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Tres recuerdos de don Benjamín Wong

En épocas convulsas, personas como él imprimen a la vida serenidad, templanza y valores

Don Benjamín Wong fue un auténtico periodista. Hombre serio, responsable, en búsqueda de la verdad. Sin desplantes, sin fuegos artificiales, lo suyo era intentar que el lector encontrara claves para descifrar una realidad compleja, cambiante, difícil de asir. 

Lo traté poco y de manera intermitente, pero en mi memoria es una presencia importante, un hombre que daba cátedra con su comportamiento y su pasión por el auténtico periodismo. 

Tres recuerdos de don Benjamín Wong

Rememoro tres momentos que para mí significan mucho y que quizá para él fueron solo rutina, pero son botones de muestra de un hombre íntegro y preocupado por los demás. 

1. En 1974 un grupo de profesores formamos el Sindicato del Personal Académico de la UNAM. Eran otros tiempos y el tratamiento que esa iniciativa recibió en los medios no resultó muy favorable. Pues bien, don Benjamín era entonces director de El Sol de México y para nuestra sorpresa los diarios de esa cadena informaban de manera imparcial sobre los sucesos que estábamos viviendo. No era una cobertura en nuestro auxilio, pero no repetía cansinamente la versión de las autoridades. 

Aparecían las declaraciones y boletines de la Rectoría, pero de manera equilibrada también nuestros planteamientos y aspiraciones. Carmen Lira, cubría esa fuente, y lo hacía de manera ecuánime, justa. Era una lección de buen periodismo en un mar de notas por consigna.

Cuando en 1976 el rector de la UNAM, el Dr. Guillermo Soberón, entregó al secretario de Gobernación Mario Moya Palencia una iniciativa para agregar al artículo 123 de la Constitución un apartado C que pretendía regular las relaciones laborales en los centros de estudios superiores y cercenar derechos laborales, se armó un gran barullo. 

Desde los sindicatos rechazamos esa pretensión. Y en ese contexto, aparecieron unas ocho columnas en El Sol de México en la que se bautizaba aquella iniciativa como la “Ley Soberón”. Creo que ese fraseo escueto, frío, develó algo que por aquel entonces pareció excesivo: que un Rector pretendiera ser el padre de una reforma constitucional en materia laboral. La propuesta del Rector fue congelada. 

2. Cuando en 1983 se produjo la ruptura en el diario Unomásuno, un buen número de comentaristas quedamos en el aire. Don Benjamín, que entonces dirigía su revista semanal, Punto, nos invitó a colaborar. Fue un gesto solidario. Durante muchos años escribí cada semana. 

Don Benjamín no solo era profundamente respetuoso de lo que uno decía, sino que en ocasiones espaciales invitaba a realizar notas más extensas sobre asuntos que estaban en curso. Siempre sagaz, de vez en vez expresaba un comentario sin pretender que el colaborador se alineara a sus puntos de vista. Era un hombre comprensivo, agudo, suave. 

3. 1985 fue el año de los secuestros de Félix Bautista y Arnoldo Martínez Verdugo por quienes se decían herederos del Partido de los Pobres de Lucio Cabañas. Arnoldo había sido nuestro candidato presidencial en 1982 y en el momento de su secuestro encabezaba una de las listas plurinominales de diputados del PSUM. Sobra decir la tensión y el miedo que esos actos suscitaron. 

Pues bien, Rolando Cordera y yo fuimos designados por la Comisión Política del PSUM, de la que formábamos parte, para hablar con don Benjamín que entonces era subdirector de El Universal. Nos recibió de inmediato. Nos escuchó con atención. Le fuimos a explicar la situación, a compartir la información que teníamos y seguramente también le expresamos nuestros temores. 

Su talante grave, reservado y amistoso sin duda tuvo que ver con la cobertura serena y sobre todo responsable que hizo el diario: comprometida con la verdad y los lectores, pero esquivando especulaciones y maledicencias que en esos casos brotan como hongos. Fue una delicia tratar con él. Hombre educado, sabía escuchar y tenía el don de hacer las preguntas pertinentes. 

En épocas convulsas, personas como don Benjamín imprimen a la vida —y a la vida política en particular—, serenidad, templanza, conocimiento y valores.