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Un ángel en la tierra

Hoy, hace 25 años de la partida de quien fue definida como un ángel sobre la tierra. Audrey Hepburn, definió con precisión su vida cuando expresó que: “Nací con una enorme necesidad de afecto, y una terrible necesidad de darlo”. Trascendió la dureza de la Segunda Guerra Mundial en su natal Bélgica, para trasladarse, luego que su padre abandono a la familia, a los Países Bajos. Ahí inició su paso por el arte y la filantropía. 

El 4 de mayo de 1912, un día primaveral, nació una niña de frágil apariencia a la que le esperaba una vida dura y plena. Más allá de la gran actriz, del icono y de su herencia inmortal, se recuerda y se celebra a la Audrey ávida de dar todo el cariño latente que llevaba dentro y que canalizó siendo embajadora entregada de Unicef al final de su vida que bien podría ser la historia de una estrella, por su lucidez brillante y tutelar. 

Un ángel en la tierra

En su edición 7 de septiembre de 1953, la revista Time dedicó su portada a una actriz desconocida que alternó, en su debut hollywoodense, con el astro Gregory Peck, en la película de William Wyler (quien, según se dijo, estaba en tratos para contratar a Liz Taylor), Vacaciones en Roma. Al ver el castin de rigor, el director ya no tuvo dudas, pues, según expresó, Hepburn: “Tiene todas las cosas que busco: encanto, inocencia y talento. Además es muy divertida. Es absolutamente encantadora. No dudamos en decir que es nuestra chica”. La película fue todo un éxito y ahí nació una gran estrella. Además de haber tenido un debut exitoso, Audrey recibió el Oscar por su actuación. 

De ahí en adelante, alternando el cine con el teatro y la danza, filmó películas que son consideradas entre los mejor de la producción de los años dorados de Hollywood: Dos en la carretera, Cómo robar un millón, Una cara con ángel, My Fair Lady, Breakfast at Tiffany’s. Para ella, su mejor papel fue, sin duda, el de la hermana Lucas en Historia de una monja. Ese papel, el conocer a su protagonista real, las similitudes (ambas eran belgas y habían sufrido la guerra) hizo que Audrey recapacitara mucho y se entregara más a sus labores humanitarias. La vida de lujo, fama y admiración perdió sentido.

Su última película fue Always, de Steven Spielberg, donde  interpreta a un ángel y, a partir de ese momento se entregó en cuerpo y alma a sus tareas humanitarias y, desplegando sus alas voló a Turquía, asistió a programas de formación de mujeres en Venezuela, proyectos para niños de la calle en Ecuador, planes de suministro de agua potable en Guatemala y Honduras, y de enseñanza del uso de la radio en El Salvador.

La entrega absoluta que tuvo para la danza y la actuación, se vio reflejada en su tarea humanitaria. Sin un momento de reposo, compareció ante el Congreso de los Estados Unidos, formó parte de la Cumbre Mundial de la Infancia, participó en el lanzamiento de los informes anuales Estado Mundial de la Infancia publicados por la Unicef, fue anfitriona de las ceremonias de entrega de los premios Danny Kaye International Children’s Award; además diseñó tarjetas de recaudación de fondos, participó en giras musicales benéficas y dio innumerables conferencias y entrevistas en pro de Unicef.

En diciembre de 1992, Hepburn recibió la principal condecoración civil de los Estados Unidos, recibiendo del presidente George Bush la Medalla de la Libertad. Ese mismo año, enferma ya de cáncer, continuó con su labor y viajó a Somalia, Kenia, Reino Unido, Suiza, Francia y Estados Unidos.

Agotados sus últimos alientos, fue a refugiarse a un pequeño pueblo suizo, Tolochenaz-sur Morges, donde falleció un 24 de enero frío y gris. A su entierro acudieron los cinco hombres que marcaron su vida: su último amor, el actor holandés Bob Wolders, sus hijos Sean y Luca, y sus exmaridos, Mel Ferrer y el médico Andrea Dotti. Así se apagó esa sonrisa infinita y esos ojos repletos de vida porque como dijo Spielberg “Si los ángeles existen, serán como Audrey Hepburn”.

Audrey Hepburn, sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial, quien le robó el papel estelar de Vacasiones en Roma a Liz Taylor, murió a los 63 años de edad. Ese mismo día, Taylor dijo que “Dios estará contento de tener un ángel como Audrey con Él”.


Fortino Cisneros Calzada

Fortino Cisneros Calzada

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