buscar noticiasbuscar noticias

A D’Artagnan lo mataron los mosqueteros de Flandes

El ensayo ‘Los últimos tercios. El ejército de Carlos II’ repasa el devenir militar del último Austria, muy alejado de los estereotipos extendidos por los historiadores europeos

No se sabe si fueron las tropas de las Provincias Unidas o el Ejército de Flandes de la Corona española. Lo que sí es seguro es que una bala salida de un mosquete de los aliados acabó en la garganta de D’Artagnan y puso fin a su vida el 25 de junio de 1673. En realidad, el famoso personaje de Alejandro Dumas se llamaba Charles de Batz-Castelmore, conde de Artagnan, formaba parte del Ejército de Luis XIV que había puesto cerco a la ciudad de Maastricht (Holanda). Lo cuenta Davide Maffi en su nuevo libro Los últimos tercios. El Ejército de Carlos II. Los franceses dejaron en “el campo de batalla unos 2.300 muertos y heridos, entre ellos el celebérrimo D’Artagnan”, escribe este profesor de Historia Moderna de la Universidad de Pavía y especialista militar de la monarquía de los Austrias.

‘La batalla de Seneffe’ (1667-1690), de Adam Frans van der Meulen.A D’Artagnan lo mataron  los mosqueteros de Flandes

Pero el monarca hechizado –posiblemente el más vituperado de los reyes de España– se topó con un problema de muy difícil solución: el crecimiento vegetativo de la población –emigraciones a América y guerras– era ínfimo, por no decir negativo. Los conflictos en los que se veía implicada la Corona hispana se extendían por todo el planeta y hubo que olvidar el “sistema de voluntariado tradicional” de soldados para defender los territorios y sustituirlo por levas. “Significó”, dice Maffi, “que los soldados perdieron su histórica profesionalidad y, al final, la tropa bajó de nivel de preparación y mostró una calidad inferior”.

Castilla, con el nuevo sistema de reclutamiento, lograba movilizar a unos 12.000 efectivos al año, “una proporción que, a pesar del declive generalizado de la cantidad de población, se mantuvo a un nivel increíblemente alto y, para muchos, fue la causa de la reducción demográfica que afectó a varias provincias castellanas”. Aproximadamente, en un siglo los territorios peninsulares pusieron a disposición de las tropas reales más de medio millón de hombres. De hecho, el esfuerzo para dotar de militares a los Ejércitos reales fue soportado principalmente por las dos Castillas y por Andalucía. 

“Fueron obligadas a hacerse cargo de casi todas las levas, prácticamente, y de los repartos forzosos”. Las provincias vascongadas, sin embargo, fueron eximidas de este esfuerzo “porque tenían la obligación de defender su territorio en caso de invasión enemiga”. Aun así, entre 1648 y 1700, Álava aportó voluntariamente entre 100 y 200 hombres anuales.



DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD