´n primitiva en algo que resulta ahora poco natural.

R. Cierto, pero los cambios siem- pre se ven como una amenaza. Despue´s se racionalizan y, final- mente, se aceptan.

P. ¿Cuando nos damos cuenta de que no pasa nada?

R. Eso es. Vox cataliza un retroceso: que´ va a ocurrir si las mujeres siguen avanzando, creen que el hombre perdera´ espacios de confort. Que los ha perdido..., pero tambie´n los ha ganado. Aun con todo, el hombre hace su propia reflexio´n: ¿cua´l es mi lugar? Muchos concluyen que prefieren volver atra´s, pero tambie´n les ocurre a las mujeres que se senti´an ma´s co´modas con esas normas de cortesi´a masculina. Igual es ma´s difi´cil ser tu´ que la sen~ora de... No a todo el mundo le atrae esa relacio´n igualitaria. Es un proceso evolutivo, pero bien es cierto que Espan~a en estos aspectos se resiste a los cambios. Pero lo que estaba claro antes podi´a ser injusto.

P. ¿En que´ momento se acelera?

R. Yo creo que esto se acelera con las poli´ticas de cuotas y las leyes de igualdad. Las mujeres en la poli´tica repercuten. En la Transicio´n eso no ocurrio´. Pero con la u´ltima crisis econo´mica, las mujeres toman con- ciencia y surge de ahi´ un impulso muy fuerte. Las mujeres no tenemos tanto deseo de poder, pero ahi´ se produce una reflexio´n colectiva: ¿co´mo hemos llegado hasta aqui´? Queremos cambiar las cosas. Como sociedad sufrimos una grandi´sima decepcio´n. Se vino todo abajo. El modelo de bienestar era bastante falso. Una burbuja nada acorde con las estructuras del pai´s. Entramos en un desierto. ¿Co´mo salir? Seguimos en esa travesi´a. Ma´s ahora, necesitamos cobrar fuerzas para alcanzar nuevos pactos sociales. Nuestra democracia es au´n algo adolescente, no tiene tanta tradicio´n y capeamos muchos temporales. Pero esta sociedad es ma´s fuerte de lo que parece.

P. ¿Pero falta idealismo?

R. Es que somos vi´ctimas de la sociedad de consumo: hemos pasado de ser ciudadanos a consumido- res. Con esta u´ltima crisis espero que lo revisemos. Econo´micamente hemos crecido, pero moralmente, como deci´a Concepcio´n Arenal, no. Si junto al progreso no progresan los individuos, no tiene sentido. Tenemos que salir juntos del pozo.

Y saldremos.

La crisis de amplio espectro, porque es econo´mica, poli´tica, social y cultural, que ha desencadenado el coronavirus lo es en el sentido ma´s literal. Un cambio profundo en la manera en que apreciamos una determinada situacio´n.



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