‘Pude votar cinco veces en la consulta del NAIM’
Comprueba reportera nulidad de un control
Ciudad de México
Froté mis dedos para quitar un poco de tinta del pulgar. Mi sorpresa fue que desapareció casi por completo. ¿Sin ese rastro podría votar otra vez en la consulta por el NAIM? Valía la pena intentarlo.
Fui a una segunda casilla en metro Viaducto. "Vengo a votar", dije intentando ocultar mis nervios. Tomaron los datos de mi INE y, a la vista de todos los presentes, me pidieron marcar en la boleta: Texcoco o Santa Lucía. No me revisaron, y esta vez, ni siquiera marcaron mi dedo.
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Decidida y con las manos limpias, asistí a un tercer centro en metro Pantitlán. Perdida entre tantas salidas no pude encontrar la casilla hasta que un policía supo de qué hablaba cuando mencioné la consulta ciudadana: "De la vuelta y ahí a un lado de la caseta está lo de la votación".
No habían registrado mis datos cuando ya tenía una boleta frente a mí. "Al reverso hay información sobre las dos opciones", me dijo el joven dándome un marcador negro.
Dudé antes de arrojar el papel con mi voto porque la mujer con mi credencial seguía dictando la clave en voz alta mientras una chica apuntaba en una libreta."Ya lo puedes poner en la caja", me aseguró el encargado que después marcó mi pulgar. Y aunque el sistema hubiera funcionado para saber si había votado, era demasiado tarde, mi sufragio se había perdido en un mar de papeletas.
Cambié de alcaldía y llegué a metro Etiopía para un cuarto intento. Fue la primera vez que vi gente formada para emitir su voto. Una mujer con un libro y dos obedientes perros que acompañaban a sus dueños sobresalían en una fila de aproximadamente 15 personas.
Sin mancha. La reportera comprobó que la tinta no es indeleble y que fácilmente con agua y jabón se elimina.
Al darse cuenta de lo tardado de la aplicación, los encargados de la casilla pedían sus credenciales a las personas que todavía se encontraban formadas. Aun así el proceso fue lento. "Es que se cae el sistema", "¿Si no puedo registrar esta INE lo intentas tú?". Eran frases recurrentes entre los organizadores.
Una vez más nadie cuestionó los residuos de tinta en mi dedo. Presenté el INE y eso sí, esta vez después de registrarla, me entregaron un papel con las dos opciones. "Ahí hay un trapo por si quiere limpiarse", dijo la encargada antes de gritar: "¿¡Otra credencial!?"